Historia para Leguizameños/as (8)

Publimayo

Por : John Elvis Vera Suarez

SIGLOS XVII Y XVIII: 

AVANCES DE LAS MISIONES.

ACULTURACION Y SOMETIMIENTO.


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Con la penetración paulatina en la Amazonia, los europeos con su poder militar, comienzan a someter a las Naciones Amazónicas, utilizando como herramienta primordial la evangelización y/o cristianización de los pueblos y seres infieles. Para lograrlo no les importó acabar con etnias enteras, avasallando sus culturas, esclavizando y masacrando a quienes se opusieran a su autoridad. En este periodo las misiones tienen su máximo apogeo y también su mayo declive. 

Con estas llegaron nuevas especies agrícolas y animales domesticadas por los europeos.

Se inicia el establecimiento muy incipiente de potreros para sus ganados (caprino, vacuno, caballar, cerdos y gallinas). Nace tímidamente una nueva forma de ocupación espacial y de aprovechamiento del entorno.  De igual manera se da comienzo bajo la tutela misionera, a la comercialización de ciertos productos naturales y/o elaborados por los nativos.

En la región Orteguaza – Medio Caquetá, los misioneros Franciscanos se encargaron de llevar a cabo la evangelización en los siglos XVI, XVII y XVIII.                                    Para la segunda mitad del siglo XVIII, ya se notaban las deficiencias de las misiones Franciscanas en la Amazonia.[i]


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Un gran número de indígenas de distintas etnias del “Gran Caquetá” (bajo esta denominación se incluye también al Putumayo) fueron sometidos a relaciones de esclavitud en el transcurso de los siglos XVII y XVIII.   Durante los siglos en referencia surgieron amplias redes de tráfico de esclavos nativos.   

En general, el tráfico de indígenas de la Amazonia se instauró mediante “Tropas de rescate” organizadas por particulares y representantes de autoridades (incluso misioneros), que adelantaban incursiones a territorios étnicos donde capturaban o adquirían indios a cambio de herramientas de trabajo (hachas, cuchillos, machetes), y armas de fuego.   En ocasiones, líderes locales indígenas se asociaron a la trata y, mediante acciones guerreras o relaciones de intercambio interétnico, obtuvieron “esclavos” nativos que negociaban con los europeos o sus descendientes.[ii]

  • “en el área del río Caguán y Orteguaza, la región estaba habitada también por “culturas de selva tropical”, pero con diferentes lenguas. De acuerdo con los documentos de la primera mitad del siglo XVII, predominaban la gente de lengua Tucano Occidental, Andakí, Pamigua y Caribe (o Murciélago).

Los grupos de la región vivían, habitualmente, dispersos en malocas, cada uno con su propia autoridad, aunque en algunos casos una localidad podía estar conformada por una familia extensa que habitaría en seis viviendas. Las comunidades de la región cultivaban, también, yuca, maíz, chontaduro, ñame, caimón, sisa y otras raíces, y tenían también gran dedicación a la caza, pesca y recolección. Su equipo tecnológico estaba conformado por trampas, lanzas, cerbatanas, etc. En particular una industria apícola bien desarrollada, que todavía en el siglo XVIII era la razón de los funcionarios españoles.(El subrayado es mío).

La región mantenía al igual que los Guayupes (“en el área de influencia de San Juan de los Llanos, habitaban en malocas, cultivaban yuca, maíz, algodón, tabaco y yopo. Preparaban la yuca en forma de casabe, portaban cerbatanas y macanas: las mujeres vestían una faldilla de corteza, y celebraban diversos ritos (entre ellos el sacrificio del primogénito). En las áreas circunvecinas vivían también, los Saes y Buchipas, con una cultura relativamente similar, los cuales se destacaban, además, por las siembras de algodón y maní, y la industria de tejidos y mantas.” – Pág. 3 del documento en mención) un intercambio importante de productos con la zona andina, proveyéndola con canela, pita, plantas medicinales, cera, plumas, cerbatanas, esclavos, etc., a las localidades andinas. Muchos de estos bienes tienen función chamanística, lo que es congruente con lo que sabemos del rol de otras regiones de tierras bajas suramericanas (al sur o al norte del Caguán) con respecto a la zona andina.

Los Murciélagos, sin embargo, presentaban otras formas de organización social. La localidad estaba conformada, principalmente, por el suegro y sus yernos, carecían de grupos de descendencia patrilineal, aunque disponían de rituales de máscaras – como sus vecinos los Tukanos Orientales. Los hombres llevaban, habitualmente, ceñido una corteza en el trono, y se caracterizaba por sus habilidades navieras. Así mismo, eran conocidos por el apelativo de Huaques o Murciélago, un nombre que quizás hace alusión a sus rituales antropofágicos”.[iii]

  • “…la planicie amazónica sólo fue descubierta por los misioneros a lo largo del siglo XVII. La planicie amazónica fue descubierta, no conquistada como ocurrió en el interior, pues las naciones indígenas encontradas opusieron una férrea resistencia a su conquista y reducción iniciada en el año 1632, con la entrada de los franciscanos, pero los indígenas recuperaron relativamente su libertad hacia los años 1790, 1792, cuando se rebelaron contra los misioneros y los obligaron a abandonar el territorio.

En el proceso de ocupación del espacio amazónico durante la Colonia, se pueden diferenciar dos agentes: el civil o laico y el religioso. Aunque ambos perseguían en el fondo un mismo objetivo político, ganar tierras y vasallos para su Majestad, cada uno estaba motivado por un fin particular. A los civiles, laicos u hombres del común les interesaba la consecución de una fortuna, pero no por la creación de riqueza, sino mediante la extracción de los metales preciosos – generalmente el oro – a través de la fuerza de trabajo indígena.

Es de suponer que, en razón del objetivo general, los dos agentes deberían actuar mancomunadamente; sin embargo, esto no ocurrió así, los enfrentamientos entre misioneros y funcionarios oficiales, así como con los encomenderos fueron muy frecuentes; como fue también habitual la obstaculización a los misioneros para el desarrollo de sus labores, por parte de esos funcionarios.

Pero los enfrentamientos no se circunscribieron a las partes civil y religiosa únicamente; históricamente ocupan lugar destacado las pugnas entre las comunidades religiosas, específicamente entre jesuitas y franciscanos, a quienes separaba no solamente la competencia en el campo de la evangelización, sino diferencias en la concepción filosófica de ésta. Los jesuitas eran los pregoneros de la Doctrina de la soberanía popular, muy peligrosa para la estabilidad política de la monarquía española. En ese orden de ideas, creían que los indígenas eran seres humanos con iguales capacidades y derechos que los demás hombres, y solamente había que darles la oportunidad y las condiciones para que lo demostraran. Eso fue lo que trataron de hacer en las misiones del Paraguay y los Llanos. Los adelantos logrados fueron algunas de las razones para su expulsión ordenada por Carlos III, en el año de 1767. Los franciscanos heredaron la mayor parte del patrimonio y los importantes por los jesuitas.

A los religiosos les interesaba conquistar almas para la religión católica, pero no exclusivamente, pues ellos necesitaban de una base económica, para lo cual, aprovechando el trabajo indígena crearon grandes haciendas. En la Amazonia esto no les fue permitido, de ahí que el Estado lo hubiera asumido el sostenimiento de las misiones. Y aunque el Estado lo hubiera permitido, es muy dudoso su éxito, dada la resistencia de los aborígenes a ser sometidos.”

“Con la evangelización, más que ésta, lo que se pretendía era habilitar a los indígenas para insertarlos en el proceso de producción; adecuar sus mentes y tomar posesión de ellas, para luego explotar su fuerza de trabajo. De esta manera la Iglesia empezó a cumplir su función de control social, convirtiéndose en el brazo ideológico y espiritual del Estado.”[iv]

  • “La “soledad” de las sociedades amazónicas se rompe algunos años después de la conquista española. Pero es solo a partir del siglo XVII cuando la cuenca amazónica cobra valor en el escenario mundial, bien como proveedora de productos agrícolas y forestales, bien como lugar de conflicto entre España y Portugal (Pineda, p.64:1987). Para este periodo, y sobre la base de la explotación del trabajo indígena, se desarrollaron algunos cultivos comerciales (algodón, añil, tabaco, café, arroz, caña, fríjol), pero los factores que le imprimieron dinámica a la inserción del a región en la economía mundial fueron la introducción de la navegación de vapor por el Amazonas y la demanda internacional de caucho.”[v]
  • “Hacia fines del siglo XVI, apoyados en las primeras incursiones españolas, los franciscanos establecieron en el piedemonte amazónico pioneras aldeas misioneras que servirían de escala para llegar, durante el siglo XVII, a territorios más orientales de los ríos Putumayo y Caquetá. Al tiempo, desde los llanos orientales se iniciaban expediciones que alcanzaron el alto río Orinoco.

Cuando no por fuerza, las mercancías (instrumentos metálicos, chaquiras, ropas, etc.), fueron anzuelo para la “pacificación” y la concentración de las étnias indígenas en aldeas (“rescates”, “reducciones”), en donde la doctrina y “costumbres cristianas” eran impartidas bajo la imposición de lenguas vehiculares. En el piedemonte se cultivaba (maíz, plátano, yuca, algodón,…), se cazaba y pescaba, para sostener las concentraciones indígenas, mano de obra utilizada en la explotación de recursos naturales silvestres y de oro comerciado vía los centros de Quito y Mocoa”. [vi]

  • Desde los siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX, se realizaron expediciones por los ríos de la Región, “traficantes de esclavos nativos, comerciantes, aventureros y buscadores de fortuna que una u otra dirección habían navegado el río Putumayo. Constantes incursiones de lusobrasileros en diferentes épocas remontaron el río Amazonas, realizando actividades comerciales en los ríos Putumayo y Caquetá, donde establecieron una red de tráfico de esclavos indígenas.”[vii]
  •  A partir del “Siglo Diecisiete los indios Tukanos occidentales del oriente ecuatoriano y de la región Putumayo-Caquetá de Colombia han estado influenciados por organizaciones nacionales religiosas y gubernamentales. Los Siona, quienes viven actualmente en la reserva de Buena Vista, tienen una rica tradición oral que documenta las crueldades españolas, la resistencia de los nativos, las guerras entre las tribus, los acontecimientos en las misiones y las epidemias que aniquilaron los asentamientos de las misiones. El principal tema presente en los relatos se refiere a la forma en que los chamanes defendían a los nativos de los extranjeros mediante la brujería.”[viii]
  • “Durante los siglos Diecisiete y Dieciocho, fundaron varias misiones a lo largo del Putumayo. La mayoría de ellas tuvieron una corta vida debido al pequeño número de misioneros, a las grandes distancias entre los asentamientos, la resistencia de los nativos y a las epidemias. Los indios mataron a varios sacerdotes (Castellvi 1944: 38-40), otros murieron de enfermedades tropicales. La susceptibilidad de los indios a las enfermedades occidentales fue una causa importante de la inestabilidad de las misiones. Miles de indios murieron en epidemias en 1589, 1669, 1749, 1756 y 1762 (Castellvi 1944: 42). Los que no murieron abandonaron la misión por miedo. Para finales del siglo dieciocho, la población de los Tucano occidentales en el Putumayo ascendía a 1500-2000, menos de un tercio de la estimada de 5000 en el momento del contacto (Langdon 1974: 31-32).

Los misioneros usaron regalos de machetes, herramientas, abalorios, y telas para atraer a los indios y para organizarlos en comunidades centralizadas. Se introdujeron los vestidos y se estableció la monogamia. Las grandes familias de las “malocas” se dividieron en viviendas d una sola familia rodeando una plaza y una iglesia. Los sacerdotes organizaron el cabildo español con los cargos de alcalde, regidores y fiscal, supuestamente elegidos por los indios (Santa Gertrudis 1970 Vol. III: 67). El aceite de tortuga y la cera recolectados por los nativos se intercambiaban en las regiones montañosas por vestidos, herramientas, ganado, cabras y gallinas. Los indios de ningún modo confiaban en los misioneros, a quienes tenían aversión. El franciscano Santa Gertrudis admite en sus crónicas que los regalos compraban obediencia, pero no una verdadera conversión o confianza.

Otra característica de este periodo fueron los conflictos intergrupales. Los Tukanos occidentales peleaban con los Huitotos, lo cual pudo haber sido motivado por la migración huitota Putumayo arriba, a causa de las actividades portuguesas en las partes bajas del río. Los Tucano occidentales también guerreaban entre sí. Para los Siona, los Oyos y Secoya eran los rivales más grandes, río abajo. Las Comunidades Siona también estaban en conflicto unas con otras, y las de San Diego peleaban con aquellas que se encontraban río abajo.”[ix]

  • “Allí, en el Putumayo, desde el siglo XVII los Franciscanos reunían grupos de indígenas “dispersos”, haciendo uso de la persuasión o de la fuerza, y conformaban pequeños poblados en donde las enseñaban los rudimentos de la religión católica y a vivir de acuerdo con los patrones culturales europeos en cuanto a vivienda, vestido y organización social y política. Sin embargo, frente a los grupos nativos reacios, o para reprimir el descontento, los misioneros hacían uso de piquetes de soldados o “escoltas” que impedían el abandono de los pueblos y que infundían también temor entre los indios.

Sin duda una de las razones más comunes para que esas poblaciones de indígenas desaparecieran tan fácil y frecuentemente, fueron las enfermedades. Más aún, varios levantamientos y abandonos violentos se debieron realmente el desespero de los indígenas que se veían forzados a permanecer en pueblos de misiones donde la gripe, la viruela, la tuberculosis y el hambre eran endémicas. La experiencia milenaria de estos grupos nativos les hacía temer las aglomeraciones como fuente de enfermedades. Huir e internarse en la selva, lejos del contagio, era la mayor profilaxis que se podía tener y así lo hacían los indígenas. Para los misioneros, sin embargo, que eran relativamente inmunes a varias de esas enfermedades, tales huidas eran delitos execrables y argucias del demonio que trataban de impedir a toda costa, pagando muchas veces con su vida tal incomprensión, el etnocentrismo del misionero, acostumbrado a las aglomeraciones urbanas y al manso fatalismo con el cual se morían los siervos europeos durante las pestes. No le permitían entender esas actitudes que interpretaban como una sublevación contra Dios y contra el Rey.”[x]

  • “Se puede estar de acuerdo en que el descubrimiento de América no fue tal, sino una invasión; que los europeos, cualquiera que haya sido el país en cuestión, no vinieron a traer la civilización, sino a destruir una variedad de culturas; que no vinieron a libertar sino a sojuzgar. Pero hay algo que no se puede desconocer ni tampoco menospreciar, es el coraje, el arrojo, la entrega y la dedicación a su apostolado de parte de los misioneros, quienes dejaron la comodidad de sus conventos y sus parroquias y desafiaron el ambiente hostil, peligroso y sacrificante de las selvas amazónicas.”[xi]
  • “Además de extender los dominios de la Corona española, propagar la fe católica, adecuar la mente de las naciones conquistadas para obtener de ellas una utilidad a través del tributo y la explotación y la explotación de la fuerza de trabajo e impedir el comercio ilícito con los portugueses, la presencia de los misioneros en el Putumayo y Caquetá, tuvo otras significaciones que, a pesar de su importancia secundaría, merecen ser mencionadas.

Por ejemplo,la utilización de las herramientas metálicas como el hacha, el machete, el barretón, el azadón y utensilios de uso doméstico de la misma naturaleza, al igual que las armas de fuego (la escopeta y la pistola), significó para estos grupos humanos su entrada en la edad de hierro y por tanto una transformación de su vida y sus costumbres. Porque así las misiones franciscanas hayan fracasado, los indígenas ya difícilmente se podrían separar del hacha, el machete, el cuchillo, los anzuelos y demás utensilios de metal. El fracaso de las misiones solamente implicaba la ausencia del misionero, más no la del blanco o mestizo, llámese portugués o español, quienes le seguirían surtiendo de estos objetos.

Los misioneros introdujeron por primera vez la ganadería en la Amazonia, en las modalidades de vacuno, caprino y ovino, así como las aves de corral. No hay evidencia de que las ovejas las hayan llevado selva adentro, pero sí los vacunos y caprinos, pues en el inventario del pueblo de Nuestra Señora de la Concepción, elaborado el 2 de marzo de 1752, figuran 23 cabezas de ganado vacuno y 12 cabezas de caprino.  Según el Padre Santa Gertrudis, el ganado había sido traído desde Pasto por el Padre José Carvó y las cabras y las cabras del Gran Pará. El ganado ovino sólo habría llegado hasta los pueblos del piedemonte, dado que sus características no son compatibles con el ardiente clima de la selva.

Otra innovación importante fue el cambio de la forma de construcción de la vivienda y por ende, el trazado de las formaciones urbanas, con la introducción del modelo ortogonal europeo en reemplazo del modelo circular u ovalado indígena, que implicaría una modificación en las concepciones tanto espaciales como políticas y de sociabilidad.

…con la llegada del conquistador la formación y utilización social del espacio, así como las prácticas sociales que en él se desarrollaban, desaparecen. La ciudad de la fiesta es sustituida por la ciudad del pecado y del castigo. El centro lúdico circular de libre concurrencia y utilización, es reemplazado por la plaza mayor, cuadrada o rectangular de uso restringido y reglamentado como lugar de todas las represiones y los castigos. …desde el mismo momento de su fundación la ciudad es criminalizada, al decir que esta es una ciudad de pecadores y malhechores. Pero desde ese mismo lugar (la plaza) serían vigilados, controlados y castigados los infractores de las leyes de Dios y del Rey.

Y ¿Quiénes eran los pecadores y malhechores? Los indígenas. Pecadores por tener unos ritos, unas creencias religiosas y unas prácticas culturales diferentes a las del invasor. Malhechores, tal vez, por desconocer la autoridad del conquistador y pretender recuperar su libertad e independencia.

En general, la plaza “corazón de la ciudad, se concibió y diseñó para glorificar la fuerza, exhibir el poderío bélico de los conquistadores, atemorizar a los campesinos americanos por medio de las paradas de caballería. Pero por la penuria de caballos como por escasez de nativos, pierde rápidamente este papel inicial y entonces el guerrero cede el paso al sacerdote: las paradas militares desaparecen y se multiplican las procesiones y los ceremoniales religiosos.”[xii]

  •  “Una recurrente estrategia histórica, ha utilizado la concentración y nucleación de la población para su centralización política y social, que permitiera la concentración de mano de obra indígena para la explotación de sus propios territorios, acompañado de un proceso “civilizatorio” que transformaría las prácticas culturales tradicionales apoyado en la evangelización, la caquetización y la educación.

Una vez establecido el contacto se optó por la extinción física, diezmando poblaciones ya sea por ataque directo, la introducción de enfermedades, la esclavización, la sobre-explotación de hombres o, simplemente, producto del desarrollo social.

La reducción de la mano de obra indígena siguió el camino de la esclavización, el servilismo, la tributación, el endeude, el trabajo obligatorio en procesos domésticos para sostenerse la mano de obra y a la población que la sometía, la construcción de infraestructura y su ocupación fundamental en centros de extracción de productos nativos. Recientemente su contratación como trabajador ocasional o empleado y la vinculación forzosa a procesos que posibilitaban el acceso a mercancías para sostener su propio sistema económico.

La intervención de procesos extractivos de productos naturales (“drogas de sertao”, gomas, fibras, pieles, coca, oro, etc.) ha llevado aparejado no solamente el sometimiento de la mano de obra indígena y su evidente decrecimiento demográfico, sino su inclusión en procesos técnicos de producción extraños a la economía de autosubsistencia. Puede observarse que el objetivo fundamental de extracción de productos nativos (zarzaparrilla, cacao, caucho, chiqui-chiqui, pieles, etc.), ha descansado sobre la sobre-explotación del sistema tradicional (maíz, yuca, frutales), la introducción de nuevos procesos de producción (hortalizas, legumbres), la explotación intensiva del medio (ganado), la presencia de empresas de gran escala (petróleo) o de economía salvaje (coca, oro).

Al desplazamiento del grupo doméstico sobre áreas próximas, impuesto por la indispensable itinerancia de las huertas, se impone la nucleación en aldeas permanentes. El proceso de transformación del asentamiento reemplaza la vivienda tradicional por casas palafíticas habitadas por familias nucleares satélites del grupo local original o bien, actuales aldeas indígenas conformadas por casas de familias nucleares alineadas de cara al río y a lado y lado de la iglesia, la escuela o internado y otros edificios administrativos, o en núcleos más densos se distribuyen en torno a una plaza. En torno a las aldeas se hallan los potreros de ganado; en su lugar o un tanto más alejado de la aldea se pueden encontrar “rastrojos” sobre-explotados, cuyo descenso productivo impulsa al indígena a buscar tierras mejores cada vez más alejadas de sus casas. El asentamiento permanente no sólo ha impulsado a la sobre-explotación del bosque por la horticultura, sino al agotamiento de las zonas de caza, pesca y recolección cercanas que no pueden satisfacer la demanda de tales concentraciones demográficas permanentes antes controladas por el desplazamiento semi-sedentario sobre áreas locales.

La desapropiación territorial es resultado del obligatorio desplazamiento de sus lugares de habitación elegidos como centros de asentamientos para la expansión occidental, o porque los procesos extractivos intervinieron directamente en sus propios territorios, o bien a causa del impacto indirecto sobre áreas aledañas a los centros de explotación occidentales.”[xiii]


[i]                             Varios Autores, LOS POBLADORES DE LA SELVA. Historia de la Colonización del     Noroccidente de la Amazonía Colombiana. Instituto Colombiano de Antropología.  Colcultura.  P.N.R., Universidad de la Amazonía. 1995.  Tomo 2  Pág. 42.

[ii]                            DOMÍNGUEZ, CAMILO. GOMEZ, AUGUSTO.   NACIÓN Y ETNIAS.   Los Conflictos Territoriales en la Amazonia 1750-1933.  COAMA. 1994. Pág. 123

[iii]                           PINEDA CAMACHO, Roberto. ASPECTOS DE LAS SOCIEDADES INDIGENAS DEL AMAZONAS EN LASP RIMERAS DECADAS DE LA OCUPACION ESPAÑOLA. Banco de la República. Bogotá, Marzo 9 de 1989. Pág. 4 – 5.

[iv]                           CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 38-42

[v]                            INSTITUTO SINCHI. LA AMAZONIA DE HOY. Agenda 21. Amazonia Colombiana. Enero 2001. Pág. 19

[vi]                           CORREA, Francois. LAS ETNIAS AMAZONICAS Y EL FUNDAMENTO  HISTORICO DE SU ARTICULACIÓN A LA SOCIEDAD NACIONAL. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Junio 1989. Pág. 3

[vii]                           CONSEJO REGIONAL DE PLANIFICACION. CORPES AMAZONIA. ESTADO DEL ARTE DE LOS ESTUDIOS SOBRE EL RIO PUTUMAYO Y  SU AREA DE INFLUENCIA. Santa Fé de Bogotá. 1998

[viii]                          Pineda- Camacho, Roberto.  Alzate Ángel, Beatriz.  LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 13

[ix]                           Pineda- Camacho, Roberto.  Alzate Ángel, Beatriz.  LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 15-16.

[x]                            GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 482-483

[xi]                           CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 48

[xii]                           CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 55-57

[xiii]                          CORREA, Francois. LAS ETNIAS AMAZONICAS Y EL FUNDAMENTO  HISTORICO DE SU ARTICULACIÓN A LA SOCIEDAD NACIONAL. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Junio 1989. Pág. 22-25


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