Hace más de un década sin querer queriendo un comercial de televisión de esponjillas se adelantó a un fenómeno social actual del que no hay registro estadístico, pero que viven a diario millones de hogares.
Tener 30 años o más, haber estudiado una carrera y hasta haber hecho una especialización y seguir dependiendo de los padres es en resumidas cuentas, gastar el dinero que ellos necesitarán para la vejez, según Rigoberto Méndez, experto en finanzas personales y del hogar.
Además, es una errada elección que terminará por afectar el desarrollo personal, económico y sicológico del hijo que se niega a asumir independencia.
También para la economista y profesora de negocios internacionales de la Universidad Politéncio Grancolombiano, Maria Cristina Rodríguez, esa situación, a gran escala, termina por afectar la económica de un país.
Explica que alguien que después de los 30 años dependa económicamente de los padres incide negativamente en varios aspectos de la vida familiar que generan una carga para el hogar porque no está generando recursos.
Economía familiar
Si es el caso contrario, que está generando recursos pero le cuesta desligarse de la familia, puede traerle problemas de tipo emocional a él, porque a futuro va a carecer de las habilidades para formar un nuevo hogar y hasta de cómo llevar una economía familiar.
Rodríguez señala que lo que más hace crecer a las economías es el consumo. “Los países desarrollados tiene la característica de que los muchachos después de los 18 años salen a trabajar y a buscar independencia y eso permite el desarrollo de la economía no sólo personal sino nacional, macroeconómico”.
¡Oportunidades sí hay!
Un argumento que podría salirle al paso al de la situación de la dependencia económica de hijos “muy adultos” de sus padres es que en el país no hay oportunidades.
Sin embargo, algunos expertos señalan que en los padres también existen ciertos prejuicios para dejar que los hijos aprendan a ser independientes, un caso típico es de las madres que hacen todos a los niños, no les exigen esfuerzo ni les enseñan el valor del trabajo.
Al crecer a muchos les da vergüenza desarrollar actividades, no se arriesgan, no toman iniciativa, es decir se crean una serie de miedos que no dejan avanzar y terminan por afectar las economías domésticas.
Es decir, desde pequeños se está enseñando que no hay puertas abiertas y solamente ese pensamiento ya está cerrando oportunidades.
Por difícil que sea la situación en un país las oportunidades sí existen, existe para aquellos que reconocen que trabajar y esforzarse generara una ganancia.
Tareas y negocios
“A veces cuando algunos estudiantes, – tengo alumnos de entre 16 y 40 años – llegan sin las tareas les pregunto el por qué no las hicieron y me responden que tienen muchas más de otras materias, y les respondo: y cómo harán cuando tengan 100 negocios”; señala María Cristina Rodríguez, profesora del Politécnico Grancolombiano.
Las oportunidades sí existen, si otros pudieron en tiempos donde no existían las facilidades actuales como la rapidez para acceder a las herramientas de la tecnología usted también puede, salga de su casa y no se convierta en un “bon bril”.