Complementaria Santa María Goretti – Julio 11 de 1962

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130923 goretti 1962-0A propósito de conmemoraciones y festividades, recordemos la fundación del Colegio Santa Maria Goretti en Mocoa, así, tal como lo escribió Sor Deifilia en el recordatorio de la primera promoción fechada el 11 de Julio de 1.962.-

Técnicamente, se trató del inicio de actividades de la Complementaria Santa Maria Goretti, para no ofender, suceso acaecido en el mes de Octubre de 1.960, un mes más tarde de lo normal, porque el año escolar comenzaba en el mes de Septiembre y terminaba entre Junio y Julio del año siguiente.

Es importante recordar a un grupo de niñas, ávidas de conocimientos algunas y otras con la necesidad de cumplir la obligatoriedad de la educación primaria, que compartimos aula en quinto de año con nuestra recordada Madre Irene y otras hermanas franciscanas. El tiempo paso aprisa, y estas compañeras después de terminada su primaria emigraron a otros destinos, pero, generalmente, muchas niñas mocoanas, al terminar el quinto de primaria debían, obligatoriamente quedarse en casa, ocupadas en los oficios domésticos.

En el transcurso de los años 1.958 y 1.959, llega a esta ciudad la prestigiosa Madre Deifilia, una religiosa franciscana de unas calidades extraordinarias, que estaba obsesionada en construir bienestar para las niñas de Mocoa, a quienes ella veía desprotegidas por no estar capacitadas para enfrentar los retos a que en todo tiempo se enfrenta la mujer. Desde su llegada, al ver nuestra situación y ante la indiferencia de la sociedad por nuestro futuro, se propuso prepararnos para que pudiésemos aportar a la comunidad, desde otro ángulo que no fuera solamente el de amas de casa. En efecto, ella escogió en primer lugar a las niñas que habían terminado el quinto de primaria en la Escuela urbana de niñas en el año 1.959, y en compañía de otras hermanas franciscanas totalmente dedicadas a la caridad, provistas solamente de su temple y voluntad de servicio, emprendieron la titánica tarea de crear conciencia en las autoridades locales y sobre todo en las del Vicariato Apostólico de Sibundoy, que fueron quienes manejaron la educación en el Putumayo, recordemos que por esas fechas se había iniciado actividades en el Colegio Pio XII.-


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La complementaria comenzó su capacitación a un número elevado de jóvenes mujeres en un número aproximado de 40 si la memoria no me falla, entre las cuales se contaban las niñas que habían terminado su primaria en el año anterior, en su mayoría del Municipio de Mocoa y algunas otras niñas del bajo y alto Putumayo. Después de dos años de esfuerzos, sacrificios, logros y fracasos, finalmente se cumple el objetivo, de capacitar por primera vez en Mocoa a niñas, lo cual era novedoso, ya que la creencia popular fue de que la educación era productiva sólo para los hombres, la mujer debía estar en casa aprendiendo oficios domésticos para su muy segura profesión, esposas, madres, amas de casa. Sin embargo, Sor Deifilia nos cambió esa concepción y nos indujo a querernos primero a nosotras mismas, para luego ser luz como reza nuestro recordatorio.

Del número inicial, las que no terminaron, no fue por desidia; algunas consiguieron que sus padres las enviaran a otra ciudad a estudiar, otras tuvieron que salir de Mocoa por cambio de residencia de sus padres, y algunas decidieron acompañar a sus padres en sus hogares y cumplir sus compromisos matrimoniales, las otras cumplimos la primera meta de nuestras vidas con grandes esfuerzos, pues en la enseñanza técnica se nos incluyó además, voluntad de superación, tenacidad para conseguirlo y perfección en las tareas realizadas.

Mis compañeras y yo, tenemos muy presentes los contratiempos encontrados y superados en los dos años de la complementaria, y agradecemos profundamente al Vicariato apostólico de Sibundoy en cabeza de Monseñor Placido Camilo Croux, al Párroco de Mocoa y autoridades locales, pero sobre todo a nuestros padres y acudientes que creyeron en nosotras y nos dieron la oportunidad de superarnos, ellos y nosotras, en muchísimas ocasiones tuvimos que trabajar y colaborar económicamente, para acondicionar algunos salones de la vieja edificación de madera que fue inicialmente la casa y la clausura de las Madres Franciscanas en Mocoa; ella, La Madre Deifilia, personalmente vigilaba para que cada trabajo se hiciera con detalle, pues su empeño perfeccionista no aceptaba errores, y así, con bazares, pescas milagrosas, sainetes y dramas, moneda a moneda, tocando puertas en las autoridades locales, logró dar este paso que fue la primera piedra en la construcción de nuestro presente y nuestro futuro; estoy segura que casi todas nos sentimos orgullosas del proceso que vivimos, y cada día tendremos cosas que evocar para reírnos, ahora sí al recordar nuestros errores.

Las graduandas, además de esposas y madres ejemplares, se han destacado por desempeñar importantes cargos en Empresas del Estado, en la empresa privada y en la docencia; muchas, con sus propios esfuerzos, ya edad adulta, se profesionalizaron en diferentes áreas, impulsadas en el cumplimiento de sus metas de superación, por esa complementaria, que aunque a juicio de algunas personas no merezca importancia, para nosotras, tiene todos los méritos, pues fue la cuota inicial en la búsqueda del cambio cultural de nuestros padres, demostrándoles que valió la pena invertir en la educación integral de sus hijas.


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Además de esta promoción, hubo otras promociones igualmente exitosas.

Estas líneas tienen la única finalidad de recalcar que el 11 de Julio de 1.962, comenzó en Mocoa, una nueva vida para mujeres que recibieron de una autoridad un certificado que las calificó para desempeñarse en “algo”  además de ser amas de casa, que aunque es la más destacada profesión de una mujer, también se ha comprobado que no riñe con el cumplimiento de otras metas como empresarias, ejecutivas, docentes, etc.etc.

 Ofelia Burbano Vallejo
Septiembre de 2013


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