Guerra de chamanes, la oscura realidad detrás del turismo de la ayahuasca

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El periodista madrileño Carlos Suárez Álvarez lleva 11 años instalado en la Amazonia colombiana y ha comprobado en primera persona las consecuencias de la moda del consumo de esta planta

En una choza en lo más profundo de la selva peruana un icaro, el canto ritual de los shipibo, flota en el ambiente. Las palabras y los tonos profundos que emite el chamán reconfortan y guían la mente de un hombre que vomita y se retuerce sudoroso sobre el suelo. El día que el periodista Carlos Suárez Álvarez tomó ayahuasca por primera vez en una pequeña comunidad indígena de los alrededores de Pucallpa, en Perú, algo cambió dentro de él. No vio prismas de colores, ni conectó con Dios, ni recibió todas esas revelaciones que suelen contarse sobre la planta más mística del Amazonas, sin embargo, la experiencia le sirvió para darse cuenta de que esa era la historia que siempre había querido contar. Unos años más tarde, en 2007, Carlos lo dejó todo para instalarse en la ciudad colombiana de Leticia —un enclave fronterizo en pleno río Amazonas dividido entre Colombia, Perú y Brasil— y hacer un máster en Estudios Amazónicos por la Universidad Nacional de Colombia.

Más de una década después y con una trilogía de libros a su espalda — Ayahuasca, amor y mezquindadAyahuasca entre dos mundos y Ayahuasca, Iquitos y Monstruo Voraz— este madrileño podría considerarse como uno de los mayores especialistas en la materia. Su mirada, un puente entre la cosmovisión indígena y la occidental, es un golpe de realidad que desmonta los relatos psicodélicos sobre formas geométricas de colores y supuestas conversaciones con ‘el Creador’, los mismos que atraen a miles de turistas cada año a lo más profundo de la selva peruana cada año. Pero, ¿qué hay detrás de esta ‘moda’?


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Muchas veces cuando se oye hablar de la ayahuasca no se sabe muy bien si es una planta o un ritual o las dos cosas. ¿Qué es la ayahuasca?

Por ayahuasca se entienden dos cosas. Por un lado la liana que crece en la región amazónica y por otro una medicina que se prepara a través de la cocción de la liana y otros aditivos siendo el más habitual la chacruna. Esta se emplea en ceremonias nocturnas por las que el curandero ayahuasquero consigue conectarse con el mundo espiritual y es en ese estado en el que recibe el poder de sus aliados espirituales para sanar a los pacientes que tiene alrededor.

Dicho así suena todo muy rollo new age

Ese sería el relato en los términos de los indígenas aunque habría que matizar que para el occidental ese ‘mundo espiritual’ podría significar otras muchas cosas que no tienen porqué darse en el contexto indígena. La ayahuasca puede ser consumida por las personas de la comunidad que quieren acceder a ese mundo espiritual o simplemente purgarse ya que, además de producir una serie de visiones relacionadas con el mundo espiritual o del subconsciente, tiene un efecto purgante al producir vómito y en ocasiones incluso diarrea. Digamos que es una planta que te limpia.


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¿Es por ello que siempre se la suele catalogar como una ‘planta sagrada’?

Más que planta sagrada, en todas las culturas indígenas, la ayahuasca está categorizada como una planta medicinal y en sus vocabularios no hay nada que se parezca a esa acepción de planta sagrada que es un prejuicio que portamos los occidentales en torno a todas las cuestiones espirituales como herencia del cristianismo. Lo ‘sagrado’ implica que algo es bueno o puro. Sin embargo, el uso que se hace de la ayahuasca puede ser bueno o malo: puede ser una medicina o puede ser un veneno, dependiendo de en qué manos caiga.

En uno de los capítulos de Ayahuasca entre dos mundos se dice que las visiones que produce el DMT estorban del trabajo de la ayahuasca…

Más que molestar, las visiones distraen. Es evidente que para los pueblos indígenas la parte importante del remedio es la liana ayahuasca y que los aditivos como la chacruna son secundarios. Es esta segunda planta la que contiene el DMT que se supone que produce las famosas visiones que desencadena la ayahuasca. Existe un error muy común incluso en la bibliografía científica de basarlo todo en el DMT y esto es un error grave porque minimiza la importancia de la ayahuasca.

¿Como es esto de que se ‘supone’ que produce las alucinaciones?

Digo ‘se supone’ porque hay muchas decepciones entre los extranjeros que llegan aquí con la intención de tener visiones coloridas y muchas veces la experiencia es muy oscura, no se ve nada y te la pasas vomitando. De hecho, algunos curanderos acostumbrados a trabajar con gringos le están añadiendo otras plantas como el toé, que en Europa se conoce como la burundanga. Se supone que un poco de toé en la mezcla puede hacer las visiones mucho más potentes y duraderas lo cual puede, además, crear unos efectos secundarios desagradables porque el toé no es una planta fácil.

Vale, hablemos de esos extranjeros que van en peregrinación a Perú para beber la ayahuasca. ¿Son tantos como parece?

He intentado hacer unos cálculos y creo que entre 15.000 y 20.000 extranjeros acuden cada año a la ciudad de Iquitos para tomar ayahuasca, ya sea una vez o en un tratamiento de varios días en uno de estos albergues en medio de la selva. Estos lugares se han montado para recibir a lo turistas con todas las comodidades y muy al gusto de los occidentales.

¿Qué impacto está teniendo el turismo de la ayahuasca sobre el terreno?

La recolección tan bestia de la liana ha provocado que haya extensas zonas de la selva peruana en las que no se puede encontrar la ayahuasca en su estado silvestre. Esto no significa que se vaya a extinguir, porque a las zonas alejadas no es rentable ir para recolectar. Además, están surgiendo plantaciones que, según los propios curanderos, hacen que la calidad de la medicina sea mucho menor.

Más allá de los albergues, en tu libro expones como algunos de estos curanderos están fabricando y exportando botellas de ayahuasca por 150-200 dólares, ¿qué te parece esto?

A día de hoy la ayahuasca se produce para su consumo en los cinco continentes. Y ojo que personalmente no me parece mal que haya personas que quieran tomar ayahuasca en Nueva York, Australia, Japón o en España, simplemente es indudable que existen unos efectos perjudiciales. Sacar la medicina de su contexto y ponerla en uno nuevo afecta el resultado que no tiene porqué ser malo. Sin embargo, lo que te están vendiendo en los albergues como tratamientos tradicionales no lo son.

Cuéntanos un poco de la ‘guerra chamánica’ que cuentas en los libros, ¿crees que los turistas seguirían viniendo si supieran todo lo que se cuece en torno al negocio de la ayahuasca?

Evidentemente a los turistas de los albergues no se les dice nada de guerras chamánicas ni de brujería. Para el extranjero todo es sagrado, son todos santos, todos buenos, caritativos y compasivos. Sin embargo, la brujería es un elemento constitutivo, fundamental y esencial del curanderismo ayahuasquero. La mayoría de los pacientes que acuden a un curandero por una enfermedad grave ha sido causada por la brujería realizada por otro curandero, otro brujo.

¿Cómo es una guerra entre chamanes?

Todo surge de relaciones sociales fallidas. Las personas se envían virotes, es decir, embrujos, que es como se llaman esos dardos mágicos que se clavan en tu cuerpo y te hacen sufrir, porque otros han acumulado demasiado, han generado envidia o han tenido un problema con alguien. El curandero tiene que sacarle el virote y devolverlo al agresor, es decir, al brujo que lo envió y al que le pagaron para hacer el trabajo. Absolutamente todos los curanderos ayahuasqueros del Amazonas sin excepción son considerados por los demás como brujos y los albergues han introducido un elemento de desigualdad muy grande que a la postre provoca estas ‘guerras’ entre chamanes.

¿Crees que el boom de la ayahuasca va a continuar en los próximos años?

Supongo que seguirá creciendo pero de manera autosostenida. Quiero decir que, a no ser que alguien como Leonardo DiCaprio salga diciendo que le ha cambiado la vida, no habrá otro boom. Al final son modas y esta ya ha alcanzado su máximo. Seguirá creciendo a menor ritmo e incorporándose a las ofertas de espiritualidad que Occidente pone a disposición de sus ciudadanos al mismo nivel que el yoga o el tai chi. No estoy negando el potencial terapéutico, pero tampoco es el milagro que quiere venderse.

¿Cómo podemos hacer los ‘gringos’ que queremos tomar ayahuasca para no meter la pata?

Si alguien realmente desea venir aquí y experimentarlo hay un par de páginas, AyaAdvisor y Retreat Guru, que sirven exactamente igual que TripAdvisor.Creo que son herramientas útiles aunque el boca a boca es fundamental. Hay varios albergues en Iquitos y Pucallpa que funcionan muy bien, de hecho, recomiendo a la gente que quiera tomar por primera vez que vaya a un albergue y no a una comunidad indígena perdida donde las condiciones no le van a permitir disfrutar la experiencia. Eso sí, deberían asegurarse que al albergue al que van tenga una trayectoria contrastada.

¿Y cómo habría que prepararse para tomarla?

Sobre todo hay que librarse de los prejuicios e ideas preconcebidas aunque sea difícil. Siempre que entrevisto a turistas dicen que vienen sin pretensiones pero no es verdad, al final de la ceremonia siempre te reconocen que no habían tenido las visiones y alucinaciones que esperaban. Otra cosa es que personas con problemas cardiovasculares, anorexia o problemas mentales graves, como esquizofrenia o trastorno bipolar, y sobre todo persona están empleando antidepresivos, no deberían tomar ayahuasca bajo ningún concepto.

Para acabar, ¿qué es lo que realmente se puede esperar de la experiencia con ayahuasca?

Hay que tener claro que la ayahuasca no te va a cambiar la vida literalmente.Puedes tener un momento de lucidez y que esto te sirva para sacar cosas en claro, sobre todo si tuviste una infancia traumática, etc. pero teniendo en cuenta que tendrás que regresar a tu dinámica urbana y reintegrarte a tu vida diaria, eso se llevará todo por delante. Cuando todo lo de alrededor está mal no es suficiente con curarte a ti mismo. Si la sociedad a lo que perteneces no está sana tú tampoco lo estarás. Y eso es precisamente lo que, por desgracia, muchos turistas que pasan por aquí no logran entender.

Fuente : CódigoNuevo


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