Por el Mag Gerardo Franco Sánchez.
Desde la cumbre de los años que no son demasiados JESUS OMAR ORTEGA es un gran ser humano.
Debe sentirse plenamente satisfecho por su labor realizada como funcionario de la compañía H. H. Ingenieros, profesor, directivo docente, aparte de su vida personal, buen amigo, cumplidor de los compromisos adquiridos y gran defensor de las ideas de derecha.
Nació en Colón, Putumayo, el 12 de Junio de 1937. La niñez y buena parte de su juventud transcurre en el tranquilo ambiente de la tierra natal. Sus estudios primarios los hizo en la escuela urbana del mismo lugar y los secundarios los empezó en la Gran Normal de Occidente de Pasto y los terminó en Popayán graduándose en la Normal José Eusebio Caro.. Luego trabajó como profesor en Bolívar, Cauca. Posteriormente fue nombrado como Supervisor de primeria en Mocoa siendo Comisario el Ing. Gonzalo Daza.
Tuve la oportunidad de conocerlo en Pasto en un seminario de pedagogía organizado por el CEP (Centro Experimental Piloto ) de Nariño al cual asistieron también sus compañeros de trabajo Antonio Suárez ( Toñín ) y Miguel Agreda Vallejo. Pasados algunos años nos volvimos a encontrar en el FER ( Fondo Educativo Regional del Putumayo ). Una Institución de carácter nacional que nos permitió recorrer todo el Putumayo y que fue ejemplo de organización, calidad y rectitud en sus programas educativos. Recuerdo en estos momentos dos importantes. Uno era el Programa Mapa Educativo y el otro el Programa que se denominaba Escuela Nueva. En este último se especializó Jesús Omar Ortega Bravo siendo su Coordinador.
Yo desepeñaba otras funciones, pero en diálogos con Jesús Omar entendí que los estudiantes especialmente los del campo, elaboraban su propio conocimiento a través del manejo de guías de las distintas disciplinas o areas y el docente utilizaba unos módulos que les permitía orientar las labores. Los niños avanzaban en sus estudios a su propio ritmo. Este programa hacía que toda la comunidad participara en la educación de sus hijos. Ejemplo: Si se trataba de construir una aula se reunían las autoridades y padres de familia y se comprometían a ayudar de acuerdo a la medida de sus posibilidades, unos a llevar ladrillo, otros bultos de cemento, unos tablas, otros clavos, otros colocaban la mano de obra. Las mujeres a prepararles el alimento. Fijaban una fecha para entregar los materiales, espacio de tiempo que lo llamaban tarde de logro.
Era un funcionario puntual y en ese tiempo el único que tenia un vehículo de marca Dahiasu. Entonces a las siete de la mañana hacía un recorrido por la ciudad recogiendo a algunos compañeros. Arrancaba de la diecisiete de Julio, se movilizaba por el Naranjito, llegaba a San Agustín y pasando por los barrios Olímpico y el Jardín parqueba el carro frente al edificio de la Secretaría de Educación y Cultura Departamental.
Hoy continúa siendo un ser muy humano. Transcribo unos renglones que escribí en una revista en la que doy a entender que tras esa cara seria en Jesús Omar existe un gran corazón: “ Llegó mi amigo Jesús Omar Ortega Bravo, quien en un gesto de compañerismo se había ofrecido para irme a dejar a la Hormiga, población que no conocía pero donde debía cumplir una misión muy importante. Tomó el volante y se inició el viaje llegando tarde de la noche. Se despidió con un apretón de manos a la entrada del Hotel Monterrey ya que debía volver a Orito a cumplir con otros compromisos, más concretamente con el programa Escuela Nueva que era su fuerte, alternando con la interpretación de normas que le permitían convertirse en jurisconsulto y experto redactor de resoluciones. “ Estos conocimientos en un momento dado lo llevaron a ser Secretario de Educación Intendencial.
Ya fuera de nuestros cargos, se me ocurrió probar el grado de amistad de mis amigos. Para ello me inventé la necesidad sin tenerla de unos dineros para cubrir una obligación. En el listado de diez incluí el nombre de Jesús Omar. Los cuatro primeros amigos me dijeron que por el momento no tenían dinero por distintas razones. Llegado a donde Jesús Omar no se rehusó pero dijo que volviera por la tarde porque tenía que sacar el dinero por el cajero del banco. Así fue y me entregó tres millones de pesos en billetes de cincuenta. Los guardé en el cajón de mi escritorio pero a los dos días se los devolví. Al recibirlos se dió cuenta que eran los mismos billetes que me había entregado porque los primeros los había señalado y estaban doblados en la misma forma. Me ví en la obligación de contarle lo sucedido y por supuesto invitarlo a unas cervezas bebida que le gusta en poca cantidad junto a su paisano Manuel Muriel, cariñosamente el Cirineo.
Jesús Omar Ortega Bravo es uno de los profesores distinguidos del Putumayo, que vive en Mocoa y hace honor a los familiares y amigos.