Cuando en medio de la oscuridad vi a un grupo de muchachos vestidos de negro y con las cabezas cubiertas que estaban agachados recogiendo piedras, supuse al instante que habría problemas.
Miércoles en la noche, partido de una final entre Deportivo Pasto y Atlético Nacional, cuando de repente se desata una tormenta y al instante se apagaron las luces, ya que una rama se había desprendido y caído sobre los cables de la energía, hecho que produjo un apagón sobre un sector de la ciudad.
Me asomé a la puerta para constatar el hecho, cuando percibí en la penumbra a unas sombras que se agachaban, recogían algo de suelo, corrían y volvían otra vez por más piedras. Un vecino que pasaba por el sector se asusta al ver estas maniobras y me cuenta que le parece sospechoso y que les escuchó decir que habría disturbio.
Entonces caigo en la cuenta del mencionado partido de futbol, (Es costumbre de los aficionados armar caravanas de triunfo para salir a celebrar) y le digo: esto es una trampa, van a agarrar a piedra a la gente que salga a celebrar la victoria del Nacional. Inmediatamente llamó a la línea de emergencia para prevenir a las autoridades; pero lamentablemente la alerta no es atendida con prontitud y al rato nos embargo el sentimiento de impotencia cuando en la distancia empezamos a escuchar los pitos y la ruidosa algarabía de un gran número de aficionados en todo tipo de vehículos, y el incidente que temíamos empezó.
Una lluvia de piedras empezó a caer sobre los aficionados que estaban ajenos a este infame hecho, el caos se armó entre aquellos que en medio del desorden se percataron de lo que estaba pasando; por nuestra parte con algunos vecinos aun a riesgo de nuestra integridad lo que hicimos fue alumbrar con nuestras linternas a los agresores — que estaban estratégicamente ubicados en una loma– y gritarles que la ley ya estaba en camino. Hecho que tal vez en algo los amilanó, además algunos de los aficionados ya estaban dando la vuelta para enfrentar la agresión, y ante la eventualidad de quedar entre dos bandos, prudentemente nos retiramos.
Luego, cuando la autoridad se hizo presente– a quienes algunos vecinos reclamaron por no actuar a tiempo–constatamos la gran cantidad de piedras que había tiradas sobre la calle, una desconcertada jovencita que acertó a pasar por allí en su moto que presentaba varios destrozos, preguntó que a quién le iba a cobrar por los daños, alguien le dijo: “agradezca que no le partieron la cabeza”. Total nadie a quien reclamar.
Posteriormente, una fuente confiable contó que varias personas fueron atendidas en el hospital con diversas lesiones. Lo grave de este lamentable acontecimiento es que parece ser que nuestra ciudad está apropiándose de esas intolerables conductas que se ven en la grandes ciudades, donde lucir una prenda de un determinado equipo de futbol es un señal de peligro; ante este tipo de acontecimientos creo que es mejor anticiparse y buscar la forma de prevenir para no tener que lamentar futuros inadmisibles episodios como el que aquí se describe.