DiariodelSur – El 10 de mayo de 1962 la Texas Petroleum Company hace entrega del Oleoducto Transandino (OTA), que “atraviesa 305.6 kilómetros de selva amazónica, desde Putumayo, hasta Tumaco (Nariño) transporta 25.000 barriles de petróleo diarios, que proviene de los 115 pozos de Putumayo”.
Estos pueblos deben recibir recursos por concepto de regalías; lo curioso, como lo expresa un exrepresentante del Putumayo, “no se necesita muchos análisis para saber que se han manejado mal los recursos de regalías. Sólo un indicador: ninguno de los 13 municipio de Putumayo tiene agua potable”.
Acontece lo mismo, quizá en mayores proporciones y en una especie de tragedia económica y social, en el tramo correspondiente a la costa pacífica nariñense donde se puede ver y apreciar en toda su magnitud el abandono de los pueblos y la miseria de sus gentes que miran impávidos la gigantesca estructura que atraviesa y serpentea sus casuchas de madera y latas viejas. Ignoran estos pobladores, quizá, que en su interior burbujea el oro negro que puede y debería sacarlos de ese permanente atraso en que viven y se condenan.
Lo curioso y paradójico es que el oro negro no solo atraviesa sus tierras, sino que se mete en sus casas, en sus salas, en sus patios y en sus chozas o caedizos. Muchos se sientan en el oleoducto que oscuro y gris cubre el patio de su casucha. Con sus pies descalzos parecen acariciarlo, como presintiendo la desgracia que viven y las riquezas que los besan desde su interior.
¿Quién se lleva ese oro negro? ¿Dónde están invertidas las regalías? ¿Qué se hace con este dinero en estos pueblos que carecen de todo, hasta de lo más elemental?
Nos preguntamos si alguna de estas familias recibe una especie de servidumbre por permitir que sobre sus propiedades se levante y atraviese una infraestructura que los expone, seguramente, a afectaciones sanitarias y a exponenciales peligros de orden público.
Nuestros gobernantes nos deben una justa explicación, la Texas una razonable justificación a tanto despropósito y el Estado una pronta intervención que permita esclarecer el destino de los millonarios recursos que no se ven por ningún lado condenando a los pueblos a ese estado de abandono y postración.