“Lo primero que uno tiene que hacer cuando posee algún recurso es saber qué tiene. Si yo tengo una librería, por ejemplo, de nada me sirve tener 500 mil libros y no conocer sus títulos y autores. Lo mismo sucede en la botánica. Colombia no sabía hasta ahora qué especies de plantas tenía, y no podemos olvidar que las plantas son la base del desarrollo de cualquier país. Las plantas forman los ecosistemas, son la base de la alimentación de los animales, proporcionan las sustancias con las que hacemos las medicinas, son las que nos mantienen vivos. Por eso era necesario saber qué era lo que teníamos”.
Al otro lado de la línea telefónica está el botánico y consultor de la Universidad Nacional, Rodrigo Bernal. Él, junto con el profesor Robbert Gradstein, del Museo de Historia Natural de París, y Marcela Celis, del Jardín Botánico de Bogotá, son los editores de una obra que es considerada como la más grande de la historia del país en su materia. Se trata del ‘Catalogo de las plantas de Colombia’, dado a conocer esta semana por la Universidad Nacional y el Ministerio de Medio Ambiente.
Básicamente, el Catálogo anuncia que Colombia tiene registradas 26.186 especies de plantas y 1.674 de líquenes, estos últimos unos particulares organismos. No son plantas, pero tienen una función muy importante para el mundo.
Los líquenes nacen de la asociación de un alga y un hongo y se encargan de colonizar las zonas donde aparentemente no hay nada: un territorio rocoso, el borde de un volcán, la orilla de una carretera, una zona alterada donde no existe vegetación alguna. Después forman el sustrato para que empiecen a nacer las plantas. Son algo así como los pioneros, los que abren el camino, dice el profesor Bernal al teléfono.
Pero entonces: ¿qué significa que Colombia posea casi 30 mil especies entre plantas y líquenes?
“Que Colombia tenga esa cantidad de especies la ubica entre las tres primeras naciones con mayor persidad, después de Brasil y China, pero hay que tener en cuenta que en términos de área Brasil y China son entre siete y diez veces más grandes que Colombia, así que podríamos afirmar que el país es una de las principales potencias mundiales a nivel ambiental. Eso significa que tenemos un potencial tremendo para nuestro desarrollo sostenible. Colombia está sobre una mina de oro vegetal, pero lamentablemente se ha dedicado a destruir los ecosistemas sacando el oro mineral.
Entonces en vez de aprovechar su riqueza verde, nos enfocamos en la dorada, poniendo en riesgo las plantas. De 26 mil especies de plantas, imagínese cuántos compuestos químicos podrán existir en ellas, quizá las sustancias que curarán el Sida, el alzhéimer, el cáncer. Pero el primer paso para llegar a eso es saber que tenemos esas especies, dónde están y en qué estado se encuentran. Ese paso ya lo dimos”.
Para terminar el catálogo tardaron 13 años y en él participaron 180 botánicos de 70 instituciones ubicadas en 20 países diferentes.
Igualmente, los editores viajaron a las principales bibliotecas botánicas del mundo ubicadas en Berlín, Londres, París, Washington, además de las bibliotecas de Colombia. Y consultaron la colección de plantas colombianas protegidas en los diferentes herbarios del planeta.
El Catalogo, por cierto, continuará abierto a nuevas inclusiones de especies. Según el cálculo de los investigadores, aún hay por lo menos 4000 plantas por ser descubiertas, es decir un 15% del total de especies del país. Uno de los nuevos retos de Colombia tras el documento es financiar las exploraciones botánicas para descubrirlas.
“La cifra total del Catálogo incluye de hecho 496 especies que no han sido halladas todavía en Colombia, pero cuya presencia en el país es casi segura, pues han sido recolectadas en áreas fronterizas vecinas, la mayoría de ellas a menos de 10 kilómetros de la frontera. En muchos casos, como sucede con numerosas plantas de Carchi (Ecuador) o de Amazonas (Venezuela), la especie ha sido recolectada en el país vecino, justo al otro lado del río que marca la frontera.
Entonces, como bien lo señalan en la presentación de la obra el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Rector de la Universidad Nacional, este Catálogo no es, de ninguna manera, el final de la investigación botánica en el país. El conocimiento de nuestra flora es todavía incompleto y existen vastas regiones que han sido escasamente exploradas. Cada año se descubren varias decenas de especies nuevas para la ciencia y se amplía el área de distribución conocida para muchas otras, a la vez que los investigadores descubren día tras día nuevas aplicaciones para nuestras plantas. El camino a recorrer es todavía largo. Pero la información que se presenta aquí constituye una valiosa herramienta sobre la cual podremos planear el futuro de nuestra flora: su conocimiento y su protección; su aprovechamiento racional y su incorporación a nuestra identidad nacional; y por encima de todo, su utilización como fuente de información para continuar aportando desde la investigación a la protección de los recursos de nuestro país”.
El documento, de otro lado, funciona también como una guía “parcial” para conocer cuántas especies hay en vía de extinción, lo que permite diseñar políticas públicas para su protección. En el catalogo también están consignadas las cifras de las especies endémicas de Colombia, que son alrededor seis mil, por cierto.
“La cuarta parte de las plantas son exclusivas de Colombia, así que la responsabilidad de su supervivencia es del país”, advierte el profesor Bernal.
Es decir: el nuevo ‘Catalogo de plantas’ será también la guía para el diseño de políticas públicas encaminadas a la protección del medio ambiente de la nación.
Detalles
El registro de las especies está disponible en el sitio web (catalogoplantasdecolombia.unal.edu.co).La versión en línea del Catálogo ofrece la posibilidad de hacer consultas mediante la opción Búsqueda avanzada. Así se podrían obtener respuestas a preguntas como ¿cuántas y cuáles especies de árboles hay en la Amazonia?; ¿cuáles son las plantas que crecen por encima de 3000 metros de elevación?; ¿cuáles son las plantas en peligro?, entre otras.