En medio de modestas casas rústicas hechas con madera vive el pueblo Kichwa, una comunidad indígena con cerca de mil años de historia. En esa remota región del Putumayo, a una hora del municipio de Puerto Leguízamo, se ubica el resguardo de Cecilia Cocha, heredero de tradiciones ancestrales que han pasado de generación en generación. Allí los indígenas aprendieron a fortalecer sus tradiciones a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
Lina María Murcia, una profesora que trabajaba en la Institución Etnoeducativa Rural Indígena Kichwa Santa Cecilia, vivía es esta lejana región. Allí enseña a niños del resguardo, en medio del Parque Nacional Natural La Paya. Ella, junto con un grupo de profesores del colegio se capacitaron en el uso básico de las TIC gracias a Computadores para Educar. Fue ahí cuando surgió la idea de aprovechar estas tecnologías para afianzar las tradiciones de la comunidad.
“En esta comunidad únicamente algunos adultos pueden hablar con fluidez Runa Shimi. El colegio tiene un método de aprendizaje propio que busca responder a las necesidades de los Kichwa. Pero a pesar de tener clases de lengua materna, los niños no lograban entusiasmarse por el idioma. Entonces tuvimos la idea de crear un Karaoke en Runa Shimi, expresión que en quechua significa ‘Lengua del Hombre’”, explica Lina María.
Esta pequeña comunidad es una de las pocas en Colombia en hablarla. Se trata de la segunda vertiente de quechua más practicada en el continente, en especial en Ecuador, pero que lastimosamente en el país está desapareciendo poco a poco.
Diez niños de Cecilia Cocha se animaron a participar en la elaboración del karaoke. Con dedicación confeccionaron sus propios trajes típicos de chambira, semilla de lágrima de San Pedro y otras fibras naturales. Saltando en círculos preparaban sus coreografías, mientras sus padres los dirigían y les enseñaban los pasos. Todo debía salir perfecto para cuando llegaran a San Marcelino, un cabildo indígena en el municipio de San Miguel en el Putumayo, Colombia, ubicado en la frontera sur con el Ecuador. Allí verían de primera mano sus mismas tradiciones pero en una región donde están más arraigadas.
Nunca habían visto buses, nunca habían salido de su resguardo. Por eso sus ojos se abrían de par en par cuando se montaron en canoas y viajaron río abajo hasta llegar a la frontera. En ese punto tomaron bus hasta San Marcelino. Miraban por la ventana asombrados por lo que veían: motos, carros, carteles y casas diferentes a las suyas.
Al llegar al cabildo, todo parecía nuevo para los niños. Conocían por palabras de sus padres y los mayores la manera en que su comunidad vivía hace muchos años. Sin embargo, ahora estaban en un lugar donde todo eso era verdad. Los bailes, la música y la lengua, todo era parte de la cotidianidad, y no actos ceremoniales y para fechas especiales como en Cecilia Cocha.
Allí conocieron a un grupo que tocaba los ritmos tradicionales. Un armazón de tortuga era golpeado animosamente por un joven mientras otro sacudía la surupanga, un manojo de ramas con un sonido peculiar. A estos se les unía el bombo, flautas y diferentes instrumentos de cuerda que hacían parte de la indumentaria de esta agrupación.
“Los temas que se usaron para elaborar las letras de las canciones eran la medicina tradicional, el yagé, alimentación, bebidas tradicionales y territorio. La idea inicial era fortalecer la lengua con el karaoke. Pero cuando lo empezamos a hacer y realizar los videos, nos dimos cuenta que también se apoyó otros aspectos culturales: los bailes, las artesanías, la medicina tradicional y muchas otras cosas de su forma de ver el mundo y que se incluyeron en los videos, empezaron a llamar la atención de los más jóvenes”, explica Lina.
La experiencia fue más que satisfactoria. Con los videos se enseña Runa Shimi a casi 100 estudiantes de todas las edades y diferentes comunidades como los mismos Kichwas y los witotos. Cada vez más niños se animan a unirse en el grupo de baile de la comunidad. También quieren hacer su propio grupo musical, fabricar artesanías e incluso se han interesado más en sus bebidas tradicionales como el anduche y platos como el mayto.
La profesora Lina disfrutó tanto la experiencia, que ahora se encuentra capacitándose en manejo de las TIC para crear nuevos proyectos: “Estoy aprendiendo mucho, porque la idea es crear un libro digital en Kichwa en el que se incluya gran parte de la cosmovisión de la población, recopilando todas sus tradiciones. Es un trabajo arduo pero muy interesante. Para eso estoy estudiando una Maestría en Lingüística y mejorando mis habilidades con las TIC”.
Experiencias como la de los Kichwa demuestran que lo tradicional y la tecnología pueden vivir en armonía, ayundando a fortalecer las costumbres y las formas de vida ancestrales de los pueblos indígenas. Este proyecto fue catalogado como la tercer mejor experiencia en Competencias Ciudadanas e Inclusión con TIC en el pasado encuentro de docentes Educa Digital, organizado por Computadores para Educar y MinTIC.
Fuente : KienyKe
http://www.kienyke.com/emprendimiento/indigenas-tecnologia/