JOHN ELVIS VERA SUAREZ
1900
“El verdadero proceso colonizador de Puerto Leguízamo se inicia con la explotación del caucho hacia 1.900 y se consolida, en una segunda fase, con motivo del conflicto militar con el Perú en 1932 en razón a que muchos soldados, una vez terminado el conflicto se establecieron en la zona como colonos. Finalmente, el establecimiento de la Base Naval del Sur en Leguízamo en el año de 1944 incrementó de una parte el poblamiento y de otro fomentó la prestación de algunos servicios básicos para los habitantes de la región.”[i]
1900
A partir de este año,” cuando la guerra civil de entonces hizo impracticables las relaciones comerciales entre Florencia (Las Perdiz) y Neiva, el caucho recolectado en La Chorrera era comercializado en Iquitos, centro este que también abastecía de víveres, herramientas, armas, municiones y licores a las agencias o “fundaciones” que ya por entonces caucheros colombianos habían establecido en el Caraparaná, Igaraparaná y Putumayo. Esta circunstancia, la del desplazamiento del circuito comercial del caucho del caucho hacia Iquitos, constituye uno de los factores históricos que permiten comprender el surgimiento y expansión posterior da la Casa Arana sobre el territorio del Putumayo-Caquetá y del dominio que empezaría a ejercer la empresa en referencia sobre agencias originalmente fundadas por colombianos en el Caraparaná e Igaraparaná y, por supuesto, sobre los indígenas de estos vastos territorios.”[ii]
1900-1904
“Al estallar la revolución de 1899, el vicepresidente José Manuel Marroquín, ayudado por políticos y militares depuso del mando a Sanclemente y se hizo cargo del poder.
El nuevo mandatario dedicó toda su atención de manera exclusiva a sofocar la revolución, para lo cual se rodeó de militares y gentes de guerra.
La atención preferente a la guerra hizo que los otros aspectos de la Administración se descuidaran en forma lamentable, hasta tal punto que el país tuvo que vivir una de las peores épocas de su historia.” En este periodo se dio la separación de Panamá.[iii]
1900
Decreto 97.
La Región continúa perteneciendo al Departamento del Cauca. Colombia limita con el Perú en el Río Napo. [iv]
1900
“…el gobierno de Colombia les concedió (a los capuchinos) completo y total control de la amazonia colombiana. Su encargo era evangelizar a los nativos; su propósito, afirmar su presencia y asegurar los intereses económicos y políticos de la nación. Los capuchinos escogieron a Sibundoy como sede administrativa y espiritual, y durante los siguientes cuarenta años dirigieron una teocracia colonial como no lo había visto América desde el apogeo de los jesuitas. Su poder era absoluto. Hacia 1900 la parte de los bienes transportados por la cordillera Portechuela desde la llanura amazónica y hacia ella fue llevado a espaldas de los indios, que también cargaban a los misioneros. A los portadores indígenas especializados en el transporte de personas les decían “silleros”. Llevaban cargas de hasta doscientas cincuenta libras, vivían máximo cuarenta años y debían someterse a ser espoleados en las costillas durante los penosos viajes por las montañas.”[v]
1900-1903
“… visitó la región del alto Caquetá y Putumayo el viajero Joaquín Rocha. Sus observaciones son una fuente magnifica para conocer esas regiones a principios del siglo XX, debido a su aguda percepción y a sus dotes de hombre sólidamente ilustrado. Rocha nos describe una actividad minera de su aluvión, muy pobre pero todavía activa.”
Entre otras:”EnCuriplaya o Playa de Oro, en el río Caquetá, debajo de las bocas del río Mecaya. Al parecer, el Yuriya, afluente del Mecaya, nace en terrenos auríferos, lo mismo que El Caimán o alto Mecaya. Las arenas son arrastradas por estos ríos y depositadas en el Curiplaya. (Rocha, 1905:82)”[vi]
1900
“En este año el R.P. Basilio de Pupiales con el Hermano Lego Fray Conrado de Solsona, bajaron por el Putumayo, penetraron en las tribus Güitotas, surcaron el Caraparaná y el Campuya y visitaron veinte tribus de indios, que se denominan así: Venenos, Nonulas, Fabuyanos, Mates, Achotes, Sebúas, Nuisayes, Neguas, Cazabes, Abejas, Piedras, Cuyotes, Erayes, Cabuyanos, Naicaenes, Ayofos, Sebúassegundos, Sebúasterceros, Noyenes e Iteras. Nueve meses emplearon los Misioneros en este viaje, sufriendo lo indecible.” (Fray Fidel de Montclar)[vii]
1900
Finales del año. La lancha de guerra “Cahuapanas”, fue la primera Embarción peruana a vapor que navegó por el Putumayo. “La lancha fue al Putumayo con fines comerciales, pero desembarcó en Cotuhé (Río en cuya desembocadura se encuentra situada hoy en día Tarapacá), distante 120 millas de la desembocadura del Putumayo, una guarnición militar y aduanera que fue la primera que el Perú tuvo en aquella región, estableciendo allí una Comisaría Fluvial. En la Cahuapanassubió hasta La Chorrera, río Igaraparaná, el señor Benjamín Larrañaga, pastuso, quien pidió a las autoridades peruanas de Iquitos le dieran posesión oficial para colonizar y conquistar indios en esa región, a la vez que ponía bajo la soberanía del Perú los terrenos que él pretendió apropiarse a consecuencia de sus exploraciones anteriores.”[viii]
“Navegar por vapor, tener el privilegio de explotarlos, contar con el apoyo de autoridades eficaces, es un verdadero tesoro. Así lo comprendió Larrañaga, y para asegurar mejor el éxito de tan colosales ventajas, se asoció con un judío de Tánger, residente entonces en territorio brasileño, señor Jacob Isaac Barchillón, y con José María Moriz Ramírez, peruano muy influyente con sus compatriotas.”[ix]
1900
El colombiano Benjamín Larrañaga, oriundo de la ciudad de Pasto, se convierte en socio del peruano Julio Arana, comerciante de la ciudad de Iquitos, para explotar el caucho en la cuenca del Putumayo.[x]
1900
El consumo mundial del caucho alcanzó las 51.581 toneladas.[xi]
1901
En este año existían las Fundaciones y/o Agencias caucheras de: Puerto Colombia, cabeceras del Caraparaná, propietarios Braulio Cuellar y José Cabrera, oriundos de Pasto (?); Puerto de las Piedras, Río Caquetá, igualmente de los nombrados anteriormente; La Florida, Río Caraparaná, fundada por los Hnos. Calderón (Gregorio, Ildefonso, Tobías, Teófilo); propietario Gregorio Calderón y Águeda Hernández, de Pitalito; Filadelfia y El Encanto, Río Caraparaná, de los Hnos. Calderón; El Loco, Río Caraparaná, fundado por Domingo David, oriundo de Pasto; Caraparaná o Garaparaná, Río Caraparaná, fundada por Crisóstomo Hernández, y cuyos propietarios en ese momento eran Antonio y Antonio Martínez, procedentes de Pasto; Argelia, Río Caraparaná (Parte Baja), de Hipólito Pérez, oriundo del Tolima; Las Canduyas, Río Caraparaná, de Bernardo Carvajal, igualmente del Tolima; Noicuenes o El Dorado, Margen izquierda del Río Caraparaná, fundada por José Joaquín de Barros (Portugués), cuyo propietario en ese entonces era Ildefonso González, del Cauca; Campuya, Bocana del Río Caraparaná con el Río Putumayo, fundada y en propiedad de Joaquín de Barros, de Portugal; Ificuenes, Banda izquierda del Río Eré, fundada y en propiedad de Joaquín de Barros; Acacias, Cabeceras del Río Igaraparaná; Entrerríos, entre las cabeceras del Igaraparaná y el Nocuemarú (afluente del Caquetá); Atenas, cabeceras del Río Cahuinarí; La Sabana, entre los Ríos Cahuinarí e Igaraparaná; Puerto Colombia, orilla derecha del Río Fahay o Cahuinarí; Morelia, Río Cahuinarí; fundadas las seis (6) últimas por Tobar-Torres Cia., procedentes del Huila; Las Caienes, Río Igaraparaná y La Chorrera, en la cascada y lago de San Rafael de igual manera del río Igaraparaná, de Benjamín Larrañaga, de Pasto, quién había llegado inicialmente al Putumayo como peón de Rafael Reyes; Bella Vista, en la banda derecha del Río Algodón, de Juan Angulo; Puerto Tolima, banda izquierda del Río Tamboyaco, de Justo Sierra.[xii]
1901
“Subió otra vez Larrañaga hasta La Chorrera en el vapor peruano llamado Putumayo, en el cual iban soldados del Perú. De La Chorrera e Igaraparaná volvió al Putumayo y subió por el Caraparaná, en la sección Florida, a las márgenes de ese río, agencia de los señores Calderón Hermanos, colombianos.”[xiii]
1901
“…se establecieron 22 agencias distribuidas así: 10 sobre el río Caraparaná, 5 sobre el Caquetá y afluentes, 4 sobre el Igaraparaná y 3 sobre otros como el Río Putumayo; los propietarios de estas agencias eran 5 de origen nariñense y 7 de origen tolimense.”[xiv]
1902
Derrotados los Liberales en la Guerra de los Mil Días, el Estado Colombiano amplió aún más las atribuciones con que ya contaba la Iglesia en los territorios de las misiones: se les dejan las escuelas primarias; se le promete la adjudicación de tierras; se les autoriza a intervenir en el nombramiento y remoción de las autoridades civiles.[xv]
1902
Ya tenía vida propia una agencia cauchera o centro de acopio en Numancia, llamada años después por los lugareños como vereda “Umancia”, alli muere ahogado el cauchero de origen antioqueño Francisco Gutiérrez.[xvi]
1902
“En un ambiente caracterizado por una reciente demanda de látex en el mercado internacional, y con ello el permanente desplazamiento de las fronteras extractivas del caucho, se produjo la expansión de la actividad extractiva hacia el territorio colombiano del Putumayo, donde rápidamente surgieron “fundaciones” “casas” y “agencias” que servían de lugares de acopio de la materia prima y a la vez de puntos de apoyo y de suministros (víveres, herramientas, tropas, etc.) a la fuerza de trabajo involucrada en tal actividad. En este mismo ambiente febril, que atrajo a miles de hombres buscadores de fortuna, los derechos territoriales, heredados del antiguo régimen colonial, fueron de hecho usurpados en aquellas regiones donde las autoridades representativas del Estado poca o ninguna injerencia habían tenido:
“… lo que ocurre en las fronteras de la República con las del Brasil, el Ecuador y el Perú, por ser notorio, es el avance diario de individuos de dichas Repúblicas sobre el terreno de Colombia y la ocupación y posesión que han verificado en nombre de esas nacionalidades de una gran porción del territorio de Colombia.
…
En las riberas del río Napo en el territorio de Colombia hay muchos individuos ecuatorianos y peruanos, establecidos en casas de comercio y trabajos agrícolas y están gobernados, lo mismo que los colombianos indígenas por autoridades peruanas y ecuatorianas de reciente creación, las cuales hacen reconocer el territorio como ecuatoriano, o como peruano y cobran derechos de introducción de mercancías (Informe Prefecto Provincial 1902 A.C.C. Paquete 311, Legajo 57).”[xvii]
1902
Marzo 14.
El Estado celebra un contrato “con el señor John Bildske, sobre fomento de la navegación de los ríos Caquetá, Putumayo, y los demás ríos de la región colombiana del Caquetá que sean navegables. Se auxilia a la empresa con 5.000 hectáreas por cada uno de los vapores que introduzca, en lotes alternados de 5.000 hectáreas. Diario Oficial número 11623.” “Este contrato no se materializó en la región, pero el espíritu del mismo se enmarcó dentro del auge cauchero que todavía se vivía en dicho año.”[xviii]
1902
Julio 10.
Por solicitud del Director de “El Nuevo Tiempo”, Florentino Calderón Reyes, relata entre otros asuntos, lo siguiente: “Los que así procedan y tengan el valor y la abnegación de consagrarse a trabajos serios, conquistarán en breve tiempo, no solamente un porvenir independiente y holgado, sino también la admiración y la gratitud de los colombianos, por haber hecho sentir en las inmediaciones de nuestras fronteras, al tratarse en especial del Caquetá, el dominio que corresponde a los derechos de Colombia. Y no será dudoso suponer que el Gobierno dicte – ya es tiempo – medidas que tiendan a amparar las vidas y los intereses de colombianos que vayan a esas desconocidas regiones a trabajar y a decir siquiera: “soy colombiano”. (Pág. 4)
…
“En el año de 1874, cuando apenas contaba yo diez y seis años de edad y era alumno interno en la Escuela de Literatura y Filosofía de la Universidad Nacional, llegó a esta ciudad, procedente del Cauca, mi tío Elías Reyes, Jefe de la casa Elías Reyes & Hermanos, la que a la sazón se empeñaba en la explotación de quinas en las cabeceras de los ríos Caquetá y Putumayo;” (Pág. 5)
…
“Llegado yo al territorio del Caquetá, bajo los auspicios de la Casa, me encontré – recuérdolo mucho – el día 1º de Enero de 1875, a las orillas del Caquetá, acompañado por dos indios oriundos de allí que me encaminaban a un punto llamado Yunguilla, donde debía permanecer encargado, con José María, mi hermano, de la Agencia establecida para la recolección de quinas;” (Pág.5)
…
“… se dispuso que debía marchar al Amazonas en busca de vapores que transportasen las quinas que teníamos aglomeradas. En efecto, en los primeros días del año de 1879, acompañado por mi noble amigo D. Antonio Angulo, hoy residente en el Sur del Cauca, partimos de Mocoa, capital del Territorio del Caquetá, provistos de harinas de trigo y cebada, sal, escopetas, municiones, pólvora, fulminantes, anzuelos y un botiquín con quinina, ipecacuana y linimento. La distancia de Mocoa a Puerto Guineo es de unas seis leguas, que recorrimos a pie en un día. En aquel puerto, sobre el río del mismo nombre, tributario del Putumayo, casi en su nacimiento, tomamos una pequeña canoa, manejada por indios de ese caserío. Después de dos días de navegación, llegamos a Cuembí, sitio habitado por indios semisalvajes y donde pueden atracar vapores que no calen más de cuatro pies. De este punto al Amazonas, mide el río Putumayo, navegables por vapor, 1.200 millas; y esa distancia íbamos a recorrer. Provistos de una canoa más que la que tomamos en Guineo, y tripulada por ocho indios, a los dos días después de nuestra llegada a Cuembí, último caserío en donde residen indios medio civilizados, partimos lanzando la embarcación a la mitad del río.” (Págs. 6-7)
…
“… en las mañanas, acercándonos a la orilla del río, hacíamos grandes provisiones de aves, como camaranas, paujiles, pavas, etc., lo mismo que de zainos, venados, conejos, etc., y en la noche nos proveíamos de pescado.”(Pág.7)
…
“… hasta que al fin, después de veintiocho días de navegación, en una bellísima mañana, al dominar una gran curva del río, se presentó ante nosotros el gigantesco Amazonas, y pocos momentos después, muy fatigados, pero llenos de júbilo, desembarcamos en Santo Antón, donde fuimos cariñosamente acogidos por sus habitantes, especialmente por D. Salvador Ferreira, anciano portugués.
Nos hallábamos en aquel puerto esperando uno de los vapores que debía bajar de Iquitos, para encaminarnos al Pará, donde habríamos de conseguir el vapor o vapores que necesitábamos para subir a Cuembí, cuando una noche, sin esperarlo, atracó un vapor que subía el Amazonas. Era el Canumán, que nuestros consignatarios en el Pará…, habían despachado para el Putumayo por orden y cuenta de nuestra Casa.”(7-8)
…
“En efecto, saltamos a tierra, provistos de escopetas, el Crevaux, su sirviente, llamado Apatau, D. Demetrio Salamanca, Angulo, unos seis marineros y yo, y nos dirigimos, selva adentro, por la vereda; después de caminar unas dos millas, encontramos una gran sementera de plátano, yuca, piñas y chontaduro (palma); penetramos al centro de ella, y de pronto vimos cuatro enormes casas pajizas, de forma redonda, cubiertos en parte los flancos por guaduas, con muchas entradas; luego sentimos grande algazara, observando al mismo tiempo que las indias huían presurosas al bosque con los niños a cuestas, y que los varones se aprestaban con sus armas – lanzas de guadua, grandes macanas y flechas – para el ataque o para la defensa; pero nosotros, colocados en fila al frente de una de las casas, llenos de terror ante lo numeroso de la tribu y el aspecto de los salvajes, resolvimos, fingiendo amable sonrisa, permanecer completamente quietos, con los brazos caídos y sin hacer el más ligero movimiento o ademán que pudiera parecer hostil.”(Págs.8-9)
…
“al día siguiente a la madrugada levó anclas el vapor y continuamos nuestra lenta y monótona marcha; llevábamos ya quince días navegando en aguas del Putumayo, viendo el mismo bosque, matando de los mismos mosquitos, soportando el mismo calor y siempre angustiados con el mismo temor de que el buque encallara o fuera su casco herido por algún tronco oculto por las aguas. Más a veces esa monotonía desaparecía en presencia de indios que salían a las playas, de tigres, dantas, zaínos, venados, monos de diferentes clases y tamaños, culebras de varias dimensiones y colores, y otros cuantos animales del desierto que encontrábamos a nuestra vista. Así, continuamos muchos días más, hasta que al completar 32 de navegación en el Putumayo, llegamos a Cuembí, donde nos esperaba Rafael Reyes, Director Gerente de la Empresa y fundador de la navegación por vapor en aquel río. Precisamente el primer vapor en que él lo subió perteneció a la Empresa, lo llamó Tundama, y hoy se halla hundido en La Sofía, puerto situado doce leguas arriba del Cuembí.
Al día siguiente a nuestra llegada empezamos a cargar de quinas el vapor. Terminada esa operación, se fijó la hora de partida para el Amazonas…”(Págs. 12-13)
“En aquella época navegaban este río (Amazonas) y sus afluentes 170 vapores, aparte de los transatlánticos que subían hasta Manaos, importantísima ciudad situada en la desembocadura del Río Negro, lo cual hacía que la navegación, lejos de ser monótona y cansada, como acontecía en el Putumayo, nos fuese animada y divertida. Todos esos vapores que surcaban las aguas de los ríos afluentes del Amazonas iban provistos de víveres, mercancías e inmigrantes, y regresaban al Pará plenamente cargados de caucho, castañas o nueces del Pará, manteca de tortuga, maderas finísimas, cacao, tagua, maderas de tinte, etc., y todo esto constituía una enorme riqueza en frutos de exportación, que en halagadora abundancia se encuentran en las riberas de los ríos Putumayo, Caquetá y sus afluentes, especialmente en la zona cercana al Amazonas.”(Pág. 14)
“Cumplida mi misión, únicamente esperé que llegara un considerable cargamento de mercancía que la Casa había pedido a Europa y a los Estados Unidos, para emprender el viaje, en que tenía que recorrer, aguas arriba, unas 2.100 millas de Amazonas y 1.200 millas de Putumayo. Convenientemente tripulado el vapor, y con provisiones para tres meses, zarpamos del Pará a la madrugada, que es la hora adecuada para pasar la bahía de Maranhao en calma, y no sin muchas penalidades, por causa del excesivo calor, de los mosquitos, de una alimentación dañina, etc., rendimos el viaje a los 52 días de navegación y llegamos a Cuembí.
En el Putumayo visitamos varias tribus de salvajes, y, como en la de Beneció, encontramos bastante leña preparada por los indios de esa tribu, demoramos en aquel punto unas horas y fuimos visitados nuevamente por aquella. Estaba ya catequizada, y en esta vez nos volvieron a obsequiar con lo mismo que en las demás ocasiones, agregando algo de caucho y de sarrapia, que usan en la parte superior de los brazos como adorno y como perfume. Un poco más acá de aquel punto penetramos en las chozas de la tribu llamada Orejones, cuyo nombre se debe a que desde que nacen les perforan las orejas y van introduciéndoles con frecuencia palos cada vez más gruesos, hasta que con el tiempo les cae la oreja al hombro;”(Pág. 15)
“Partió el vapor, y yo permanecí en Cuembí acompañado por los indios de aquel caserío. Después de disponer lo conveniente para subir hasta Guineo, en pequeñas canoas, el cargamento de mercancía compuesto de unos mil quinientos bultos, emprendí mi viaje en una canoita, y a los nueve días de navegación a palanca llegué a Guineo, de donde al día siguiente continué viaje a pie hasta Mocoa, centro de operaciones de extracción de quinas. Justamente en aquella época fue cuando hicimos poderosos descubrimientos de quinas cuereas, con abundancia verdaderamente increíble: en la ribera oriental del Caquetá, al partir de Descanse hasta la desembocadura del Orteguaza, es decir, en una extensión de unas 500 millas, a una temperatura de 24 a 30 grados centígrados, descubrimos quinales abundadísimos que al hacer los respectivos análisis, nos dieron un resultado de 4, 3½, 4, 4 ½, y hasta 6 por 100 de alcaloides; estos quinales existen en la base de la cordillera y en los lugares planos de la hoya del río Caquetá;” (Pág.16)[xix]
1902
Florentino Calderón Reyes, denuncia en carta enviada al Nuevo Tiempo: “… desde que el importante Ramo de Relaciones Exteriores estaba a cargo de los señores D. Antonio José Uribe, primero, y luego de D. Miguel Abadía Méndez, se presentaron, según se me ha informado, denuncios escritos y verbales acerca de la usurpación consumada por ciudadanos peruanos o por el Gobierno de aquella Nación, de una grande extensión de territorio en la parte baja del río Putumayo y sus afluentes, donde se han descubierto cauchales de inmensa riqueza. Precisamente esto se ha venido a confirmar con la carta publicada en el número 156 de El Colombiano, correspondiente al 1º del mes en curso. En esa carta, escrita en San Luis de Maranhao el 22 de Enero del corriente año, y dirigida al señor Director del citado periódico, asegura quien la dirige, el señor Francisco de P. Fajardo y Becerra, que el Gobierno del Perú ha establecido en el río Putumayo una aduana con resguardo, lanchas de vapor y guardas de frontera, y que son de mucha significación las expediciones de ciudadanos peruanos que se encaminan a ejercer derechos de dominio en aquella región y a explotarla.
Como
dije atrás, ya es tiempo de que nuestro Gobierno dirija sus miradas hacia esas
comarcas, haga acto de presencia en defensa de los derechos de la Nación, y
consagre un esfuerzo en el sentido de abolir la trata de indios y fomentar el
desarrollo de la civilización en aquellos desiertos colmados de riquezas.”[xx]
[i] INCORA. PROYECTO DE COLONIZACION MILITAR DIRIGIDA PUERTO LEGUIZAMO – LA TAGUA. Plan General de Desarrollo. Volumen II. División de Colonizaciones. Bogotá, Octubre 1977. Pág. 3
[ii] Domínguez, Camilo; Gómez, Augusto. LA ECONOMIA EXTRACTIVA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA 1.850-1.930. TROPENBOS. COA. Bogotá. Pág. 142-143
[iii] BARRIOS, LUIS A. HISTORIA DE COLOMBIA. Ediciones Cultura. Bogotá – Colombia. Quinta Edición. 1984. Pág. 154
[iv] Varios Autores. ATLAS CULTURAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA. LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO EN EL SIGLO XX. Ministerio de Cultura; Instituto Colombiano de Antropología; Corpes Orinoquia; Corpes Amazonía. Mapa 38
[v] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D. E. 2001. Pág. 201
[vi] Domínguez, Camilo; Gómez, Augusto. LA ECONOMIA EXTRACTIVA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA 1.850-1.930. TROPENBOS. COA. Bogotá. Pág. 239-240
[vii] R.P. Fray Jacinto María de Quito. RELACION DE VIAJE, EN LOS RIOS PUTUMAYO, CARAPARANÁ Y CAQUETÁ Y ENTRE LAS TRIBUS GÜITOTAS. Imprenta de “La Luz”. Bogotá. 1908.
[viii] REVERENDO PADRE FRAY GASPAR DE PINELL. EXCURSION APOSTOLICA POR LOS RIOS PUTUMAYO, SAN MIGUEL DE SUCUMBIOS, CUYABENO, CAQUETA Y CAGUAN. Imprenta Nacional. Bogotá. 1228. Pág. 50
[ix] OLARTE CAMACHO, VICENTE. LAS CRUELDADES DE LOS PERUANOS EN EL PUTUMAYO Y EN EL CAQUETÁ. Tercera Edición. Imprenta Nacional. Bogotá 1932. Pág. 71
[x] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 85
[xi] Domínguez, Camilo; Gómez, Augusto. LA ECONOMIA EXTRACTIVA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA 1.850-1.930. TROPENBOS. COA. Bogotá. Pág. 115
[xii] Domínguez, Camilo; Gómez, Augusto. LA ECONOMIA EXTRACTIVA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA 1.850-1.930. TROPENBOS. COA. Bogotá. Pág. 15167-168
[xiii] REVERENDO PADRE FRAY GASPAR DE PINELL. EXCURSION APOSTOLICA POR LOS RIOS PUTUMAYO, SAN MIGUEL DE SUCUMBIOS, CUYABENO, CAQUETA Y CAGUAN. Imprenta Nacional. Bogotá. 1228. Pág. 50-51
[xiv] CASAS AGUILAR, JUSTO. EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época prehispánica a la colonización agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág.113
[xv] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 85
[xvi] ARTUNDAGUA BERMEO, FELIX. HISTORIA GENERAL DEL CAQUETA. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá. Cuarta edición. 1999. Pág. 90
[xvii] Domínguez, Camilo; Gómez, Augusto. LA ECONOMIA EXTRACTIVA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA 1.850-1.930. TROPENBOS. COA. Bogotá. Pág. 177
[xviii] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 390
[xix] CALDERON REYES, Florentino. Nuestros Desiertos del Caquetá y del Amazonas y sus Riquezas. Imprenta de Luis M. Holguín. Bogotá. 1902.
[xx] CALDERON REYES, Florentino. Nuestros Desiertos del Caquetá y del Amazonas y sus Riquezas. Imprenta de Luis M. Holguín. Bogotá. 1902. Págs. 19-20