Silvia Castilla Montagut, geóloga de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), explica que cada erupción del volcán conforma lo que se conoce como “unidad eruptiva”, por lo que ella se concentró en la llamada Laguna Verde, conformada por todo el material que –se cree– forma parte de la última erupción.
La unidad está conformada por nueve conjuntos de capas y cinco horizontes balísticos, los cuales corresponden a una alineación de bloques emitidos por el volcán, explica la investigadora.
Para el estudio se recolectaron muestras de los conjuntos de capas más representativos con el fin de analizar en el laboratorio su granulometría y los minerales que las componían.
Así mismo, para identificar tanto los minerales que conforman las rocas y cenizas recolectadas, como su textura, se hicieron cortes pequeños a los materiales hasta que quedaran de 30 micras para poder observarlas en el microscopio.
Se encontró que las muestras contenían minerales como plagioclasa, cuarzo, anfíboles, biotitas y opacos, combinación de minerales característica de magmas félsicos, es decir que pueden llegar a ocasionar erupciones explosivas.
El análisis de la textura de los minerales fue clave porque da información sobre cómo sucedió la erupción; por ejemplo se encontraron texturas de desequilibrio en plagioclasas y biotitas, y variación composicional (diversos componentes) en anfíboles y plagioclasas.
“Todo esto nos puede indicar la posible mezcla entre varios reservorios cercanos de diferentes temperaturas, lo que pudo detonar la erupción de un magma con alto contenido de agua preeruptiva (entre 5 % y 6 %)”, precisa la geóloga Castilla.
Una de las opciones es que ocurrió una mezcla de magma, es decir que el magma más profundo avanzó hacia la superficie y al mezclarse desestabilizó el sistema y pudo causar la erupción.
No se descarta que pudo ocurrir una asimilación, lo que significa que el magma iba subiendo y asimilando las rocas alrededor, con lo cual cambió su composición.
Se cree que durante la erupción ocurrieron al menos cinco fases eruptivas: “se pudo tratar de un mismo cuerpo, como una especie de tapón y repetidos colapsos al interior del volcán que obstruyeron temporalmente el conducto; sus consecuencias se hacen evidentes en los horizontes balísticos, los cuales hacen referencia a las rocas que salen del volcán e informan sobre los cambios de energía que tuvo la erupción”, precisó la geóloga.
Por último, se hallaron las temperaturas y presiones a las cuales, probablemente, pudo haber estado el magma. Se reportaron temperaturas entre 842 °C y 941 °C, lo que indica presiones de entre 160 y 345 megapascales, y una profundidad entre 6 y 13 kilómetros.
Actualmente el Azufral no reporta actividad volcánica, aunque su última erupción se presentó en 2009, y fue de tipo freática, es decir que no hubo interacción con el magma.
Se espera socializar esta información para dar a conocer el comportamiento de este volcán de gran interés, ya que es el único en Colombia que tiene un lago intracratérico, lo cual puede generar dinámicas capaces de emitir cenizas volcánicas en erupciones explosivas.
Con información de Agencia de noticias Universidad Nacional
Fuente : KienyKe