“Pareciera que los educadores están condenados al olvido y a la ingratitud,
pero sus enseñanzas convertidas en huellas indelebles
harán que se los recuerde siempre con amor y gratitud”
Jotae/2011
El día lunes 21 de febrero de 2011, recibí en mi correo el link de un video de Youtube, http://www.youtube.com/watch?v=2tipr9FKgAA&feature=related, en el video aparece un coro de niños interpretando la canción “tierra de mis amores”, dirigidos por un maestro acompañados por música de piano.
Al escuchar la canción, automáticamente me conecté con los años sesentas cuando un puñado de adolescentes de Mocoa estudiábamos en el naciente Colegio Nacional Pío XII y su rector era el Pbro. Octavio Quintero, perteneciente a la comunidad redentorista, educador insigne cuya labor pedagógica se centró fundamentalmente en suscitar o despertar en sus alumnos valores y talentos, así como también, promover el desarrollo de sus habilidades y destrezas a través de espacios académicos especialmente concebidos para posibilitar la germinación de las fecundas semillas de una generación de reconocidas capacidades intelectuales, artísticas y culturales.
El padre Quintero, como cariñosamente se le llamaba, rompió con el esquema educativo doctrinero de los misioneros capuchinos. Como solamente los hombres visionarios lo saben hacer, fue capaz de ir más allá de su misión evangelizadora, supo interpretar la necesidad de un territorio en formación y pensando en futuro no dudó en asumir la tarea de animar a sus alumnos para que identifiquen y descubran sus aptitudes, las desarrollen y posteriormente las pongan al servicio de la sociedad.
Éramos once muchachos de provincia deseosos de crecer y de ser: Luís Álvaro Quiroz Rivas, Luís Fajardo Ruano, Jorge Eliecer Morales, Antonio Lucero Álava (q. e. p. d.), Carlos Riascos López, Joaquín Emilio Quiroz Rivas, Honorio Perenguez Mojana, Marcos Silvino Chanchí Becerra, William Maximiliano Lemus Lemus, Armando Flórez Silva (q. e. p. d.) y quién escribe éste artículo.
Lo primero que impulsó, conjuntamente con el profesor del área de español, Jorge Guerrero, otro emérito educador de generaciones, fue el periódico mural. Recuerdo que tenía todas las secciones de un periódico: editorial, noticias, sociales, deportes, entretenimiento, cultura, caricatura, literatura. Fue en el periódico mural donde comenzó a realizar sus primeras caricaturas Luís Álvaro Quiroz Rivas, más conocido con el seudónimo de “Lucho”, talento que combina con los de la música y la literatura. Fue en éste espacio donde Álvaro Quiroz, Armando Flórez Silva, Antonio Lucero y yo, comenzamos a escribir artículos críticos, reflexivos, filosóficos, poéticos. Nuestra pasión por la literatura hizo que posteriormente termináramos abrazando la corriente el “nadaísmo” de Gonzalo Arango. En honor a la verdad, ninguno de los once se quedó sin publicar sus escritos en el periódico mural.
Luego, conjuntamente con el ilustre profesor Luís Felipe Quiroz (q. e. p. d.), otro educador de generaciones y quien fue nuestro profesor de música, el Padre Quintero creó el Grupo de Teatro del Colegio Nacional Pío XII. Que recuerde, una de las obras de mayor impacto fue la de “El Soldado de San Marcial”, obra que presentamos en el Teatro Parroquial con un lleno total. Posteriormente la llevamos a Sibundoy en donde tuvimos también una gran acogida. Por su destacado papel en ésta obra de teatro, a Antonio Lucero lo apodamos cariñosamente como “parlerín”.
Los círculos literarios fueron otros espacios para el derroche de talentos. Armando Flórez Silva y Jorge Morales sobresalieron como declamadores y en música, Joaquín Emilio Quiroz y William Maximiliano Lemus Lemus. Álvaro Quiroz, aunque ya tocaba guitarra, todavía postergaba su revelación musical para los años setentas al lado de otro músico talentoso y de grata recordación, Armando Guerrero (q. e. p. d.), con quien iniciaron una fuerte influencia de la música moderna en la juventud de aquel entonces interpretando, entre otros, a Carlos Santana y los Beatles.
En deportes fuimos varias veces campeones de básquet, futbol, voleibol, atletismo, ciclismo. Honorio Perenguez Mojana, con Luís Fajardo Ruano sobresalieron como buenos atletas. En básquet se destacaron Álvaro Quiroz, Emilio Quiroz, Armando Florez. En futbol Marcos Silvino Chanchí, Carlos Riascos, Honorio Perenguez, Armando Flórez. Yo fui arquero de la selección del Pío XII, por otro lado, por mi destacada participación en las competencias de ciclismo fui apodado como “El príncipe estudiante” por el también recordado Sargento Marcos Torres (q. e. p. d.), uno de los pioneros de la radio en el Putumayo. En natación se destacó Carlos Riascos quien posteriormente fue campeón de natación en la Universidad del Cauca y miembro de su selección.
Finalmente, el Padre Quintero organizó el Coro del Colegio, una de las canciones que nos enseñó y que le da el título a éste artículo, fue “tierra de mis amores”. Como en el coro del video, fuimos magistralmente dirigidos por el Padre Octavio Quintero, acompañados por la música del acordeón que tocaba el profesor Luís Felipe Quiroz.
Con el paso de los años, la canción se convirtió para nosotros en una especie de himno a la tierra que amamos, a la amistad, a la solidaridad, al compañerismo, pero también, en la canción que renueva en nuestra mente y en nuestros corazones el agradecimiento y al reconocimiento al educador que nos permitió soñar, escribir y cantar: el Padre Octavio Quintero.
Jaime Armando Erazo VillotaBuenos Aires, República Argentina, 25 de febrero de 2011
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A continuación, la letra original de la canción, del mejicano Jesús Elizarrarás Farías quien se la dedicó a Guanajuato su tierra natal
Tierra de mis amores(Jesús Elizarrarás)
Entre sierras y montañas y bajo un cielo azul,
como en una inmensa hamaca bañada por el sol.
Está mi tierra, tierra de mis amores,
tierra bendita, tierra que me vio nacer.
Allí donde yo amé con febril locura,
allí donde me amaron por vez primera,
donde tuvo su cuna un idilio breve,
bajo el mágico soplo de la primavera.
Tierra de mis amores y mis quereres,
donde viví feliz mi juventud,
siempre te guardaré en mi pensamiento,
un recuerdo de amor y gratitud.
Más el paso de los años todo aquello ya borró
y mi tierra, en su seno, a mi amor cobijó,
tierra bendita, yo solamente quiero
un rinconcito para descansar en él.
Allí donde yo amé con febril locura,
allí donde me amaron por vez primera,
donde tuvo su cuna un idilio breve,
bajo el mágico soplo de la primavera.
Tierra de mis amores y mis quereres,
donde viví feliz mi juventud,
siempre te guardaré en mi pensamiento,
un recuerdo de amor y gratitud.