Orito: Cinco décadas de extractivismo en la Amazonía

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19 dic. CI.- El petróleo es una excusa que justifica la muerte de la biodiversidad en el departamento Putumayo. La deforestación del bosque en Orito, así como la contaminación de los ríos Acae y Putumayo son ejemplos del negocio petrolero. El municipio de Orito cuenta con más de 250 pozos y 55.000 personas que lamentan el día que llegó el extractivismo a su territorio, en 2017 el 10% de la deforestación nacional se dio en el bioma Amazónico.

Sin duda la historia de Orito resalta el Oleoducto Trasandino -OTA-. La multinacional Texas Petroleum Company trajo su maquinaria entre el año 1968 y el año 1970 para ensamblar el tubo que hoy tiene capacidad para extraer diariamente 85.000 barriles de petróleo, desde Orito hasta el municipio Tumaco en el departamento Nariño. Este es el recorrido que hace el petróleo finalmente embarcado en el Océano Pacífico hacia países como China y Estados Unidos.

En el medio Putumayo no existe agua potable y la sustitución de cultivos ilícitos es una compleja realidad en el marco de implementación de los acuerdos de paz entre las Farc y el Estado. Campesinas y campesinos que hoy cambian los cultivos de hoja de coca para sembrar comida ven cómo la multinacional Gran Tierra contamina sus fuentes hídricas y cientos de cultivos. Esta región incluye, además del Putumayo, a los departamentos Caquetá, Amazonas, Guaviare, Guainía y Vaupés, y algunos sectores de los departamentos de Meta, Vichada, Cauca y Nariño.

Luis Villareal es un campesino de 70 años que vive en la vereda Campo Bello de Orito, y el pasado 18 de noviembre explotó uno de los tubos que transportan petróleo y atraviesan el frente de su finca. Este hecho dejó graves afectaciones: “La explosión de la tubería afectó cultivos de caña, cacao y el pasto donde tengo los animales; como eso quedó todo empantanado de crudo, los patos, bimbos [pavos] y gallinas hasta ahora se están limpiando. Eso duró echando petróleo para arriba varias horas, el agua de la quebrada también se contaminó, ahí está a la vista”, explicó Luis.


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El manejo del agua y el acceso a la tierra hacen parte de la soberanía alimentaria, pues garantizan el derecho a la alimentación y a la nutrición de los pueblos; si una de ellas falta no es posible que la sociedad y el medio ambiente tengan desarrollo alguno. En Orito frecuentemente se vulneran estos derechos. Allí la gente no sabe dónde ubicar un riachuelo limpio, una quebrada sin químicos, un río donde no exista rastro de petróleo. La bonanza petrolera ha limitado la posibilidad para criar animales y cultivar alimentos.

María Díaz vive en la vereda Monserrate desde hace 48 años, es campesina y expresó que “Muchas cosas hay para grabar, las contaminaciones de las aguas son a cada nada. Acá teníamos palmares de chontaduro y eso se acabó todo; ahora usted ve solo pedazos de tronco, de chonta. La agua era abundante y limpia, ahora son muy poquitas y el pescadito se ha perdido. Antes uno comía mucha cucha, bocachico, y ahora uno va a pescar y no encuentra nada”.

Los testimonios de Luis y María son reflejo de cómo el petróleo impactó la sociedad y el medio ambiente en Orito, Putumayo y Colombia desde hace más de cinco décadas. El desarrollo que prometió el gobierno liberal de Carlos Lleras Restrepo en 1968 y la inversión extranjera de la empresa Texas con el OTA, significaron pérdida de soberanía, acumulación y despojo de tierras, pobreza extrema, y bienes naturales destrozados. En las áreas rurales de la Amazonía el servicio de acueducto sólo llega al 18% de las viviendas, el alcantarillado para el 7,8%. Son ejemplos concretos.

El gobierno de Iván Duque continúa ese modelo que comercializa los bienes colectivos a las empresas extranjeras, la estructura productiva del Plan Nacional de Desarrollo -PND- 2018-2022 ‘Pacto por Colombia’ no distingue que la extracción mineroenergética no puede ser sostenible en Putumayo. A pesar de esto, resulta extraño el PND ya que destaca “La región de la Amazonía como parte del bioma amazónico es un territorio vital para Colombia y el mundo. Esta región contribuye a la regulación climática, la retención de carbono, el abastecimiento de agua, y alberga una amplia diversidad biológica”.


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El Presidente hace una mala lectura de la caracterización regional pues su correcta interpretación propendería hacia la conservación de la Amazonía y el estímulo de las alternativas para el desarrollo. Si a esto le sumamos que en esta región existen 185 Resguardos indígenas y 9,8 millones de hectáreas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, las políticas de extracción mineroenergética no tendrían cabida en Orito, Putumayo ni en toda la región.

Ahora bien, si el desarrollo se quiere, hay que destacar que la economía en el Putumayo depende 34,8% del sector de hidrocarburos, pero la posibilidad para diversificar su economía y fuentes de ingreso es enorme; su biodiversidad y cultura es un atractivo turístico y científico que las comunidades ya trabajan como alternativas productivas al petróleo.

CI JA/MM/JA/19/12/18/9:20

Fuente : ColombiaInforma


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