Los tiempos han cambiado y seguirán cambiando aceleradamente. Si hace más o menos 60 años la mujer colombiana apenas ganaba el derecho al voto, hoy por hoy, gracias a la posibilidad de acceder a campos vedados anteriormente para la mujer, también ha ganado el derecho de gobernar.
La asunción más reciente de una mujer al poder ejecutivo de un país es la de la brasileña Dilma Rousseff, quien acompaña, en el ejercicio de gobernar a Cristina Fernández de Kirchner en la Argentina, a Laura Chinchilla en Costa Rica y a Kamla Persad-Bissessar como Primera Ministra de Trinidad y Tobago.
La mujer putumayense no es la excepción
Lo que se está observando es que la mujer putumayense no es la excepción, también está ganando espacios que le posibilitan gobernar. En el nivel departamental, María Esther Bernal Erazo, aspira a ser la candidata única del Partido Liberal a la Gobernación y en el nivel Municipal, Belleam Estella Pantoja Imbachí, el fin de semana pasado logró constituirse en candidata única por el Partido Liberal a la Alcaldía de Mocoa.
¿Existe problema en que gobierne una mujer?
No existe ningún problema en que quien gobierne sea una mujer, si así lo fuera, Golda Meir, Indira Gandhi, Margaret Thatcher y Ángela Merkel no hubieran sido primeras ministras de sus respectivos países (Israel, India, Inglaterra y Alemania) y Michelet Bachelet no hubiera sido presidente de Chile.
Sin olvidar que sus gobiernos fueron legitimados mediante procesos democráticos, todas ellas fueron exitosas en la conducción de sus respectivos países estableciendo el inicio de etapas de mayor transparencia y desarrollo económico, social, político y administrativo.
¿Existen diferencias entre el hombre y la mujer?
Desconocer la existencia de diferencias entre hombres y mujeres equivaldría a tratar de tapar la luz del sol con un dedo de la mano, por lo tanto, cabe reconocer la existencia de diferencias de sexo y de carácter sociocultural. En relación con éstas últimas, unas son más marcadas que otras, pero que van desapareciendo o disminuyendo de acuerdo a momentos históricos concretos por los que atraviesa la sociedad.
¿Al fin género o sexo?
Sin pretender polemizar, más bien a nivel de información, valga la oportunidad para dar a conocer que algunos prefieren hablar de género (que proviene de la palabra inglesa “gender” difundida por el movimiento feminista de los años sesentas) en vez de sexo, pues con el término sexo se hace referencia a la naturaleza e implica dos posibilidades (hombre o mujer), mientras que con la palabra «género» se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc.
Recientemente, la Real Academia Española ha recordado el significado gramatical de género y su clasificación en masculino, femenino (y para algunas lenguas, también el neutro), e indica que para designar la condición orgánica, biológica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el término “sexo”. Es decir, las palabras tienen “género” y no “sexo”, mientras que los seres vivos tienen “sexo” y no “género”.
¿Conviene que lo político profundice diferencias entre hombres y mujeres?
No conviene que lo político profundice el trato inadecuado que se le ha dado a las naturales y socioculturales diferencias entre el hombre y la mujer, antes por el contrario, debe mirarse como la oportunidad histórica para cerrar la brecha, replantear desde otra perspectiva los aspectos que nos unen y que nos diferencian en procura de lograr una efectiva y positiva complementación.
La mal llamada “guerra de sexos” esconde o justifica situaciones que están más allá de lo visible o evidente, como la pobreza, la injusticia, la desigualdad, la falta de equidad y de oportunidades que aquejan por igual a hombres y mujeres.
Desde ésta óptica, conviene ser cuidadosos en la elaboración y utilización del discurso, las propuestas y consignas políticas recurriendo a la mesurada ponderación de sus ganancias históricas, de sus cualidades y de sus capacidades para aportarle al desarrollo integral del municipio y del departamento.
¿Qué debemos hacer?
Respetar las reglas del juego. Si a través de un proceso democrático interno logran y han logrado legitimar su aspiración para representar a un partido político tan importante como el Partido Liberal Colombiano, el 30 de octubre de 2011, hay que respaldar sus nombres en las urnas mediante una copiosa votación porque parece que a la mujer putumayense le ha llegado la hora de gobernar.
Para finalizar…No nos anticipemos, no conjeturemos, no especulemos malintencionadamente ¡Dejemos que sea la historia la que en su tiempo juzgue su desempeño y sus resultados!
Jaime Armando Erazo VillotaBuenos Aires, 7 de mayo de 2011