Por Ricardo Solarte
Siempre ocurre que quienes ganan las elecciones sienten que alcanzaron las estrellas y todo será color de rosa de ahí en adelante, y por el otro lado, quienes pierden sienten que todo se derrumbó y que no hay manera de volver a levantar la cabeza.
Ni lo uno, ni lo otro, todo es relativo. Vale la pena mirar con desapasionamiento lo que ocurrió en Putumayo en las elecciones de Gobernación y lo que puede venir.
Buanerges Rosero fue un claro ganador en las urnas, sin embargo su camino no será de rosas. Tendrá al diputado Cancimance con ganas de mostrarse políticamente para mantener vigencia y la manera obvia de hacerlo será a través de la oposición al gobierno departamental.
No será un diputado más, no solo por su votación sino también por su formación. El gobernador electo tendrá un ojo crítico y altisonante en la duma departamental que le podrá hacer la vida difícil.
Falta saber qué postura asumirá el representante Carlos Ardila, quien a pesar del golpe electoral tiene por delante más de dos años de ejercicio legislativo, y un congresista es siempre una voz que se escucha en el departamento y por fuera de él.
Entre enero y febrero se darán las primeras bajas de las filas del gobernador, me refiero a aquellos que tienen expectativas de hacer parte del equipo de gobierno. Nunca alcanza para todos y por lo que se vio en la campaña de ASI-Cambio Radical, son muchos los aspirantes a tener un espacio en la torta de la administración departamental. Y en cuanto a la contratación, las cosas se pusieron color de hormiga, porque una ley de la República adoptó el modelo de pliegos tipo para todas las licitaciones.
Andrés Cancimance fue la gran sorpresa. Pero en breve dejará de ser la novedad. En otras palabras, al diputado Cancimance le empezarán a pedir cuentas desde el día uno de su ejercicio en la Asamblea Departamental, y en ese momento no valdrán ni la hoja de vida académica, ni su militancia en la Colombia Humana.
Leandro Romo es el gran derrotado de la jornada. Tenía detrás una gran coalición cuya militancia no lo acompañó en su totalidad. Quizás le apostó demasiado a las estructuras políticas y menos a la opinión. Hay que tener en cuenta que los partidos tradicionales, como el Liberal, resultan poco atractivos para los primivotantes, aun cuando los exgobernadores impopulares de esa colectividad hayan ido a parar a otras toldas.
Por su parte, John Molina demostró que era la mejor opción que tenía el conservatismo porque superó en votos a Coral, a pesar de que su representante a la Cámara fue privado de la libertad en medio de la campaña. Aunque también sufrió una derrota, hoy es el jefe natural del Partido Conservador que, entre otras cosas, creció en número de alcaldías.
La obstinación de Jorge Coral de ser candidato a la gobernación pareció más una apuesta por demostrarle a la ciudadanía su inocencia que por ganar. Quizás cumplió su objetivo porque en la mente de los ciudadanos quedó sembrada la idea de que todo lo que ocurrió hace cuatro años se trató de un montaje, aunque no haya sido dicha la ultima palabra judicial. Demostró, eso sí, que en Puerto Asís es el rey. Hace cuatro años ganó ahí a pesar de estar en la cárcel y ahora repitió sin ser el favorito para ganar la gobernación.
Finalmente, la elección del nuevo gobernador del Putumayo es, a todas luces, un contraste de polos opuestos. Se quedó con el cargo una de las campañas que más músculo financiero demostró. Mientras el segundo lugar lo ocupó la campaña más austera. Tenemos a dos tipos de votantes: quienes se revelaron con la forma tradicional de hacer la política, y quienes aún se entusiasman con proyectos tradicionales como el de Buanerges.
En todo caso, para lo que viene, las candidaturas independientes y austeras, con alta preparación académica, podrían encontrar el camino allanado.
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