Un año después de la firma del acuerdo,  las FARC reconocen que las disidencias son un fenómeno real.

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Por. Jesús Bernal

Cumplido un año de la firma final del Acuerdo de Paz del Teatro Colón, entre gobierno nacional y las FARC, en el Putumayo se evidencian dos problemas. El primero es que la demora en la  implementación y la re-incorporación por aparente improvisación del gobierno, llevó a un sector de los ex combatientes a volver a las armas y el otro es que quienes se quedaron, reclaman apoyo en proyectos productivos, con el agravante de no tener  tierras.

Putumayo, región donde predominó la presencia de los Bloques 48, 15 y 32 de las FARC, un año después de la firma final de los acuerdos de paz entre gobierno nacional y las FARC, hay cambios significativos según la seguridad según comunidades  campesinas. De otro lado ante lo expresado por el ONU en Colombia, acerca de las decenas que excombatientes de las FARC que salieron de las zonas de reincorporación, es corroborado por algunos voceros de esa organización.

 Los representantes y comunidades campesinas, que han recorrido el Putumayo y que tan tenido el contacto con diversos sectores a diario, hoy se puede emitir un concepto sobre lo que ha pasado en un año, luego de la firma final del acuerdo de paz. Eder Jair Sánchez, hijo del municipio de Santiago lo sabe y lo cuenta. “Es claro que se redujeron los hostigamientos. Otro logro importante es que ya no se hicieron atentados a la infraestructura social, como era puentes o electrificación, y lo más grave era con el tema de la infraestructura petrolera. Eso ya quedó para la historia. No se volvió a escuchar cuando ha pasado más de un año donde ya no ha habido  ese tipo de atentados. Pero quizá, para las veredas y los campesinos también mejoró la movilidad. Ha habido más tranquilidad para moverse en las veredas de unas a otras”.


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Ante lo expresado por el ONU en Colombia acerca de las decenas que excombatientes de las FARC que salieron de las zonas de reincorporación, en el Putumayo es evidente esa realidad. Es claro y real lo que dice Luis Alberto Gómez, vocero de las FARC y quien acompaña el proceso de sustitución de cultivos de coca. Manifiesta que “Por el incumplimiento del Estado la guerrilla está tomando otros rumbos. Algunos de los guerrilleros se están yéndose a raspar hoja de coca, algunos otros se han ido a integrar bandas delincuenciales, incluso han sido contratados por el mismo narcotráfico y eso nos preocupa. Frente a los programas de capacitación,  queremos hacer parte de esos programas y ser partícipes de un fenómeno de producción nuevo, que es el que las FARC siempre han querido.  Es integrarnos a la vida civil para producir y no para destruir. Esa es una nuestra intensión”.

La región de La Carmelita se convirtió en la zona veredal que más excombatientes albergó con una cifra inicial de 450 hombres y mujeres. Quienes se quedaron allí, piden oportunidades, alternativas para ellos y para quienes ya tienen familia. Proyectos como el de transformación de la madera o la panadería son opciones. Pero también quieren proyectos productivos.  Para el jefe de panaderos de la zona de capacitación Edison Garzón “El gobierno ha ido muy lento con el proceso de reincorporación. Consideramos que prácticamente se ha improvisado demasiado y eso no le ha generado la confianza suficiente a la gente, porque un proceso de paz, donde todo lo que tiene que ver la reincorporación sobre todo en los proyectos productivos, son para que gente mire el trabajo del campo y el desarrollo económico”.

Las mujeres que estuvieron en la guerra y que por muchas circunstancias estuvieron en las filas de las FARC, hoy tienen otra mirada, incluso las que consideraron que en la selva no podrían convertirse en madres pero que ahora ya lo hicieron, como es el caso de  Martha Medina, quien fue combatiente por veinte años.   “El mensaje para el país es que nos pongamos todos en órbita. Con Lo que está pasando no descartemos las posibilidades que se pueda repetir una guerra. De que se pongan la mano en el corazón. Si no han tenido hijos en la guerra, yo les puedo decir que la guerra no es lo mejor. Muchos dicen y quieren que la guerra siga porque no han ido, o porque no han puesto sus hijos. Pero que se pongan en el lugar de nosotras las madres, de los soldados o de los policías. Entonces nosotros decimos no queremos volver a la guerra. Igual, el que quiera volver a la guerra, pues que sean ellos los que se coloquen ese equipo y el fúsil”.

La gran preocupación para los líderes campesinos es la presencia de nuevos actores armados. Por ahora el Putumayo tiene más turismo, se puede viajar en cualquier momento del día. Lo que exigen algunos líderes sociales es que se debe implementar una nueva pedagogía para que no se estigmatice a los campesinos por parte de la fuerza pública, como lo indica Eder Jair Sánchez.  Decenas de ex -guerrilleros recibieron capacitación del Sena en varias prácticas, pero no cuentan con los elementos, herramientas y recursos para cristalizar sus ideas.


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