San José del Guaviare, Calamar y El Retorno en Guaviare; La Macarena, Uribe y Vistahermosa en Meta; San Vicente del Caguán en Caquetá; Puerto Guzmán en Putumayo y Tibú en Norte de Santander, fueron los sitios más críticos. Quince Parques Nacionales Naturales sucumben ante la desaparición del bosque, en especial La Macarena, Tinigüa, Los Picachos, Nukak, Catatumbo, Paramillo y Chiribiquete. La deforestación sigue enquistada en la Amazonia colombiana.
Aunque la cantidad de bosque que borró la motosierra en Colombia el año pasado aún es un misterio, algunos expertos, como el Ministro de Ambiente Ricardo Lozano, calculan que llegó a las 270.000 hectáreas, y otros, mucho más pesimistas, estiman que estuvo cercana a las 300.000. Ambas cifras marcarían un récord catastrófico en el país, un hito negativo que indicaría que los bosques siguen su senda hacia la desaparición.
Mientras la debacle sufrida por los bosques colombianos en 2018 es revelada oficialmente, los cuatro informes de alertas tempranas por deforestación del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), dan bastantes indicios sobre cómo fue el comportamiento de la motosierra y cuáles fueron sus principales víctimas.
Amazonia, en estado crítico
En el primer trimestre de 2018, el tupido tapete selvático de la Amazonia colombiana concentró 63 por ciento de las alertas tempranas por deforestación, cifra que cayó al 27 por ciento en el segundo: un breve respiro relacionado con la temporada de lluvias presentada en la región. Con el fin del invierno, la motosierra regresó a la Amazonia. Entre julio y septiembre, acogió 43 por ciento de las alertas, y luego, entre octubre y diciembre, llegó al tope de 75,5 por ciento, la más alta en todo el año.
Algunos expertos, como el Ministro de Ambiente Ricardo Lozano, calculan que llegó a las 270.000 hectáreas, y otros, mucho más pesimistas, estiman que estuvo cercana a las 300.000. Ambas cifras marcarían un récord catastrófico en el país, Foto: Archivo Semana.
Cuatro departamentos fueron los líderes absolutos por pérdida de bosque: Meta (31 por ciento de las alertas en el primer trimestre), Chocó (43 por ciento en el segundo), Guaviare (17 por ciento en el tercero) y Caquetá (45 por ciento en cuarto).
En los últimos seis meses del año pasado, el Ideam identificó cerca de 32.500 hectáreas de bosque deforestado en Caquetá; 13.700, en Guaviare y 12.300, en Meta. En estos tres territorios amazónicos, las imágenes satelitales arrojaron 16 parches pelados superiores a las 100 hectáreas.
Rodrigo Botero, Director de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), quien sobrevuela las selvas amazónicas para constatar su estado, es uno de los expertos que considera que la pérdida de bosque durante 2018 fue apoteósica. “La cifra podría superar las 200.000 hectáreas, muy por encima de las 144.000 registradas en 2017. 70 por ciento de la deforestación nacional estuvo concentrada en la Amazonia. Guaviare, en especial el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, estará entre los lugares más críticos. El principal motor de la pérdida de bosque en la región es el acaparamiento de tierras impulsado por terratenientes. Mientras haya un mercado informal de tierras, es poco lo que podrá hacerse. No hay acciones puntuales para desmantelar a estos grupos”.
Para el experto, la desaparición del bosque amazónico está alterando el comportamiento climático del país. “Este ecosistema funciona como un regulador climático mundial. La tala de bosque ocasiona un agotamiento de la capacidad de enfriamiento que tiene y así aumente el calor emitido hacia la atmósfera. Estamos llegando a un punto de no retorno donde los bosques no van a tener la misma capacidad de regulación climática, lo que generará eventos de calor y lluvia mucho más extremos”.
Cuatro departamentos fueron los líderes absolutos por pérdida de bosque: Meta, Chocó, Guaviare y Caquetá. Foto: Archivo Semana.
Edersson Cabrera, coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosque del Ideam, complementó que la deforestación está acabando con el único brazo que conecta a la Amazonia, Orinoquia y los Andes, conformado por los Parques Nacionales Naturales de Tinigüa, La Macarena y Picachos.
“En esta zona confluyen todas las lluvias que vienen de la Orinoquia y la Amazonia y que van hacia los Andes. Al quitar los bosques, los vientos que traen esa humedad de los llanos y la Amazonia cruzarían directo por el piedemonte y no llegarían al centro del país. Si sigue la tala masiva, el comportamiento del clima cambiará drásticamente. La transformación del bosque acelera el calentamiento global, inviernos más fuertes y sequías más prolongadas. Todas las lluvias que llegan a las zonas de las cordilleras son influencias por los bosques amazónicos. Nos estamos quedando sin la capacidad para asimilar esos cambios”.
Si la Amazonia colombiana perdió 200.000 hectáreas de bosque el año pasado, también fueron erradicados más de 2.800 millones de árboles.
La explicación, según Cabrera, es que en una sola hectárea de bosque natural hay más 14.000 árboles de al menos 600 especies diferentes, de las cuales solo dos son aprovechadas luego de la tala. “Y cada árbol alberga animales, plantas y microorganismos que también desaparecen con la deforestación. Colombia depende de los bosques de la Amazonia, zonas como la Sabana de Bogotá necesitan de las lluvias que envía esa región para el mantenimiento de los cultivos”.
La Amazonia colombiana perdió 200.000 hectáreas de bosque el año pasado, también fueron erradicados más de 2.800 millones de árboles. Foto: Archivo Semana.
Municipios tocados por la motosierra
57 municipios albergaron la mayor cantidad de alertas tempranas por pérdida de bosque, territorios distribuidos en 13 departamentos: Antioquia, Bolívar, Caquetá, Cauca, Chocó, Córdoba, Guaviare, Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Putumayo y Sucre.
El robusto listado lo conforman:
Chocó: Alto Baudó, Bagadó, Bajo Baudó, Bojayá, Carmen del Darién, Juradó, Lloró, Medio Atrato, Medio Baudó, Nuquí, Quibdó, Río Quito y Riosucio
Antioquia: Chigorodó, Dabeiba, El Bagre, Frontino, Murindó, Mutatá, Segovia, Tarazá, Vigía del Fuerte y Yondó
Meta: La Macarena, Mapiripán, Mesetas, Puerto Rico, Uribe y Vistahermosa
Putumayo: Puerto Asís, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, Puerto Leguízamo y Villagarzón
Caquetá: Cartagena del Chairá, San José del Fragua, San Vicente del Caguán y Solano
Bolívar: Carmen de Bolívar, San Jacinto, San Juan Nepomuceno y Santa Rosa del Sur
Guaviare: San José del Guaviare, Calamar y El Retorno
Magdalena: Aracataca, Ciénaga y Santa Marta
Nariño: El Charco, Roberto Payán y Tumaco
Córdoba: Tierralta
Cauca: Timbiquí
Sucre: San Onofre.
La mayoría de municipios del Chocó y Antioquia solo fueron afectados por la deforestación entre abril y junio, cuando las fuertes lluvias en la Amazonia calmaron a las motosierras. Los demás meses tuvieron un común denominador: pérdida de bosque en los territorios amazónicos.
San José del Guaviare, Calamar, El Retorno, La Macarena, Uribe, Vistahermosa, Puerto Guzmán, San Vicente del Caguán y Tibú, fueron los municipios más críticos, ya que estuvieron presentes en los cuatro informes de alertas tempranas por deforestación del Ideam. Sin embargo, el panorama también fue alarmante en Mapiripán, Cartagena del Chairá, Riosucio, Segovia y Tierralta.
La mayoría de municipios del Chocó y Antioquia fueron afectados por la deforestación entre abril y junio. Los demás meses tuvieron un común denominador: pérdida de bosque en los territorios amazónicos. Foto: Archivo Semana.
La Macarena y San Vicente del Caguán albergaron el mayor porcentaje de alertas tempranas por pérdida de bosque entre enero y marzo. Riosucio y San José del Guaviare lo hicieron entre abril y junio, Calamar y Tibú entre agosto y septiembre y Cartagena del Chairá y de nuevo San Vicente del Caguán entre octubre y diciembre.
El coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosque del Ideam aseguró que, aunque San Vicente del Caguán es catalogado como el municipio más afectado por la deforestación, aún hay mucho verde que debe ser conservado. “San Vicente todavía cuenta con más de 1,5 millones de hectáreas de bosque natural, una gran oportunidad para implementar usos agroforestales y silvopastoriles que disminuyan la ganadería extensiva. Es un sitio ideal para poner en marcha un trabajo comunitario que permita aprovechar sosteniblemente los beneficios del bosque, como las especies no maderables”.
Por la misma línea está Luz Marina Mantilla, Directora del Instituto Sinchi, quien afirmó que los habitantes de San Vicente del Caguán y de la Amazonia primero deben cambiar el chip de la ganadería y creer en otras opciones, como los usos silvopastoriles y la agroforestería comunitaria. “Hay que romper con el paradigma de que la ganadería es la única posibilidad que genera riqueza. Tenemos una gran oportunidad de reconstruir el territorio, conservar las selvas y dialogar de manera constructiva con las comunidades. Es hora de vencer el escepticismo hacia las actividades productivas sostenibles”.
Quince parques en riesgo
Los informes del Ideam también analizan el comportamiento de la deforestación en los Parques Nacionales Naturales, áreas protegidas blindadas por la ley en donde la conservación y protección del bosque y biodiversidad deberían imperar. Lamentablemente no es así: 15 parques concentraron alertas por deforestación durante 2018, la gran mayoría ubicados en la Amazonia colombiana.
Catatumbo-Barí, Cordillera de los Picachos, Farallones de Cali, Los Katíos, Ensenada de Utría, La Paya, La Orquídea, Munchique Alto Fragua Indi-Wasi, Nukak, Paramillo, Serranía de Chiribiquete, Sierra de La Macarena, Sierra Nevada de Santa Marta, Tayrona y Tinigüa, fueron los más apetecidos por las mafias deforestadoras.
Sin embargo, cuatro de ellos fueron afectados durante los cuatro trimestres del año: Picachos (Caquetá, Meta y Huila), La Macarena (Meta), La Paya (Putumayo) y Tinigüa (Meta). Catatumbo, Paramillo y Chiribiquete también presentaron altas concentraciones de deforestación.
La Macarena y San Vicente del Caguán albergaron el mayor porcentaje de alertas tempranas por pérdida de bosque entre enero y marzo. Riosucio y San José del Guaviare lo hicieron entre abril y junio, Calamar y Tibú entre agosto y septiembre y Cartagena del Chairá y de nuevo San Vicente del Caguán entre octubre y diciembre. Foto: Archivo Semana.
30 epicentros de muerte arbórea
Para cada trimestre, el Sistema de Monitoreo de Bosque del Ideam reveló cuáles fueron los principales núcleos de deforestación a nivel regional, explicando los motores, causas y grados de afectación. En 2018, Colombia albergó 30 epicentros que atentaron contra árboles centenarios, plantas, animales, agua y suelo.
Enero a marzo:
- Parque Tinigüa: municipio de La Macarena (Meta), entre el río Guayabero y las bocas del Perdido. Más de 5.000 hectáreas de bosque fueron deforestadas y quemadas para cultivos, pastizales o acaparamiento de tierras. Cerca de 2.300 puntos de calor fueron identificados en ese período.
- Tibú, Norte de Santander: sur del río Catatumbo en inmediaciones de los ríos Tibú y San Miguel. Deforestación causada por cultivos ilícitos, expansión de la frontera agropecuaria, extracción de madera informal y minería de socavón.
- Río Yarí, Caquetá: municipios de San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá, entre los ríos Yarí y Cuemani II. El verdugo del bosque es la ganadería extensiva financiada por actores externos, acompañado de carreteras informales.
- Río Caguán: piedemonte caqueteño, en los municipios de San Vicente del Caguán y Puerto Rico. Expansión de la frontera agropecuaria para ganadería, la mayor causa de deforestación.
- Suroccidente del Meta: municipio de Uribe, en los Parques Tinigüa y Picachos, y en zonas cercanas al río Guayabero. Los motores de pérdida de bosque son incendios, ganadería extensiva y praderización financiada por grupos armados ilegales.
- Marginal de la selva: municipios de San José del Guaviare, Calamar y La Macarena. Vías informales facilitan el acceso de agentes deforestadores. Zona afectada por incendios, ganadería extensiva, expectativa de tenencia de la tierra y cultivos ilícitos.
- Río Caquetá: municipios de Solano y Cartagena de Chairá. La ganadería extensiva es una de las principales causas de deforestación, dinamizada por la quema.
- Pacífico sur: municipio de Roberto Payán en Nariño. Afectaciones de bosque por la construcción de infraestructura vial rumbo a la costa Pacífica, agricultura a pequeña escala, ganadería, cultivos ilícitos y minería. La extracción ilícita de oro a cielo abierto promovida por grupos armados ilegales, es el principal motor de deforestación.
Abril a junio
- Nudo de Paramillo: sur de Córdoba, en cercanías al Parque Paramillo. Afectaciones por establecimiento de praderas extensas y cultivos ilícitos para ampliar la frontera agrícola. La mayoría de actividades son promovidas por grupos armados.
- Chocó – río Baudó: cercano a Quibdó, en inmediaciones de los ríos Baudó y Dubaza, y municipios de Bajo Baudó, Medio Baudó y Alto Baudó. Cultivos ilícitos y minería a cielo abierto transforman el paisaje, al igual que la extracción de madera.
- Riosucio: cerca al río Salaquí y frontera con Panamá. Compromete la parte sur del Parque Nacional Natural Los Katios. Actores armados fomentan actividades ilegales como cultivos ilícitos y extracción de madera. También padece por ganaderos provenientes del Caribe, quienes acaparan grandes extensiones de tierra.
- Bojayá – Chocó: cerca de los ríos Uva y Bojayá. Actividades ganaderas y agrícolas de uso ilícito, extracción de madera y minería a cielo abierto, son los principales motores de deforestación.
- Guaviare: municipio de San José del Guaviare, en el resguardo indígena Nukak Maku. Pastizales para ganadería y tenencia de la tierra acaban con los bosques de la zona.
- Uribe – Meta: en inmediaciones de los Parques Tinigüa y Picachos, sitio afectado por la praderización motivada por capitales externos y grupos armados ilegales.
- Río Quito y Atrato – Chocó: entre las causas de deforestación están la minería a cielo abierto, actividades agrícolas, cultivos ilícitos y tala selectiva.
- Tibú – Norte de Santander: cerca del río Catatumbo, afectado por actividades agrícolas lícitas e ilícitas, minas ilegales y extracción de madera para uso doméstico y comercialización.
En 2018, Colombia albergó 30 epicentros que atentaron contra árboles centenarios, plantas, animales, agua y suelo.
Julio a septiembre
- Guaviare – Marginal de la selva: municipio de Calamar, cerca al río Guayabero. Zona afectada por expansión de praderas para acaparamiento de tierras y ganadería, actividades financiadas por actores externos que ven expectativa de valorización a costa de los bosques. Expansión de infraestructura vial, extracción de madera y cultivos ilícitos, también predominan.
- Meta – Parque Tinigüa: al sur de Meta en el municipio de La Macarena, en inmediaciones del río Guayabero. Es un área de alta importancia ecológica, por ser un corredor para especies amazónicas y andinas. Grupos al margen de la ley y actores externos que financian la transformación del uso del suelo, son los mayores detonantes de la deforestación. Cultivos de uso ilícito proliferan en los bordes del bosque, y la ganadería y acaparamiento de tierras son una constante.
- Putumayo – río Caquetá: límite con el departamento del Caquetá y municipios de Puerto Caicedo, Puerto Asís y Villagarzón. La principal causa que transforma los bosques es la praderización con fines ganaderos y acaparamiento de tierras. También presenta extracción de madera con fines comerciales.
- Norte de Santander – Tibú: municipios de Sardinata y Tibú, en inmediaciones de los ríos San Miguel, Nuevo Presidente y Tibú. La actividad agrícola lícita e ilícita afecta los bosques, al igual que la demanda de madera. Proliferan el cultivo de coca y la minería.
- Nudo de Paramillo: sur de Córdoba y Parque Paramillo, en el municipio de Tierralta. La zona más afectada está en el resguardo Alto Sinú. La ganadería extensiva fundamentada en expectativas de titulación, es el gran verdugo del bosque, seguido por la coca y extracción de madera ilegal y mecanizada.
- Cauca – río Patía: municipio de Timbiquí y a lo largo del cauce de los ríos Saija y Patía. Presencia de actividades mineras a cielo abierto y cultivos de uso ilícito.
- Montes de María: departamentos de Bolívar y Sucre, en los municipios de San Jacinto, El Carmen de Bolívar y Ovejas. Las actividades agropecuarias constituyen la principal amenaza para los bosques de la zona. El proceso de reocupación del territorio ha afectado el bosque. Persisten la ganadería y extracción de madera para uso local.
- Chocó – río Baudó: es común la agricultura a pequeña escala, cultivos de uso ilícito, actividades mineras a cielo abierto y extracción selectiva de madera para fines comerciales y uso local.
Octubre a diciembre
- Caquetá – ríos Yarí, Caguán y Quemaní: occidente del Caquetá, municipios de San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá albergaron 980 detecciones de deforestación. La zona con un proceso de colonización acelerado, incentivado por la reconfiguración de grupos armados organizados y la ausencia de control estatal. Los pastizales son la principal causa de transformación del bosque, destinados a ganadería y usurpación de tierras, potenciadas por la red vial terciaria de la zona.
- Río Caquetá: el municipio más afectado es Solano. Los bosques en inmediaciones a los ríos Orteguaza y Sunsiya fueron afectados. 441 detecciones tempranas por deforestación fueron identificadas. Predomina el establecimiento de pastizales para apropiación y ganadería.
- Putumayo – río Caquetá: límite con Caquetá, donde 179 alertas fueron detectadas. Afectaciones en el municipio de Puerto Guzmán. Predomina la conversión de bosques a pastos con fines de acaparamiento de tierras y expansión de la ganadería bovina. Cultivos ilícitos proliferan en la zona.
- Guaviare – Marginal de la selva: el municipio de San José del Guaviare concentró 106 puntos de detecciones tempranas de deforestación. La principal actividad que dinamiza la transformación del bosque es el establecimiento de pastizales para usurpación de tierras o ganadería, actividad financiada por actores externos. Actores armados promueven actividades agrícolas ilícitas y expansión de infraestructura vial informal.
- Sierra Nevada de Santa Marta: municipio de Santa Marta y resguardo indígena kogui-malayo arhuaco. Afectación por actividades agrícolas y pecuarias de pequeña escala, potenciadas por la llegada de agentes que ocupan y transforman territorios ancestrales. Hay actividades extractivas de oro y materiales de construcción.
- Meta – Mapiripán: 76 detecciones de deforestación en el municipio de Mapiripán. La actividad ganadera tiene un fuerte arraigo, por lo cual las sabanas nativas y bosques de galería son reemplazadas por praderas con fines ganaderos. Presenta expansión de cultivo ilícitos y avance de palma de aceite, amenaza para los bosques naturales de la zona.
Este es un producto periodístico de la Gran Alianza contra la Deforestación. Una iniciativa de Semana, el MADS y el Gobierno de Noruega que promueve el interés y seguimiento de la opinión pública nacional y local sobre la problemática de la deforestación y las acciones para controlarla y disminuirla.
Fuente : Semana