LaNación
Coincidiendo con la posesión para su segundo mandato del presidente Juan Manuel Santos, se exhibió ante el país el nuevo video oficial con el que se recrea el Himno Nacional de Colombia para remplazar al actual, que lleva en las pantallas unos 14 años. El trabajo audiovisual tiene como eje central la paz, la reconciliación y un mensaje de esperanza en relación con lo que pueda pasar después de este largo conflicto, elaborado con imágenes de niños de distintas razas, con la mano puesta en el corazón y acompañados por banderas y algunos lugares simbólicos en el país.
No queremos pecar de regionalistas extremos ni armar una tormenta en un vaso de agua, pero considerando la trascendencia más que simbólica que tiene esta pieza audiovisual, que será vista constantemente durante los próximos años por millones de personas – aquí y en cualquier lugar del mundo – creemos que se ha pecado por defecto en el mismo al dejar por fuera valiosos elementos naturales, históricos y sociales de muchos sitios del país, entre ellos todo el sur de Colombia. Estamos hablando de un área superior a los 330 mil kilómetros cuadrados que conforma esta vasta región, casi la tercera parte de todo el territorio nacional que no se ve representado en ninguno de los 2 minutos y 16 segundos de duración, excepto un par de imágenes que – aparentemente – corresponderían a la selva amazónica. De resto nada del Huila, Tolima, Cauca, Amazonas, Nariño, Caquetá ni Putumayo.
Ni más faltaba que pretendiéramos que ese escaso tiempo abarque todos los lugares emblemáticos de Colombia, pero sí hubiese sido apenas justo que algunos tuviesen cabida ahí considerando el enorme peso que tienen sobre todo el acervo cultural nacional, entre ellos algunos de este enorme Surcolombiano. Y mucho más si el enfoque central de la pieza es la paz, el proceso de reconciliación y la posibilidad de un post conflicto, pues es esta justamente la región del país donde mayor precio se ha pagado desde el origen mismo de las hostilidades en los años 50 y hasta hoy. Por aquí hemos visto en demasía las bombas, los fusiles, los aviones y helicópteros de combate y los cultivos ilícitos convertidos en sangre, dolor y lágrimas para millones de sufridos compatriotas; nuestros campesinos, ganaderos, comerciantes, periodistas y dirigencia política y social han sufrido los secuestros, las masacres, los asesinatos y la extorsión indiscriminada.
Lastimoso entonces que el Himno Nacional oficial en video del país no nos haya dado unos pocos segundos para mostrar la maravilla arqueológica de San Agustín, el gran fulgor de La Tatacoa, la vistosidad del baile del Sanjuanero, la riqueza sin igual de las selvas del Putumayo y Amazonas, los ríos portentosos del Caquetá, el ancestro indígena y colonial de Cauca y Nariño, los valles inagotables del Tolima o las cumbres nevadas que aún perviven. ¿Dónde nuestros campesinos, fuerza vital de estos terruños o siquiera un lugarcito para la música autóctona o el folclor de coloridas expresiones? Nos los quedaron debiendo.
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“De resto nada del Huila, Tolima, Cauca, Amazonas, Nariño, Caquetá ni Putumayo”.
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