Por: Óscar Sevillano
Valdría la pena preguntarnos si tiene sentido prestarles atención a quienes pretenden ponernos en un lado o en otro según les conviene, utilizando el periodismo como el elemento útil para darles rienda suelta a sus pasiones y odios personales, y así acabar con el nombre ajeno.
Por un lado, tenemos la serie Matarife, producto hecho con la clara intención de darle a entender a la audiencia que el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez es un personaje oscuro a quien lo rondan hechos relacionados con el narcotráfico y el paramilitarismo. Para esto, su productor y guionista, Daniel Mendoza, se vale de expedientes judiciales y de investigaciones periodísticas, especialmente las de Gonzalo Guillén y Julián Martínez, quienes de una u otra forma también participan.
Sobre Álvaro Uribe se ha dicho de todo cuanto se ha podido y puede que sea el político en Colombia con más investigaciones en su contra. El problema es que, mientras no sea vencido en juicio, el expresidente tiene todo el derecho de defender su nombre, como bien lo haría cualquier ser humano que no tenga ninguna condena en su contra, como hasta el momento sucede con el jefe del Centro Democrático.
En el otro lado está el portal El Expediente, que se caracteriza no por ser un sitio en internet que divulga investigaciones periodísticas serias, objetivas y hechas con todo el rigor que necesita el oficio, sino que más bien se dedica a divulgar una serie de publicaciones hechas con mala leche, muy al estilo de su director Gustavo Rugeles, con la clara intención de desdibujar el nombre de los contradictores políticos de Álvaro Uribe y de su partido político, valiéndose también de investigaciones judiciales que por una u otra razón se abren, pero, al igual que las del senador y exmandatario Uribe, tampoco se resuelven ni a favor ni en contra, sino que más bien se mantienen en el tiempo, no sé si con el ánimo de sembrar un manto de duda eterna sobre sus nombres.
Ningún bien le hacen a la sociedad estos dos extremos, porque en lugar de informar a una sociedad que necesita conocer mejor la manera como se comporta la política en Colombia, solo dividen y llenan de odios y resentimientos a la población.
Bajo ninguna circunstancia se puede pensar que Matarife o El Expediente pueden corresponder a un trabajo realizado con la seriedad y objetividad que requiere el periodismo, cuando lo primero que debe tener cualquier publicación es que se mantenga libre de percepciones u opiniones de tipo personal que existan sobre la persona de la que haya algo que decir.
Tampoco se puede calificar como buen trabajo a una serie de imágenes en videos en las que se utilizan calificativos bastante duros sobre una persona que puede tener los peores defectos que existen en el ser humano, pero no por eso merece que le falten al respeto con cuestionamientos que no han sido probados. Tampoco es serio que se haga uso de una serie de investigaciones judiciales a personas que se ubican en el otro lado del espectro político, es decir, la izquierda, para cuestionar sus nombres escribiendo una cantidad de artículos llenos de mala leche, intriga y cizaña.
Una cosa es el periodismo y otra el activismo, entre estas dos vertientes existe un abismo muy grande. Por tanto, no hay lugar para pensar que cualquier activista, sea de izquierda o derecha, porque escribe uno que otro artículo o porque habla bien ante las cámaras, eso ya es motivo suficiente para que ocupe un lugar que claramente no le corresponde, porque no dudará en darles rienda suelta a sus pasiones para acabar con el nombre ajeno, bien sea porque no le cae bien o porque lo considera inadecuado para ejercer determinado cargo.
Colombia requiere de investigaciones periodísticas serias, que no mezclen lo personal con la profesión y es por esto que no le hago barra ni a Matarife, ni a El Expediente.
@sevillanoscar