ElTiempo – En el mundo del yagé y el borrachero no podía faltar un toque de color. En las frías noches de Sibundoy, una lucecita se mantiene encendida hasta muy tarde en una esquina del parque principal. Un café gourmet, que abrió hace un mes, reúne a un grupo de locos soñadores y felices que han llenado el apacible poblado del Alto Putumayo de murales que le cantan a la madre Tierra y a la fuerza revolucionaria del color, la paz y la juventud.
El alma de los Inty Grillos son el ‘Grillo’ Diego Arteaga, estudiante de artes y pintor, y el ‘Pelu’ David Ordóñez, un ingeniero industrial que aprendió a cocinar en cinco años de mochilero por Suramérica y es el dueño del cafecito, donde sirven tortas y vino caliente con ron y moras en las noches y hacen talleres de pintura los fines de semana.
“Inty Grillos: guardianes de la luz –explica Diego–. El sol (Inty) es la constante energía y el grillo, pequeño disidente, un guardián entre la luz y la oscuridad en Mesoamérica”. La filosofía del grupo es la de sus murales: “El Che está bien, pero es pasado. El arte y la cultura pueden cambiar el mundo”, dice David.
Convencidos de que el color transforma a las personas –“si creo que soy azul, el azul promueve cosas buenas en mí”, dice Diego–, han emprendido una frenética actividad con los jóvenes desde que, en febrero de 2014, hicieron el primer mural con pintura donada. “Nos miraban desde detrás de las cortinas; después nos aplaudieron”. Ahora el pueblo está salpicado de murales, que recogen la colorida tradición indígena.
En octubre hicieron talleres con niños para pintar carteles que competían con la propaganda electoral. Tienen una banda de reggae, cumbia y rap. Hacen talleres de fotografía y paseos con los jóvenes. Y, uno disfrazado de ‘subcomandante azul’ y otro de vaca, junto con otros muchachos, tienen una ‘tropa de trapo’ que desfila a favor del medioambiente y la paz.
Han fomentado grupos de jóvenes, haciendo autostop por los pueblos del valle. Fueron a El Mango, Cauca, en plena protesta de la comunidad contra la estación de Policía, con una brigada juvenil por la paz. Con los indígenas, pintaron un gigantesco ‘No a la megaminería’ en un muro del poblado vecino de San Andrés, contra la llegada de una multinacional. Siempre, con un discurso de que el color, el arte y la cultura promueven la convivencia en paz y una actitud crítica ante la vida, alternativas al trago y las drogas, las escasas diversiones al alcance de los jóvenes.
Ahora buscan financiación para una “caravana artística por los colores buenos de los jóvenes del Putumayo” con la que ya recorren los 13 municipios del departamento, para crear grupos como el suyo, dedicados al arte y al color como motor pacífico de cambio.
*Este artículo hace parte de una serie de las Naciones Unidas y El Tiempo sobre cómo se espera la paz en el país que más ha sufrido con la guerra.
EL TIEMPO
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