El carro fantasma que en noviembre devolvía el Dinero Rápido Fácil y Efectivo de los inversionistas de Mocoa

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Jaime Erazo

Presentación

Para el mes de diciembre de 2008, poco después de la caída de las pirámides DMG y DRFE, escribí el artículo que publicaré en esta columna en varias entregas.

La primera entrega se refiere a la manera como doña Clara recibe la noticia relacionada con la devolución de los dineros invertidos en el DRFE, cuenta sus sueños y destaca la actitud objetiva de su marido. Es un escrito que de manera amena y divertida nos recuerda una época de bonanza artificial seguida de frustración y dolor que no se debe volver a repetir puesto que lo que sucedió a nivel económico también puede suceder en lo político.

El Autor.


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PRIMERA ENTREGA

Eran las seis de la mañana del día viernes 28 de noviembre de 2008 cuando sonó el timbre del celular de doña Clara Burbano sorprendiéndola justo cuando soñaba con un señor vestido de negro que le entregaba una tula llena de fajos de billetes de cincuenta mil pesos. Estirando los pies y las manos, como los gatos al desperezarse, bostezaba y se limpiaba las lagañas cuando nuevamente timbro el celular, en ésta ocasión, sintió que el timbre del viejo Nokia le iba a estallar los oídos.

Disgustada dijo:


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─ ¡Carajo! Estas puercas no dejan ni dormir ¿Quién será? ─ Dijo moviendo a don Remigio, su esposo, que se pegaba el último sueño de la mañana y que entre dormido y despierto le contestó:

─ ¡Ve, yo que voy a saber! ─

─ ¡¿Aló?! ─ Dijo doña Clara.

Del otro celular le respondieron:

─ ¡¿Aló?! ─

─ ¡Sí! ¿A quién necesita? ─ Contestó doña Clara.

─ ¡¿Clara?! ¡Soy yo, Amelia! ¡¿Quesque ya no me reconoces?! Caray ─

─ ¡Hola mija! Verdacita que ya no te conocía. Contame ¿Qué necesitas tan de mañanita? ─ Continuó diciendo doña Clara.

─ Mija por si no sabías, disque han llegado de Pasto unos señores que andan en un carro negro y quesque están devolviendo la plata del DRFE.─ Dijo doña Amelia con tono emocionado.

─ ¡No jodás tonta! ¡¿Y dónde están?! ─ Preguntó doña Clara vivamente interesada pues en el DRFE, al que orgullosamente llamaba el “Banco de los Pobres” y donde había metido unos cinco millones de pesos con la esperanza de tener diez millones de pesos en ganancias que precisamente iba a sacar ésta navidad para pasarla a lo bien con su familia.

Como los que sueñan despiertos con el dinero fácil, todos los planes de doña Clara eran consumistas: comprar una nueva nevera, la muda de los hijos, para ella y para su marido buena pinta para el veinticuatro de diciembre, incluido el árbol de dos metros recargado de adornos y las luces de las ventanas de la casa, compra de champús, empanadas, buñuelos; compra de unas cinco gallinas de campo para el sancocho del veinticinco a orillas del Rumiyaco, baile en la caseta Rumbayaco con whisky y unas pacas de cerveza en lata incluidas; puerco hornado para el treinta y uno de diciembre con estrene de equipo de sonido; harto bembón para el cinco, con una mochilla llena de canecas de aguardiente; una arroba de harina para el seis, cariocas, gafas y pistola para la alucema.

En fin, por primera vez, gracias a Dios y al DRFE tendría en su vida una navidad en abundancia. Era tanta la fijación que a cada momento paraba de hacer sus labores y suspiraba ansiosa esperando el momento de comenzar a tirar la casa por la ventana pues para eso, según ella…¡trabajaba!

Ante tanto castillo, su marido, un maestro de construcción con los pies bien aterrizados le decía:

─ Clara, deja de soñar tanto, esperemos a ver…si se da bien y si no también, no ensillemos el caballo antes de comprarlo ─

Eso era como mentarle la madre a doña Clara, se ponía colorada de la rabia y le decía al pobre don Remigio hasta de que se iba a morir. Era tanta la ira y la manera agitada como hablaba que parecía que la vieja iba a ladrar.

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Continuará….No se pierda la próxima entrega


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