Frank Pearl
Experto ejecutivo y acérrimo partidario de la paz negociada, Frank Pearl alcanza a los 54 años el cenit de su vida pública al convertirse en el jefe negociador del Gobierno con la guerrilla del Eln, una tarea para la que lleva una década preparándose y por la que dejó el mundo de los negocios.
Pearl, es bogotano de padre canadiense y madre colombiana, se formó concienzudamente para ser un destacado ejecutivo, como demuestra su currículo académico: economista de la Universidad de los Andes de Bogotá y maestrías en Administración de Negocios del Richard Ivey School of Business (Canadá) y en Administración Pública de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
Con semejantes estudios, no tardó en destacar y ocupar importantes responsabilidades, como ser consultor asociado de la firma estadounidense McKinsey & Company e incluso presidir Valórem, que gestiona y opera parte de las compañías de Julio Mario Santo Domingo, uno de los dioses del Olimpo empresarial colombiano.
Su trayectoria le hizo liderar entre 2005 y 2007 un grupo de empresarios y académicos que creó el Consejo Privado de Competitividad de Colombia, iniciativa acogida también por el Gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).
Uribe fue el trampolín para su vida pública, que comenzó en 2006 cuando fue nombrado Alto consejero Presidencial para la Reintegración Social y Económica y que definitivamente se relacionó con la resolución del conflicto armado en 2009, cuando se convirtió en Alto Comisionado para la Paz.
Fueron unos años intensos para Pearl, que llegó a enviar una carta a los dirigentes de las Farc para proponerles, a petición de Uribe, abrir unos diálogos de paz, iniciativa que finalmente no prosperó.
Además, apoyó sin reservas el controvertido proceso de Justicia y Paz puesto en marcha por el entonces presidente para resolver la situación jurídica y la desmovilización de alrededor de 37.000 paramilitares que integraban las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), disueltas oficialmente en 2006.
Su experiencia no pasó desapercibida para el actual presidente, Juan Manuel Santos, que al iniciar el proceso de paz que se desarrolla con las Farc desde noviembre de 2012 contó con él como negociador.
Pearl, por tanto, conoce los entresijos de las conversaciones de La Habana, algo extremadamente útil si se tiene en cuenta que desde ambas guerrillas se ve con buenos ojos la posibilidad de hacer confluir ambos procesos, y que además algunos de los puntos ya preacordados con las Farc pueden ser adoptados por el Eln.
Con el Ejército de Liberación Nacional (Eln), a quien tendrá al otro lado de la mesa, comenzó su interacción de forma extraoficial en enero de 2014, cuando se iniciaron los “diálogos exploratorios” con la guerrilla para desembocar en el inicio del proceso de paz anunciado hoy en Caracas.
Frente a los seis meses que se tardó en anunciar el inicio de la negociación con las Farc, los más de dos años que se ha necesitado con el ELN no son excesivos si se tiene en cuenta los altibajos que el proceso ha sufrido por los secuestros ejecutados por el grupo armado, respondidos por los comedidos silencios de Pearl.
Quizá la prudencia y la paciencia sean los únicos rasgos que puedan deducirse del temperamento del jefe negociador, hermético en lo que se refiere a carácter y circunstancias personales y que ha comparecido solo una vez ante la prensa antes de hoy.
Fue el mes pasado, cuando un casi desconocido Pearl exhibió su tono más duro ante el Eln para advertirle de que se le estaba acabando el tiempo “para hacer parte de la solución política al conflicto armado en Colombia”.
Firme y contundente. Muchos en Colombia apuntan que ante juntas directivas o grupos armados, Pearl sabe manejar nervios de acero.
Antonio García
“Antonio García”, alias de Eliécer Erlinto Chamorro Acosta, será el jefe de la delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional (Eln), una paradoja para un hombre que ejerce el liderazgo militar de esa guerrilla a la que se unió tras dejar inconclusos sus estudios de Ingeniería.
Como en el caso de la mayor parte de los guerrilleros en Colombia, los datos que se tienen sobre “Antonio García” son escasos y están sesgados por su vida en la montaña.
“García” nació en 1956 en la amazónica región del Putumayo, una de las más pobres y aisladas del país, en el seno de una familia liberal con fuertes simpatías por Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo de ese partido que fue asesinado en 1948, un hecho que desencadenó una serie de disturbios conocidos como “El Bogotazo”.
Tras el asesinato de Gaitán se inició en Colombia el período conocido como “La Violencia”, del que surgieron movimientos guerrilleros como las Farc.
El jefe militar del ELN partió a estudiar Ingeniería Eléctrica en la Universidad Industrial de Santander (UIS), en la ciudad de Bucaramanga, donde realizó actos en favor de esa guerrilla, la segunda mayor del país.
En ese centro educativo recuerdan cómo un día desapareció sin que nadie supiera gran cosa acerca de las razones.
Tenía 19 años y había decidido unirse al Eln, un grupo donde lleva ya casi 40 años y que ha liderado en el campo militar sin que haya conseguido cambiar las posiciones en el tablero del conflicto armado colombiano.
En la década de 1980, apenas unos años después de ingresar oficialmente en la guerrilla, “Antonio García” fue elegido para el Comando Central (COCE), el organismo colegiado que dirige al grupo armado.
El ELN, nacido por la influencia de la Revolución Cubana y en la que tuvo un fuerte impacto la Teología de la Liberación, es una guerrilla de influjo marxista-leninista.
Es también considerado como un grupo armado mucho más apegado a su doctrina ideológica que las Farc, radicalismo que también ha dificultado el inició de un proceso público de diálogos de paz.
Eso hace todavía más paradójico que sea un líder de perfil militar y no político el que dirija la delegación que encabece al Eln en el proceso de paz.
Sin embargo, “García” ha sido jefe de su guerrilla en los otros intentos de abrir una negociación de paz con los diferentes Gobiernos.
Él fue uno de los integrantes de la comisión del Eln que negoció con el Ejecutivo de Andrés Pastrana (1998-2002), diálogos que se llevaron a cabo en Alemania.
En aquel momento mostró su intransigencia cuando acusó al Gobierno de estar detrás de diferentes ataques de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en diferentes puntos del país.
Además, se negó a reunirse con víctimas de dos de los actos que más impacto han tenido sobre la sociedad colombiana: el secuestro de 285 feligreses en la Iglesia La María de la ciudad de Cali y el de un avión Fokker de la aerolínea Avianca con 46 personas a bordo, ambos en 1999.
En su categoría de líder del Eln, “García” ha sido condenado en numerosas ocasiones por la Justicia colombiana.
El último de sus proceso jurídicos comenzó el pasado lunes, cuando la Fiscalía imputó cargos a los cinco máximos dirigentes del grupo guerrillero por los “ataques sistemáticos contra la infraestructura petrolera del país”, que son considerados crímenes de guerra.
Ahora, “García” deberá tomar un rol más protagónico, alejado de su imagen en las sombras de las montañas colombianas y más expuesto a los focos tal y como está haciendo “Iván Márquez”, su homólogo de las FARC en los diálogos de paz que mantiene esa guerrilla desde hace más de tres años en Cuba.
Los papeles de ambos, sin embargo, estarán marcados por las diferencias internas entre ambas organizaciones.
Tal y como reconoció el presidente Juan Manuel Santos, el Eln y las Farc tiene una “naturaleza muy distinta porque son organizaciones muy diferentes”.
Además, los diálogos con el Eln tendrán una “participación de la sociedad en las regiones”, según Santos, por lo que su rol será más visible aunque no se haya definido plenamente.
Con todos esos condicionamientos y la posible división interna, “García” deberá reconducirse y convertirse en el hombre que lleve al Eln a la paz.
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