Historia para Leguízameños/as (5)

Publimayo

John Elvis Vera Suarez 

  • “De acuerdo con las investigaciones realizadas en el campo de la antropología y la arqueología, la historia del Putumayo tiene su punto de partida hacía el año 10 mil A.C., momento en que se empieza a tener noticia de la presencia de habitantes en la región.”[i]

 

  • “… estaban (los primeros habitantes del Putumayo) regidos económica, social, política, ecológica y espiritualmente por el modelo chamanístico. De ese modelo formó parte una conciencia ecológica que obligó a la conservación del medio ambiente. Así mismo, la organización para la producción y la organización social se hicieron en torno a la maloca, de donde los estudiosos han estructurado el modo de producción maloquero. Al momento de la llegada de los españoles los pueblos amazónicos habían evolucionado social y políticamente hasta el grado de cacicazgos, los cuales no permanecieron aislados, sino que mantuvieron relaciones de intercambio con otros pueblos de la misma Amazonia e igualmente con los de la región andina.”[ii]

 


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  • “Hablar de cultura en las sociedades amazónicas prehispánicas podría resultar un contrasentido si tenemos en cuenta la imagen cultural que de ellas nos formaron los europeos y que permaneció hasta hace pocas décadas, en palabras de Gerardo Reichel-Dolmatoff, “la imagen de un grupo de gentes primitivas y hostiles, cuya contribución al pensamiento humano había sido insignificante y cuyo nivel de complejidad social había quedado muy por debajo de las sociedades aborígenes del Viejo Mundo”. Agrega el autor que “se llegaba a pensar que los indios de la selva tropical eran sociedades fósiles; sociedades en cierto modo incompletas, que no habían evolucionado y no tenían enseñanza alguna que ofrecernos”. Pero las investigaciones recientes en los campos de la etnología, la antropología, la etnografía y la arqueología, sobre las tribus que aún subsisten en la selva pluvial, desvirtúan esa concepción y con el nivel de comprensión actualmente alcanzado empiezan a valorarse las realizaciones intelectuales de los pueblos indígenas de la cuenca amazónica, los llanos del Orinoco y muchas otras regiones del trópico americano. La nueva imagen del indio, es, la de un pensador altamente pragmático y con un sólido sentido de la realidad, e igualmente la de un filósofo abstracto, autor de complejos modelos cósmicos y planificador de vastos esquemas morales.”[iii]

 

  • “… las poblaciones amazónicas desde tiempos inmemoriales (el Paleoindio), organizaron su forma de vida con base en modelos chamanísticos, heredados de tradiciones asiáticas. Dice Elizabeth Reichel Dussán que:

 

“El chamanismo es una visión organizativa en la que el hombre es concebido como partícipe del universo y de sus leyes físicas y cósmicas, y como parte integrante del ecosistema. Las pautas de manejo social y ambiental reflejan un elaborado sistema de planificación a corto, mediano y largo plazo, orientado a un desarrollo adaptativo del hombre con todos sus entornos. Es una disciplina política, económica, ecológica y espiritual. Las características esenciales de cada ecorregión dentro de la Amazonia, estuvieron reflejadas en las estructuras formales de los sistemas chamanísticos plasmados en las culturas locales.”

 


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Los modelos chamanísticos fueron evolucionando en América hasta                 constituirse en patrones culturales locales. Estos patrones se habrían adaptado a los distintos medios ambientes y, en ciertas situaciones históricas, fueron constituyendo las bases indígenas características de las actuales regiones culturales de la Amazonia.

 

De los planteamientos hechos por Reichel Dussán, a partir de autorizados estudios, se concluye que durante un proceso de miles de años, los pueblos amazónicos “experimentaron y configuraron modelos de vida comunitaria y de formas sociopolíticas, creando concepciones propias sobre la vida, el orden, el tiempo, el espacio y el poder, así como sobre la familia, el matrimonio, el amor y la muerte”. De tal manera fueron posesionándose del medio ambiente, hasta lograr una articulación a éste, casi perfecta. Esa articulación se hizo acercándose cada vez más al conocimiento de las dinámicas de la flora y la fauna, de las características de los suelos (ya fueran tierra firme, o inundable), de los cielos y de las aguas (blancas u oscuras), y de las diferencias climáticas.

 

El conocimiento y dominio del ambiente permitió domesticar y luego cultivar algunas plantas, hecho que significó el descubrimiento de la agricultura tropical y la horticultura, lo cual habría ocurrido 2.700 años antes de nuestra era (?). Paralelo a estos desarrollos se produjo el dominio de los recursos pesqueros que proporcionaron las proteínas para la alimentación. Todo lo anterior dio lugar a otros procesos como la sedentarización progresiva, la evolución hacia formas de organización social jerarquizada y crecimiento demográfico. El proceso de perfeccionamiento de la agricultura condujo a la costumbre de tala y quema, que unida al cultivo itinerante y la rotación del uso de los, tuvo como objetivos la regeneración y la recuperación de los suelos.

 

Así, las cosas, el modelo chamanístico proporcionó al hombre amazónico un conocimiento de la naturaleza y el medio ambiente, el cual se tradujo en una conciencia ecológica que lo obligó a establecer unas relaciones de equilibrio y armonía con su entorno, gracias a las cuales se conservaron los diversos ecosistemas amazónicos, hasta la llegada del colono.”[iv]

 

  • “…dice Reichel Dussán que el desarrollo de la agricultura, así como el perfeccionamiento de la alimentación, generó la evolución hacia sociedades sedentarias, y éstas a su vez fueron sufriendo un proceso de estratificación. En cuanto a lo primero, por ejemplo, señala el descubrimiento y domesticación de la yuca en sus dos variedades: la dulce, en el área del piedemonte andino, y la brava, en las tierras bajas amazónicas. En cuanto al perfeccionamiento de la alimentación, destaca la desintoxicación de la yuca brava y la preparación de las medicinas, avances que exigieron la evolución de múltiples técnicas.

 

La evolución se materializó en otros aspectos como la guerra, la música, los juegos, los cuales se constituyeron en mecanismos de identidad, de placer o de lucha. La identidad de las etnias se demostraba mediante la pintura, los adornos corporales y la manera de vestir. Las características de la vivienda, la cerámica y la cestería permitieron distinguir los linajes, los clanes y las unidades maluqueras y etnias, de sus vecinos. De igual manera, los lenguajes se fueron especializando y diferenciando hasta llegar a constituirse en modelos elaborados de concebir la identidad y sus diferenciaciones en el contexto, así como la articulación de configuraciones regionales. Reichel Dussán explica así las sociedades amazónicas prehispánicas:

 

“…las comunidades posesionadas de áreas aptas para la agricultura, se habrían nucleado en aldeas, dando lugar a un modo de producción maloquero. Posiblemente vivían en grandes conjuntos jerarquizados de malocas, con una numerosa población, a juzgar por la extensión de los suelos antropogénicos, la abundancia de restos arqueológicos y de cerámica hallados en los lugares de asentamiento. Las sociedades alfareras y agricultoras fueron desarrollando diferentes estilos de vivienda y pautas de asentamiento. La maloca o gran habitación plurifamiliar, fue inicialmente una construcción adaptada al clima, a las temperaturas tropicales, a las lluvias, al sol y a los vientos; y orientaba según el contexto ecológico y astronómico ecuatorial. Un gran techo cónico, o de dos aguas, cubría una extensa área circular o rectangular de aproximadamente unos treinta metros o más de diámetro. Las vigas se posaban sobre postes de cerca de 20 metros de altura.

 

No hay duda que tales características denotan una sociedad con un alto nivel de complejidad, tanto en su forma de organización como en su concepción del mundo y la vida misma. Ello se evidencia entre otras cosas en que, las malocas eran trasladadas a otro lugar, cada diez años, para permitir la recuperación tanto de la porción de selva dañada, como del suelo de la vivienda. Esto demuestra el conocimiento del ecosistema, del límite de utilización tanto de la tierra como de los elementos bióticos existentes en un área determinada. Se cree que había malocas con funciones ceremoniales y religiosas, conducidas por chamanes y cantores, así como habría otras para hospedar a los grupos guerreros, otras para los prisioneros, y otras para los grupos domésticos, sobre todo en los cacicazgos medios y mayores, regidos por un jefe permanente que controlaba grandes grupos de aldeas. En la estructura de la maloca se reflejaba el cosmos, siendo ella, a su vez un microcosmos; en su interior se le asignaba a cada persona un lugar según su sexo y posición social. Se desarrolló el sistema político maloquero guiado por el jefe o dueño de la maloca, con asistencia de uno o más chamanes (con funciones defensivas y ofensivas), los guerreros y los cantores-bailadores”.[v]

 

  • Casas Aguilar en su obra “Evangelio y Colonización”, al referirse a las formaciones urbanas de las naciones indígenas amazónicas, cita a Jackes Aprile-Gnisette:

” En las aldeas de los hábitats prehispánicos el trazado circular sencillo es, a la vez, igualitario y unificador: cada casa se ubica a igual distancia del espacio central comunitario y queda en comunicación visual directa con él; el morador lo usa en su vida doméstica diaria como prolongación natural de la vivienda. El diseño urbanístico basado en la geometría del círculo favorece las ideas de solidaridad, de dialogo y de encuentro; además, el centro es el lugarde la danza, de la fiesta multitudinaria.”[vi]

 

  • Sobre “Contacto – Contagio: Enfermedades y Epidemias en el Putumayo”, Augusto J. Gómez López y Hugo A. Sotomayor Tribín, exponen: “Hoy se reconoce que, en general, los grupos humanos aislados y con baja densidad poblacional padecieron de un espectro de enfermedades infecciosas muy reducido si se les compara con el que presentan las sociedades intensamente intercomunicadas y con mayor densidad demográfica.

 

A esta realidad histórica universa se le agrega en el caso del hombre americano precolombino en general, el hecho de la casi ausencia en su medio de animales domésticos, que como en el caso del viejo mundo, por su convivencia por miles de años con los humanos, se han comportado como fuentes de ciertas enfermedades para el hombre como la brucelosis, la tuberculosis Boris, las teniasis, etc. y la ausencia de América prehispánica de los roedores, hoy plaga universal, de las ratas y ratones Rattusrattus, Rattusnorvegicusy Mus musculus y, en el caso del hombre amazónico, que éste no conoció en su medio los camélidos, que pastaban en los Andes centrales del  Perú, Ecuador y Colombia prehispánica y que sólo algunas de sus comunidades, las que tuvieron contacto comercial con las de los Andes, pudieron obtener de éstas perros. Hubo entre los habitantes de la selva la semidomesticación y uso a manera de mascotas de venados, pecaríes, dantas y de aves, como los loros y los guacamayos y en algunas áreas de la Amazonia colombiana del pájaro tente. Todo esto hizo que el indígena amazónico prehispánico viviera libre, hasta bien entrado el siglo XVI, de la inmensa mayoría de las infecciones que padeciera el resto del género humano.

 

En el segundo grupo de enfermedades, las nutricionales, que prácticamente desconocieron los indígenas amazónicos antes del contacto con los europeos, es necesario considerar que esta idea moderna se sostiene por las evidencias etnohistóricas y etnográficas que señalaron y muestran, como en el caso de la etnia de los Nukak, del interfluvio entre los ríos Inírida y Guaviare, en el departamento del Guaviare, el buen aspecto físico y nutricional de los indígenas aislados del proceso de “occidentalización”.

 

Esta buena situación nutricional se debió a un ajuste maravilloso del hombre indígena amazónico con su entorno selvático. Él hizo uso de todos los recursos proteicos, energéticos y de minerales y oligoelementos que le ofreció la selva desarrollando unos hábitos alimenticios ajustados a la oferta ambiental de aves, pescados, pequeños y grandes roedores, pecaríes, manatíes, micos, insectos – en etapa larvaria y adultos, ricos en grasas, carbohidratos y proteínas -, miel de abejas, palmas como la del seje o Mil Pesos (Oenocarpusbataua) – de la que se obtiene un aceite de la misma riqueza del aceite de oliva y una “leche” con un  valor proteico igual al de las mejores proteínas animales y con una composición muy parecida a la leche humana – y la del cananguche (Mauritia flexuosa); frutas, nueces, raíces, como la yuca brava, etc., al tiempo que desarrolló técnicas de manipulación, horticultura y agricultura de plantas de la región, que suplieron con creces la ausencia de los animales domésticos que como los cerdos, las gallinas, los bovinos, etc., introdujeron los europeos y sus descendientes posteriormente a la región. El hombre amazónico precolombino mantuvo su buena situación nutricional no sólo por lo anterior sino también porque desarrolló estrategias de baja densidad poblacional para mantenerse en equilibrio con la capacidad de carga o sostenimiento vital que le ofrecía la selva.

 

La baja densidad poblacional se logró por mecanismos culturales que, aunque algo diferentes según cada uno de los grupos étnicos, en general incluyeron tabúes sexuales que hicieron de la abstinencia una práctica bastante frecuente; abortos provocados ante embarazos no deseados; infanticidios de recién nacidos no esperados, de niñas primogénitas, de uno  o de los dos niños en caso de parto gemelar, y de niños con evidentes defectos congénitos; abandono de viejos y enfermos incapaces de participar en mínima forma de las actividades productivas; guerras frecuentes en cumplimiento de venganzas por rapto de mujeres o niños o por la convicción en el poder de la brujería; y sanciones como la muerte por faltas como el adulterio, etc.

 

La baja densidad también se mantuvo evitando la concentración de las viviendas en las pequeñas aldeas y buscando importantes separaciones entre éstas – de días de camino o navegación – convencidos de que la violación de estas normas aumentaba los riesgos de las desavenencias y la consiguiente brujería fatal entre los enemistados.”

“Fueron en general sociedades con baja natalidad y probablemente con tasas de mortalidad infantil bajas, o por lo menos nunca equiparables a las de las modernas y actuales poblaciones mestizas y campesinas pobres, si recordamos su preocupación por la limpieza de las viviendas y el cuidado de los niños lactantes – el siguiente niño nacía cuando el anterior ya caminaba y había sido destetado, alrededor entre los 2 y 3 años de edad; la introducción de alimentos diferentes a la leche materna se hacía después de los seis o doce meses de edad; se evitaban aquellos alimentos que a los niños menores les ocasionaran diarreas; y jamás consumieron leches de animales-.

 

La mortalidad infantil por enfermedades gastrointestinales de menores de dos y cinco años no debió ser de la gravedad que tuvo entre las sociedades pobres de los campos y ciudades de los tiempos hispánicos y republicanos; la mortalidad infantil por problemas respiratorios debió ser también baja, en comparación con estas mismas sociedades si se recuerda que virus respiratorios como los de la gripe y otros no existían, que la tos ferina no se conoció, y que la tuberculosis pulmonar, por razones de espacios físicos de las viviendas, densidad poblacional de las aldeas y las malocas y en general por la buena nutrición, no pudo ser una causa importante de morbilidad o mortalidad.

 

Ambos tipos de comunidades (de las tierras inundables y las de tierras firmes), aunque más las de tierra firme, se mudaban con cierta regularidad de sus lagares de asentamiento obedeciendo a patrones culturales que, como la muerte de uno de los dirigentes o el temor a la brujería de sus enemigos ancestrales, evitaban así la acumulación de basuras, con sus problemas sanitarios, y el aprovechamiento excesivo y peligroso de los recursos y reservas alimenticias naturales del entorno.”

“Entre las conductas humanas de riesgo para la salud se pueden mencionar la práctica de perforaciones de los lóbulos de orejas y el tabique nasal; el abandono ya mencionado de enfermos debilitados y los ayunos severos que se usaban como tratamiento de muchas dolencias; la creencia en el poder de la brujería, como causa de enfermedad y muerte, de los chamanes enemigos, que tantas veces desató guerras y venganzas entre los grupos y tribus.

 

Parece que entre los indígenas amazónicos sólo los Omagua y los Cocamas, del alto Amazonas, se practicaron deformaciones craneanas.

 

El consumo de bebidas fermentadas y con poco alcohol siempre se hizo en contextos sociales de participación en festividades y rituales y nunca como elemento de escape individual. Estas bebidas fermentadas, al igual que el consumo de substancias estimulantes y alucinógenas, comúnmente estuvo proscrito para las mujeres en edad reproductiva y en estado de embarazo. El infanticidio de los niños con deformaciones congénitas tuvo efectos eugenésicos.”

“En el caso de las viviendas indígenas el material vegetal – de partes de las diferentes palmas – con las que se construyeron y construyen, mantuvo y mantiene temperaturas en su interior agradables durante los días calurosos y las noches tibias; los pisos, siendo de tierra pisada, gracias al aseo que daban las mujeres de las evacuaciones de los niños menores y de los ocasionales perros que algunas sociedades pudieron tener, gracias al comercio con las comunidades andinas, no fueron lugares de suciedad ni de riesgo importante de contaminación de parásitos que siguen el ciclo ano-mano-boca; el humo de los fogones en el interior de las viviendas, si bien pudo irritar las vías respiratorias, preservaba y preserva contra el deterioro acelerado de la paja de los techos y la anidación en ellos de arácnidos al tiempo que repele a muchos insectos voladores.

 

Sobre el aseo de las viviendas es bueno recalcar que los animales usados como mascotas, por su carácter de semidomesticados, permanecían en el peridomicilio y que la ventilación en el interior de ellas no permitió la concentración de humos que se ve en la casa mestiza. Los indígenas no “aculturados” defecan y orinan en el interior de la selva, lejos de sus residencias y de sus trochas y siempre aguas abajo de sus asentamientos.

 

En las viviendas de los indígenas amazónicos fueron frecuentes las niguas, Tunga penetrans. Hoy se sabe que la enfermedad de Chagas no es frecuente en la Amazonia colombiana, y que sus vectores, los insectos triatominos, son escasos en la región.”

“La desnudez física y el mantener ritmos de trabajo muy ajustados a las necesidades de sobrevivencia y a las variaciones diarias de temperatura hizo que los indígenas, a pesar de la baja cantidad de sal en sus dietas, lograran su equilibrio térmico e hidroelectrolítico; los baños diarios, con substancias vegetales, que poco alteran el manto ácido de la piel, los protegió de muchas enfermedades de la piel. Limpieza corporal y ausencia de vestidos los libró de varias enfermedades y los mantuvieron frescos; el uso de pigmentos vegetales sobre sus pieles los protegió de los rayos solares como también les sirvió de repelente contra insectos.

 

No conocieron las caries dentales por consumir dietas libres de hidratos de carbono refinados, pero si otro tipo de patologías dentales como la abrasión por consumir muchas semillas, nueces y raíces. El consumo bajo de sal los libró de uno de los factores causales de la hipertensión arterial.”[vii]

 

  • “ENFERMEDADES CONOCIDAS EN AMERICA”

 

AGENTES ENFERMEDADES
Virus Fiebre Amarilla (Selvática)

Otros Arbovirus

Bacterias Micobacteria Tuberculosa

Treponema Pallidum, Carateum

Parásitos Tripanosoma Cruzi

LeishmaníaDonovani y otras

Ectoparásitos: Tunga penetrans, Sarcoptesscabei

Miasis

 

Fuente: Sotomayor, Hugo A. 1992. Arqueomedicina de Colombia Prehispánica. Bogotá. Cafam.[viii]

 

[i]                             CASAS  AGUILAR,  JUSTO. EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del  Putumayo desde la época prehispánica a la colonización agropecuaria. Eco ediciones. Santa fe de Bogotá, D.C. Septiembre 1999. Pág. 2

 

[ii] CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 7

 

[iii]                           CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 20

 

[iv]                           CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 21-22

 

[v]                            CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 27-28

 

[vi]                           CASAS AGUILAR, JUSTO.  EVANGELIO Y COLONIZACIÓN. Una aproximación a la historia del Putumayo desde la época  prehispánica a la colonización  agropecuaria. Santa fe de Bogotá. Septiembre de 1999. Pág. 56

 

[vii]                           GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 474-481

[viii]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 501


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