Los Kamentsá están ubicados en el Valle de Sibundoy, al noroccidente del Putumayo. Se presentan como un pueblo que ha heredado por medio de la tradición oral muchos usos y costumbres que aun en la actualidad se mantienen vivos. Son un pueblo lleno de valores, que a su vez, nos dan a entender, practicar y enseñar los principios de su identidad cultural, autonomía, respeto y demás pilares sobre los cuales descansa el mundo Kamentsá.
El hombre Kamentsá siempre ha estado en contacto con la naturaleza pues la entiende como fuente fundamental de creatividad.
Para ellos, la lengua, es la primera manifestación de creatividad ya que fue inventada con el fin de designar un nombre a cada ser de la naturaleza. Esto explica porque los antiguos Kamentsá dedicaron gran parte de su tiempo a la contemplación con el único fin de lograr compenetrarse y sentir la acción de cada ser. La primera actividad creativa de este pueblo fue inventar palabras con las que designar seres y fenómenos naturales.
La palabra constituye así, un elemento fundamental de identidad dentro del arte Kamentsá, entendiéndola más allá de un simple instrumento comunicativo. Desde ella se crean cuentos, mitos y se integra este pueblo con la naturaleza. Hoy encontramos guardadores de la palabra antigua que transmiten sus conocimientos por medio de la tradición oral, la escritura, la narración o la poesía.
Para los Kamentsá el shinyak o fogón es considerado el lugar sagrado de las tres piedras que sostienen la vida; allí se forja íntimamente la personalidad del hombre Kamentsá. Junto al fogón confluyen las energías de la vida familiar: se cocinan los alimentos que familiarmente se cultivan y los que comunitariamente cosechan e intercambian. También se sazona la antigua y nueva palabra. Junto al fogón se sienta toda la familia.
Los Kamentsá asocian la palabra con el hilo, entendiéndose el hilo, como un elemento conductor de la existencia y pervivencia a través de los tiempos. Por lo tanto, el tejer tiene connotaciones casi que sagradas. Igualmente, consideran que la primera creación ha sido la palabra y cumple una misión, la de que permanezca con vida el pensamiento Kamentsá, generación tras generación.
Su producción artesanal gira en torno a la talla en madera y la tejeduría. Los maestros de la talla desde tiempos antiguos crean rostros en los que el espíritu de la vida se manifiesta. Contemplaron con mucha atención las expresiones de cada ser humano e imaginaron caras de seres sobrenaturales las cuales se manifiestan en mascaras, cuyas facciones son talladas cuidadosamente.
La tradición oral es una fuente inagotable de inspiración, junto a ella las visiones del Taita o padre Yagé, inquieta el espíritu de tejedoras y talladores para que broten de sus manos los rostros del alma. La contemplación paciente permite entender el murmullo de las hojas de los árboles al paso del viento, el vuelo del colibrí o el jugueteo del guacamayo con las montañas. Constituyendo así el entendimiento de la naturaleza como la principal motivación para crear obras en el bello oficio del tejido y la talla en madera.
“Aprendan a tejer, de esta manera nunca van a sufrir en la vida; si olvidan el tejido nunca van a entender lo que es vivir en comunidad, porque cada hilo representa un hombre Kamentsá, una mujer Kamentsá y cada dibujo simboliza una vida…” Palabras como estas, son las que las abuelas transmiten a sus nietos alrededor del tejido. Importante destacar que hay hombres que también tejen.
“Siempre hay que estar hablando y agradeciendo a Tsebatsana Mama –Madre Tierra-; cuando uno teje habla con ella. Así como un niño se une a su madre a través del ombligo, nosotros nos unimos a ella a través del tejido.”
El tejido es una forma de expresar sentimientos y escribir los símbolos de la vida, no solo se teje para vestirse y adornarse. Con el paso del tiempo el tejido ha ido evolucionando y junto a la creatividad de las maestras y maestros tejedores, nuevas formas se inventan; a veces es la necesidad, otras veces es el gusto de propios y ajenos lo que inspira.
La inspiración siempre ha estado en los seres de la naturaleza, por eso existen símbolos dedicados al agua, al sol, a la luna, a la Madre Tierra, a la mujer, el canasto, las costillas, los caminos, las montañas, el nido, los cultivos, las aves, entre muchos otros que son representados en los tejidos que visten y usan cotidianamente.
Kamentsá: convierten la palabra en un hilo, un conductor de la existencia