Amanecerá y veremos…

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Jaime Erazo <br>Buenos Aíres. Argentina

“Amanecerá y veremos”, es uno de los dichos del saber popular que se utiliza para referirse a situaciones en las que existe un alto grado de incertidumbre como la que se atraviesa en el departamento como consecuencia del debate electoral.

Es normal que en estas circunstancias unos estén a favor de unos candidatos y otros en contra. Es normal que unos candidatos sean sujetos de afectos y de amores, y otros de odios y rencores. Es normal que unos candidatos propongan alternativas para solucionar problemas y atender necesidades sociales y comunitarias, y que otros propongan otras. Pero…amanecerá y veremos.

Lo primero que veremos es quien o quienes obtuvieron en las urnas los tan disputados cargos de elección popular y las curules en las corporaciones del orden municipal y departamental. Cómo es natural, unos celebrarán el triunfo con gritos, bombos y platillos, otros pasarán con dificultades el trago amargo que produce la derrota. Pero “del dicho al hecho hay mucho trecho”, la alegría y el jolgorio pronto pasa y lo segundo que veremos es la cruda realidad que nos saca del enajenamiento que produce de la embriaguez electoral.

¿Veremos el cambio? ¿Pero de cuál cambio se habla? ¿Del cambio de sistema? ¿O del cambio de personas? Temo que más se trata del cambio de personas y de grupos deseosos de poder que del cambio de sistema. No nos digamos mentiras, la lucha es por el poder de las instituciones del Estado. Pero, ¿para qué y por quién o por quienes? ¿Para hacer lo mismo y peor aún?…Con tanto lobo con piel de oveja suelto en el medio, no se sabe.


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Lo que se puede ver es que en todos los partidos y movimientos políticos del departamento existe un alto porcentaje de “reciclaje de políticos”, muchos de los que hoy en público se rasgan las vestiduras en lo único que han cambiado es en el discurso, el bando y el color de la camiseta, en lo demás siguen siendo los mismos pero con presunción de “puros” y “transparentes”. Como quien dice: “miran la paja en el ojo ajeno y no la viga que tienen el suyo”.

¿Será posible lograr el cambio tan anhelado desde la administración pública? Siendo realistas, algunas cosas se podrán lograr, otras no. Los recursos de entidades territoriales como las nuestras, que viven y sobreviven de las transferencias de la nación, no alcanzan para tanto. De los ingresos propios ni hablemos, son irrisorios, no alcanzan ni para pagar un mes de sueldo a sus funcionarios. Ante ésta situación: ¿será que en aras del cambio se está dispuesto a pagar más y mayores impuestos?

Quién no desea que las cosas al menos mejoren, pero el cambio es un compromiso de todos, de gobernantes y gobernados. Ahora bien, el problema no está en el qué o en el cómo  sino en el con quién. El que para algunos es una cosa, para otros otra, el cómo está planteado en las propuestas programáticas de cada partido o movimiento político, y el con quién es la situación a resolver en las próximas elecciones.

En relación al con quién hay dificultades, empezando por la condición humana de los candidatos que, sin excepción, son seres imperfectos, inacabados, y como tal portadores de virtudes pero también de defectos. Sin temor a equivocarse, se puede afirmar que como seres humanos ninguno está exento de haber cometido errores en la vida y que todos ellos, así como se equivocaron, tienen la capacidad y sobre todo el derecho a corregir el rumbo. En el quehacer político, son las propuestas y la buena fe de quienes la ejercen las que marcan las diferencias, pero también el uso que los ciudadanos hagan de los instrumentos que la constitución y la ley provee para su vigilancia y control pues de nada vale pasarnos la vida llorando sobre la leche derramada y no hacer nada para impedir que ello ocurra.


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El saber popular sostiene que la oscuridad es mayor cuando más cerca está el amanecer, hora en la que también ladran más los perros. Así que…¡amanecerá y veremos!


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