Los vergonzosos hechos del 28 de diciembre de 2010 y de la madrugada del 7 de enero de 2011, nos obligan a realizar detenido análisis de las circunstancias que rodearon los hechos con el propósito de identificar alternativas que a futuro eviten su repetición. Actos como éstos, no pueden convertirse en hábito o costumbre de un pueblo que se precia de ser civilizado.
La primera pregunta que debemos hacernos podría ser: ¿Cuál es el problema? Varias pueden ser las respuestas, pero me atrevo a afirmar que el problema radica fundamentalmente en la organización y la cultura ciudadana.
Los dos grandes problemas son: 1) Inadecuada organización y, 2) Escaza cultura ciudadana. Antes de continuar con el análisis, es conveniente afirmar que los “Carnavales Folclóricos de Mocoa” son fiestas tradicionales de los mocoanos, que no son de ahora, su realización tiene más de 60 años y han dejado profunda huella en los habitantes de la ciudad capital del departamento ¿Y qué decir de las que se están marcando en las nuevas generaciones? Nuestros carnavales son el resultado de un proceso cultural colectivo que va desde la gestación hasta su nacimiento, desarrollo y permanencia en el tiempo.
Disiento con aquellos que afirman que los carnavales son de Pasto, acepto que existan sustanciales similitudes, pero los carnavales de Mocoa son de Mocoa, hechos por mocoanos, no por pastusos. Es cierto que la tradición fue implantada por colonos nariñenses, como también es cierto que es una tradición del Sur de Colombia y del Norte del Ecuador. En consecuencia con mis afirmaciones, discrepo de aquellos que sostienen que se deben acabar. Más bien, ¿Por qué no aprovechamos el conocimiento y la experiencia acumulada a lo largo de estos años, para reorganizarlos, reinterpretarlos y mejorarlos?
Porque sostengo que el problema radica en la inadecuada organización de los Carnavales Folclóricos de Mocoa. Porque: 1) Su Junta Directiva no es suficientemente representativa: si son las fiestas tradicionales más importantes de Mocoa, en su constitución deben estar representadas las entidades territoriales (departamento y municipio), instituciones públicas y privadas (incluyendo al ejército y a la policía) y la sociedad civil. La Junta es la máxima autoridad y traza las políticas o directrices a seguir en la realización del carnaval. 2) Hay que nombrar un gerente quien responde por el manejo administrativo dado a los carnavales. 3) Se debe diseñar una estructura orgánica apropiada a las características y actividades de los carnavales; planear las diferentes actividades; ejecutar lo planeado; y finalmente controlar y evaluar lo ejecutado.
Cuando sostengo que el otro problema es la escasa cultura ciudadana, me refiero concretamente al conjunto de valores aceptados y conservados tradicionalmente por la sociedad mocoana que fueron infringidos por quienes propiciaron y participaron en los hechos arriba mencionados. Ésta es una señal de alerta que nos dice que algo está fallando en nuestra sociedad ¿Qué tipo de ciudadano estamos formando? ¿Antisociales? Veamos los valores transgredidos: el respeto al otro, a los otros, a las autoridades, a la propiedad pública y privada (agresión física y verbal, destrucción de vehículos, establecimientos públicos y privados); la honradez (hurto, robo, saqueo); responsabilidad individual y social (exceso en el consumo de alcohol, la permisividad de padres de familia y las autoridades civiles y de policía).
Es tiempo de realizar una revisión de lo que hemos hecho y dejado de hacer para que se presenten éste tipo de situaciones pues posiblemente la sociedad toda resulte comprometida.
Jaime Armando Erazo Villota Buenos Aires, Enero 11 de 2011