RICARDO AREIZA/LN
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A pesar de los avances que se han logrado en materia de reconstrucción, Mocoa no logra salir del horror de su peor tragedia.
Un año después, los detonantes que provocaron la catástrofe no han sido desactivados y permanecen como testigos mudos advirtiendo que un fenómeno similar puede repetirse.
Aunque se han logrado avances significativos en la reconstrucción de la infraestructura arrasada por las avalanchas torrenciales, las causas que las provocaron siguen intactas. Y sin posibilidades de adoptar medidas de mitigación, según lo anunció la gobernadora Sorrel Aroca. En su opinión, no hay estudios concluyentes.
Sin embargo, la agresiva degradación de las cuencas las ha convertido en una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, como sucedió hace un año, con un saldo oficial de víctimas de 314vmuertos, entre ellos 170 niños, 300 heridos y por lo menos 106 desaparecidos.
Las crecientes súbitas de los ríos Mulato y Sangoyaco y las quebradas Taruca, Conejo y Almorzadero que atraviesan el área urbana de Mocoa, arrasaron con el precario equipamiento urbano, agravando la problemática del territorio asediado por la violencia, la exclusión y el narcotráfico.
Los detonantes
Los desprendimientos de tierra no se han detenido. A lo largo de la cuenca, la tierra se sigue desmoronando lentamente. Desde el centro devastado de la capital del Putumayo se ven intactas las cicatrices que las remociones en masa le han marcado a las cordilleras.
La deforestación tampoco ha logrado detener su avance presuroso y se levanta como una de las causas silenciosas de la catástrofe. Además, se suma el avance y profundización de la actividad petrolera. Putumayo ocupa hoy un lugar privilegiado en la industria extractiva, desplanzando al Huila. Desde el 2013, ocupa el sexto lugar con una producción estimada de 44.882 barriles diarios.
Amenaza sísmica
Por estar ubicada en el piedemonte amazónico, Mocoa no solo afronta los riesgos por remociones en masa, crecientes súbitas o avalanchas torrenciales. También enfrenta un alto riesgo sísmico asociado con las fallas geológicas. Asentada sobre un cúmulo de terrazas aluviales y torrenciales provenientes de la cordillera andina, la capital del Putumayo afronta otros riesgos sísmicos. Varios depósitos cuaternarios están plegados a la Falla de Mocoa, un sistema tectónico activo asociado al sistema de fallas geológicas de Algeciras-Suaza- Afiladores. Según expertos, este sistema reaparece sobre el flanco oriental de la cordillera Central en forma de la falla de Guamuéz y Mocoa, y en el valle tectónico del Sibundoy con la Falla de Alfiladores.
“La actividad sísmica del sector sur o del Putumayo muestra un patrón más amplio que cubre toda la cordillera e incluye el gran sismo de Mocoa en el siglo XVIII. Curiosamente, la actividad reciente ha sido menos destacada, una anomalía que podría indicar la acumulación de energía y la eminencia de un evento importante en la zona del Putumayo”, reportó Miguel A. Castiblanco, experto de la Universidad Nacional.
Sobre la cuenca alta de los ríos de Putumayo y Guameé, en límites con Nariño, se destacan varios focos volcánicos incluyendo los de Sibundoy, El Campanero, Mujundinoy, cerro Estero, Patascoy, cerro Alcalde entre otros (Robertson 2007). Eventualmente, estos sistemas volcánicos han aportado grandes volúmenes a las cuencas altas de los ríos de la vertiente amazónica, en especial al río Guameé (Robayo y Castro 2001).
Punto de partida
Un estudio realizado por Corpoamazonía, nueve meses antes de la tragedia mostraba las amenazas: vertientes fracturadas, pendientes desplazadas hacia abajo y deformaciones superficiales del suelo.
Luis Alexander Mejía Bustos, director general de la entidad, advirtió que además, las orillas de los ríos estaban desprotegidas, las riberas socavadas por las aguas sin control y los lechos colmatados de sedimentos y materiales de arrastre. Pero también las riberas habían sido invadidas por asentamientos humanos, sin ningún control por parte de familias desplazadas por la violencia, indígenas desarraigados y desempleados provenientes de otras regiones del país.
Deforestación
Además de los graves problemas ambientales agresiva deforestación de sus bosques protectores, es hoy una clara amenaza. Putumayo es uno de los cuartos departamentos con la mayor deforestación del país.
La deforestación sólo en Putumayo ha causado la pérdida de por lo menos 740.000 hectáreas de bosques entre los años 2001 y 2017. El Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) revela que la principal causa de la deforestación es el aumento de pastos para ganado.
La mayor deforestación se registró en el 2014, cuando se tumbaron 9.730 hectáreas de bosques amazónicos. Otro momento de alta deforestación en esta zona sucedió entre 2016 y 2017 cuando se perdieron 12.200 hectáreas reportó, Brian Hettler, especialista de Amazon Conservation Team.
Invasiones
El desbordado crecimiento urbano, presionado por el desplazamiento forzado originó otro riesgo: la descontrolada urbanización de las zonas de ronda hídrica, contaminación de los ríos y destrucción de los ecosistemas acuáticos.
El conflicto armado y la proliferación de bandas criminales asociadas al narcotráfico han generado un desplazamiento masivo hacia el casco urbano aumentando las demandas de vivienda y servicios públicos. Sólo en Mocoa hay registrados 35.015 desplazados, según la gobernadora Sorrel Aroca.
Los costados del río Sangoyaco, desde la Avenida Colombia (vía a Pitalito) hasta la desembocadura en el río Mocoa, están urbanizados informalmente. Incluso, hay sectores consolidados muy cerca de sus orillas.
Los ríos Mulato y Sangoyaco y Taruca han sido declarados de alto riesgo con eventos torrenciales por su régimen de pendiente.
Los tres ríos registran con regularidad crecientes súbitas con graves destrozos.
La cuenca del río Sangoyaco ha sido intervenida en la parte baja por viviendas improvisadas, muchos de ellas levantadas sobre los muros de contención.
Por lo menos 130 predios están localizados en zona de amenaza por inundación. La urbanización informal se acrecentó con los fenómenos de desplazamiento.
El sector de mayor riesgo es la Vega del río Mocoa en el costado occidental, donde históricamente se han presentado inundaciones recurrentes.
Según el Plan Básico de Ordenamiento Territorial, las áreas ribereñas y las zonas de ronda hidráulica en el área central, han sido ocupadas por asentamientos informales en un porcentaje que supera el 50%, lo cual aumenta significativamente el riesgo para la población allí localizada.
Los vertimientos y la disposición de residuos sólidos en estos sectores de los cauces constituyen una de las mayores fuentes de contaminación para estos cuerpos de agua.
En medio de esta problemática, el gobierno declaró la emergencia social, económica y ecológica para facilitar la reconstrucción. Un año después el proceso ha logrado avances. El ministro del Interior, Guillermo Rivera, nacido en Mocoa, indicó que el gobierno garantizó 1,2 billones de pesos para la reconstrucción. Sin embargo, las prioridades en materia ambiental, no avanzan al ritmo esperado.
Tomado de : LaNacion