Putumayo Querido…

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La intención de este escrito va dirigida a una personita que pese a su corta edad ya entona una canción que lo identifica como hijo del Putumayo. Cuando las condiciones lo ameriten, ya adolescente, seguramente irá a estudiar fuera del Putumayo y entonces su canción de niño recobrará importancia, tendrá sentido, y en  nueva circunstancia de tiempo, modo y lugar la apreciará mejor. Para entonces, si aún no me llaman a rendir cuentas finales,  le entregaré un regalo en sus manos: la hoja de papel donde con su puño y letra, Julio César Ramos, el autor,  escribió la letra de esta canción que yo también escuché cantar muchas veces  a mis coterráneos cuando en Bogotá nos reuníamos los estudiantes y en coro todos ellos entonaban “Putumayo querido” con sentimiento, pasión, amor y nostalgia de terruño. Muy seguramente a él le espera el mismo camino.

Julio César Ramos es más conocido cariñosamente como el “Negro Pachanga”. En el año 1965 salió de Florida (Valle del Cauca) donde nació, con destino al Putumayo. Para Pachanga  es más fácil hablar en canción y no es sino escuchar su composición “Mi Puerto Caicedo” para conocer  cómo llegó a nuestra tierra:

De Florida salí yo,
con destino al Putumayo,
pasando por el Patía, tierra de ganadería.
Pasto ciudad de sorpresas
sus praderas son hermosas,
pa´delante divisamos
la laguna del Encano.
Cuando llegué a Sibundoy
del cansancio me dormí
y mas tarde desperté
en mi bello Puerto Asís,
pero ahora yo me quedo
aquí en mi Puerto Caicedo.
Los invito a conocer
algo hermoso en esta tierra,
es el Valle del Guamuez
guardián de nuestra frontera.
De paso en Villagarzón
donde tu eres mis cantares
me voy pa`  Puerto Limón
donde tengo a mis amores
para cortarle las flores
a ese jardín tropical.


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Cuando se le pregunta el porqué de su popular apodo (Pachanga), él, muy locuaz y divertidamente refresca la memoria  acerca de su arribo a Puerto Caicedo y la primera semana de estadía en el pueblo. Su espíritu dicharachero, su virtud con el acordeón y su don de gentes le permiten entrar, como se dice, de “una” al ambiente del poblado que entonces se conocía como El Achiote. Una noche pasa Julio César frente a una casa donde realizaban una fiesta. Recuerda que allí estaban tocando la guitarra dos paisanos y la rasca estaba a cargo de Chepe Rivas. Lo llamaron a integrarse a la reunión y ya entre tragos les pregunta la razón por la cual interpretan en lo que se suponía era una fiesta, aquella música en su concepto, un tanto “apagada”. Para el no era familiar el estilo de música que ellos interpretaban para el momento, supo luego que se trataba de aires nariñenses, según evoca. El grupo musical le pregunta entonces sobre qué otro tipo de música se podría tocar para el caso y Julio César inmediatamente se acuerda del ritmo que por entonces se había puesto de moda en la II Feria Agropecuaria de Palmira donde recientemente había estado. Toma el acordeón y empieza a entonar un ritmo alegre y pegajoso, le preguntan por el ritmo y el inmediatamente les cuenta sobre la novedad de la feria de Palmira que puso de moda esta nueva tonada llamada pachanga. Al día siguiente Julio César pasa frente a un grupo de gente que había asistido a esa parranda y alcanza a escuchar que entre todos, en baja voz,  se preguntaban intrigados por el nombre del forastero, pues querían invitarlo para que se integre al grupo y a alguno de ellos se le ocurrió asociarlo con lo que la noche anterior había interpretado en el  festejo, entonces le gritan: ¡hey Pachanga!. Bastó que Julio César  volteara su cabeza respondiendo  a ese llamado para quedar bautizado de por vida como Pachanga. Nunca más sería Julio César. Hoy nadie en Puerto Caicedo da razón por Julio César, pero pregunte usted por el “negro Pachanga”…


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A este hombre de tez negra caracterizado por sus múltiples facetas de dirigente político, empresario, gerente, padre de familia y músico no le gusta que lo denominen afro descendiente ni afro putumayense. Manifiesta sentirse a gusto cuando lo llaman negro (con  buena entonación, por supuesto!) y piensa que llamarlo de otra forma es acudir a eufemismos para decirle lo que verdaderamente es y de lo cual se ha sentido todo el tiempo orgulloso: negro. Es de las personas a quien no  gusta que al lenguaje le den vueltas y giros innecesarios para decir, según él, lo que deben decir.

De los gustos que se da Pachanga es sentarse todos los sábados en la noche  a sintonizar el canal regional de Teleantioquia y disfrutar de las “Noches de Serenata”, su programa preferido. Sufre lo indecible cuando la empresa de televisión por cable lo priva de este programa. Así, entre su familia, el trabajo en su ladrillera, la vigilancia de sus intereses en la fábrica de palmitos del Putumayo, el acompañamiento a sus líderes políticos,  discurren los días de nuestro personaje  quien hace rato cumplió los 15 años de haber arribado al Putumayo pero que cuando llegó a ese aniversario el acontecimiento lo dejó esculpido con buril y fuego, plasmado en su composición más conocida :

Escuchar : Putumayo Querido

“Putumayo Querido”

Si llegaste aquí hace 15 años
no te puedes ir de tu Putumayo.
Putumayo querido, tierra de inspiraciones
donde nace este ritmo que alegra corazones.
Oye los cantares de los guacamayos,
como van volando por el Putumayo.
Putumayo querido, tierra de inspiraciones
donde nace este ritmo que alegra corazones.
Sibundoy, Mocoa, Puerto Asís y Orito,
los leguizameños gozan este ritmo.

Muchos años, más de 15 han transcurrido desde que Julio César Ramos llegó a Puerto Caicedo, y no está entre sus planes desapegarse de su hogar adoptivo. ¡Larga vida para el “negro Pachanga”!.

Guido Revelo Calderón
Puerto Asís, Julio 21 de 2011


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