Autor: Silvio Flabio Rono Chavez
Año: 1952
Mi mamá lo cuenta muy bonito, vamos a ver que tanto me acuerdo – dice Ángel Luna, el sexto de los once hijos de doña Teresita Enriquez, la primera reina de Villagarzón-. Tenga paciencia que la historia comienza bien atrás. Ella tenía cinco años cuando llegó a Urcusique, el primer asentamiento que tuvo Mocoa cuando todavía era corregimiento.
Ahí vivieron las primeras familias hasta que, en 1946, llegó el general Julio Garzón Moreno diciendo que era el Comisario del Putumayo y que había que fundar un pueblo. Trajo un equipo de topografía y él mismo trazó todo. Dijo dónde iban las casas, donde la escuela, donde el mercado. Al principio, al pueblo le pusieron Villa Amazónica, pero luego quisieron rendirle un homenaje al fundador y lo llamaron Villagarzón.
Ahora sí viene el cuento. En esas llegó un sacerdote capuchino y comenzó a recoger fondos para construir la primera iglesia. Hizo colectas, puso la gente a vender empanadas y organizó un reinado. Debió ser como en el 50, porque mi mamá, que fue candidata, tenía 15 años y ella nació en 1935.
Ganaba la que más fondos recogiera. Había dos favoritas, mi mamá y una señorita Gait Valencia. El día de la premiación, hicieron las cuentas y como estaban muy parejas, la gente comenzó a poner más plata. “Yo pongo un peso por Teresita”, gritaba uno. “Yo pongo dos la Valencia”, cantaba el otro. Y así hasta que un señor dijo: “Yo pongo 100 pesos por doña Gait”.
Pero pasó lo de colombiana en Estados Unidos y le quitaron la corona para dársela a mi mamá. Resulta que el señor nunca apareció con el cheque y la que más había recogido, entonces, era ella. Lo malo, fue que el Obispo no quiso recibir nada. Dijo era plata mal habida porque venía de la bebida y de los juegos de azar. Esa es la historia.
Fuente : NaciónRevelada