Desde el sábado y hasta hoy el pueblo Camëntsá celebra su gran fiesta, en la que la reconciliación marca la pauta
El de hoy no es un día corriente para la comunidad del Valle de Sibundoy, en Putumayo, a tres horas de Mocoa, la capital del departamento.
El lunes, antes del miércoles de ceniza, comienza la fiesta del Bëtscnaté, declarada en 2012 como patrimonio inmaterial de la Nación gracias al empeño de la comunidad Camëntsá y el apoyo del Ministerio de Cultura.
El festejo tiene una preparación de doce meses, y su desarrollo comenzó desde el sábado pasado.
“El Bëtscnaté es la máxima manifestación cultural de nuestro pueblo. Lo realizamos porque es el momento de encontrar la reconciliación al interior de la familia, con las autoridades tradicionales y con la comunidad en general; también se debe a que es el momento de un nuevo aire, un nuevo ciclo en el que le agradecemos a la madre tierra por todo lo que le ha dado al pueblo, porque nos ha permitido ver crecer nuestras cosechas y a nuestros hijos”, dice el mayor Uatëkra, Juan Carlos Muchavisoy.
Un desfile por las calles del municipio, así como la preparación y degustación de los platos típicos del lugar, hacen parte del festejo, que desde 2010 presentó la solicitud ante la Dirección de Patrimonio y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de ser incluido en la lista de patrimonio inmaterial de la Nación.
El pueblo de Camëntsá recuerda con cariño a Diego Sigindioy, el alguacil mayor del cabildo indígena, que falleció el año pasado y para quien esta celebración era “el principio de un nuevo año, de agradecimiento a nuestra madre tierra con manifestaciones de música, danza y canto, lleno de colores, unión y alegría, un día especial y único para nuestro pueblo”.
Muchavisoy también señala que la celebración es una oportunidad para dar a conocer el deseo del pueblo Camëntsá de buscar la unidad, el principio del bien colectivo y del bien comunitario.
“En la fiesta también recordamos cómo se vivió la colonización, la impotencia que se sintió en ese momento, el engaño que debieron soportar nuestros antepasados al perder sus tierras y su gente –explica Muchavisoy–. Por eso tenemos máscaras que expresan risa, rabia, gritos, dolor”.
El pueblo Camëntsá sabe que, a pesar de toda la influencia, lo más importante para resguardar es la lengua propia: el bëngbe biyan.
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