Mocoa, cien días después de la avalancha sigue en el limbo

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La comunidad ha intentado organizarse para plantear sus preocupaciones y propuestas en la reconstrucción. Foto: Diana Rey/ SEMANA

Mary Hurtado cuenta que desde que la avalancha bajó por el lecho de la quebrada Taruca y sepultó su casa en el barrio Laureles y el 40% de Mocoa, el tiempo se le volvió una medida difusa del transcurrir de la vida, tan cargada de emociones y de penas desde entonces. Ya pasaron cien días pero apenas se han sentido como un despertar lento de esa noche en la que les cambió el destino.

Entre todo lo que les arrebató la tragedia, se fue la capacidad de ejercer el control pleno de sus vidas. Ahora dependen de las acciones de terceros, del cumplimiento de las de promesas que escuchan de tantos funcionarios que como nunca han pasado por la capital de Putumayo.

Esta semana, a punto de que se completaran los cien días desde la avalancha ocurrida el 31 de marzo, Luis Carlos Villegas, el ministro de Defensa que fue designado por el presidente Santos para liderar la reconstrucción de la ciudad, estuvo en la Asamblea de ese departamento. Entregó el balance de lo que se ha hecho y lo que se planea hacer. El informe generó malestar en la población porque entre el listado de obras y acciones son escasas las que ya se pueden palpar, explica Germán Arenas, un periodista local de ha seguido de cerca la tragedia y sus consecuencias.

El ministro Villegas hizo un recuento de las inversiones ejecutadas para responder al desastre, que ya alcanza los 36.000 millones de pesos. Las destinaciones se han enfocado en la compra de un lote para la construcción de 320 viviendas, la adecuación de colegios, obras de mitigación del riesgo y en la compra de uniformes escolares.


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También habló de las obras que se proyectan a largo plazo. “El énfasis está en lo social: tenemos cuatro megacolegios, dos centros de desarrollo infantil, 1.200 viviendas nuevas, un nuevo hospital que ya se está construyendo, el nuevo acueducto para mejorar la cobertura y calidad, y además la nueva central eléctrica y la plaza de mercado”, sostuvo el ministro.

El proyecto de reconstrucción de Mocoa, que está siendo coordinado desde el Gobierno nacional, tendría un costo de 330.000 millones de pesos que se invertirían en los próximos tres años.

“El hospital ya lleva más de un 20% de avance; el acueducto en unas tres semanas debe estar produciendo agua potable y segura para el 100% de la red anterior a la tragedia, y arranca la construcción del nuevo acueducto para brindar cobertura a todo el municipio”.

Sin embargo, esos anuncios no convencieron a toda la comunidad. Por ejemplo, algunas de las críticas obedecen a que obras que se mencionaron en ese plan, como la construcción del hospital José Hernández, son compromisos adquiridos por el Gobierno Nacional antes de la avalancha que dejó 332 muertos, 77 desaparecidos y 22.000 damnificados, según el censo oficial.


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La comunidad, por su parte, ha intentado organizarse para plantear sus preocupaciones y propuestas en la reconstrucción. Uno de los grupos que ha logrado más visibilidad es la veeduría Dignidad por Mocoa. Sigifredo Arciniegas, vocero de ese grupo y presidente de Asojuntas en el municipio, explica que han elaborado su propio plan de reconstrucción, proyectado a doce años, pero que, aunque lo han expuesto ante las autoridades, los elementos que allí proponen han caído en saco roto.

«Seguimos en el limbo. Solo escuchamos promesas y vemos cómo corre la plata, pero la participación de la ciudadanía ha sido mínima», dice. A eso se le suma que los pobladores de Mocoa no tienen claros los planes que se están trazando para ellos desde el orden nacional. «Hay muchas suposiciones pero poca claridad. Hemos pedido que se haga una asamblea popular para que informe de las acciones, pero no ha sido posible», agrega.

Arciniegas asegura que una de las urgencias, además de la construcción de las viviendas para los que perdieron el techo, es la reactivación de la economía, que llegó a estar bloqueada por completo en los días posteriores al desastre. Según el censo del Ministerio de Comercio, 354 comerciantes resultaron afectados por la avalancha, de esos, 164 perdieron totalmente sus negocios.

Para destrabar el bloqueo económico, la cartera nacional dispuso, entre otras medidas, una línea de crédito de 20.000 millones de pesos a través de Bancoldex. Además se destinaron 3.000 millones para subsidiar a 120 comerciantes que perdieron todo, y se decretaron algunas exoneraciones de impuestos como el IVA.

Sin embargo, la situación es crítica. La tasa de desempleo, que ya era una de las más altas del país antes de la tragedia (rondaba el 16%), empeoró. Se espera que las ofertas laborales aumenten cuando las obras de la reconstrucción comiencen en forma, pues la mano de obra será contratada entre trabajadores locales. «La velocidad de las medidas no es la misma que la de los resultados», asegura Deccy Ibarra, presidenta de la Cámara de Comercio de Putumayo.

La incertidumbre, sumada al dolor de las pérdidas humanas y materiales y a las penurias a las que la ciudadanía ha estado abocada desde el 31 de marzo, han servido de caldo de cultivo para un descontento que ya se ha evidenciado en marchas y manifestaciones por la ciudad. Incluso los muros y hasta los escombros de la ciudad se llenaron de grafitis que piden respuestas y soluciones.

También hay desasosiego por los desaparecidos. Las labores de búsqueda dejaron de ser prioritarias dos semana después de la avalancha, cuando la esperanza de encontrar sobrevivientes también quedó sepultada. Y desde hace alrededor de un mes no aparece ningún cuerpo. Hay familias que siguen en la pena de revisar listas y visitar a diario las zonas en las que creen podrían estar enterrados sus seres amados.

Tantos detonantes de inconformidad estarían buscando vías para canalizarse. En las calles de Mocoa se habla de un paro cívico como el medio para hacerse escuchar. La idea no se ha concretado pero ya ronda entre algunos líderes de la comunidad.

Las autoridades tenían presupuestado que la reconstrucción de Mocoa empezaría formalmente luego de las etapas de respuesta y estabilización tras la tragedia. La Unidad de Gestión del Riesgo calcula que el segundo de esos ciclos está a punto de culminar. Lo que es claro es que reponerse de los efectos de una avalancha que no duró más de dos horas, tomará muchos años.

Fuente : Semana.com


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