Por . John Montilla
Llueve
y cada gota
abre la puerta húmeda
del cuarto de los recuerdos.
Llueve
y cada relámpago
rompe una cuerda de la guitarra
de los nervios.
Llueve
y cada arroyo
es una oscura serpiente
bajando por la calle.
Llueve
y cada rayo,
apaga la tranquilidad
y enciende una linterna.
Llueve
y cada gota en el tejado
es una piedra en el corazón.
Llueve
y los hornos de la panadería
están fríos,
el panadero y su familia
se han ido para siempre.
Llueve
y hasta el vendedor de zapatos
camina descalzo en la noche.
Llueve
y una maleta navega solitaria por la calles,
el pasajero ha extraviado su rumbo.
Llueve
Y se humedecen con temor
muchos ojos desconsolados.
Llueve
Y los niños esconden su miedo
entre los brazos de sus padres.
Llueve
Y los adultos no tienen
donde esconder su miedo.
Llueve
Y las sirenas de las ambulancias
parten en pedazos el silencio
de la noche.
Llueve
Y cae a raudales café, arroz, granos y enlatados,
pero no hay nada
que llene el vacío de las ausencias.
Llueve
Y bandadas de pájaros metálicos,
con sus grandes hélices
espantan el sueño de los niños que nos quedaron.
Llueve
Y una nube de periodistas foráneos
atrapa con sus dispositivos electrónicos
las balbuceantes palabras de los desdichados.
Llueve
Y el olor a barro
se nos queda impregnado en la piel.
Llueve
Y el pueblo se muere de sed,
mientras la ciudad se llena de baldes.
Llueve
Y los juguetes de los niños
nadan en el barro
nadie juega con ellos.
Llueve
y las bicicletas llenas de lodo
perdieron sus ruedas,
también perdieron a sus dueños.
Llueve
Y un caminante hambriento
cambia un martillo de caucho
por un almuerzo.
Llueve
Y el zapatero que perdió su martillo,
también está extraviado.
Llueve
Y el puente se ha quebrado
la tranquilidad también se ha roto;
no hay con que curarlos.
Llueve
Y los padres extrañan
a los hijos que se fueron.
Llueve
Y los hijos extrañan
a los padres que se fueron.
Llueve
Y los techos de las sombrillas
hacen recordar
a las casas que se fueron.
Llueve
Y el mapa de la ciudad
ha cambiado.
Llueve
Y corre mucha tinta amarilla
en los periódicos.
Llueve
Y las palabras de ayuda
se escriben en la arena.
Llueve
Y la gente de Mocoa escribe
su dolor en las piedras.
Llueve
Y la historia de Mocoa
se reescribe con tinta
que brota del corazón
de su gente.
Llueve
y siento unas
gotas
rodar por mis mejillas.
John Montilla. Texto y fotografías
jmontideas.blogspot.com
31- marzo- 2018