Por : Silvio López
La tragedia de Mocoa en primera instancia nos generado crisis traumática mayúscula con complejidades inimaginables, pérdidas humanas y económicas no fáciles de entender, como resultado en el tiempo de un exacerbado panorama incierto, ya que aún ni las autoridades saben el rumbo de la comunidad y el territorio de Mocoa, desde luego ese futuro de incertidumbre genera crisis social.
La tragedia y el arraigo, en un estado de incertidumbre se convierte en un dilema o juego mental que se puede traducir en un mayor peligro que puede afectar el bolsillo o la economía, la vida de las personas que queremos o de quien lidera la situación de arraigo, con condiciones adversas severas de culpabilidad de vida.
El arraigo vs el peligro en esta incertidumbre en la que estamos en Mocoa, debe entenderse de manera individual y colectiva, para que las decisiones que se tomen sean colectivas y participativas o según el caso individuales, quedarse o salirse del lugar donde se vive por décadas sólo es responsabilidad inicial de cada persona aunque esta esta traducida a un deber decisivo del mismo Estado o de la Alcaldía, ya que ellos tienen la obligación de cuidar la vida y honra de cada ciudadano como deber Constitucional.
El arraigo visto como ese amor al lugar en la que hemos pasado los mejores momentos de nuestra vida y que de un rato a otro se vea como un riesgo de vida, genera impulsos contorsionistas que pueden bloquear la misma realidad y podemos pasar a la etapa de no creer lo que está sucediendo, dejando de actuar aun en pro de nosotros mismos, la vida en este caso se estanca en la que dependemos de un hilo mágico o que un milagro del todo poderoso o la virgen María nos proteja.
Se ha observado en el mundo que millones de personas han decidido quedarse de por vida en lugar que se vieron crecer, por que como ese lugar no hay otro mejor en el mundo, deciden quedarse a pesar del peligro y en contra de las mismas decisiones del Estado o la Ley. Por lo tanto esta situación sicosocial de arraigo vs el peligro tiene que ver exclusivamente con la supervivencia primitiva, de creer que no hay otro sitio mejor en el mundo en la que podamos vivir y en especial que no encontraremos una comunidad o vecinos que podamos compartir elementos comunes en armonía, como: Servicios públicos, valores, trato, correspondencia, confianza, relaciones, costumbres, fiestas, edad, el status social, deporte y recreación, comunicación, entre otros valores agregados a la vida individual y secreta de cada persona.
Por lo tanto en cada caso el peligro y el arraigo deben ser evaluados de manera unipersonal, autónoma, libre con apoyo colectivo o del mismo Estado. Es el momento de repensarse de manera tranquila, prudente y sin pasiones, sin arriesgar en especial la vida de terceros o de quienes más queremos, ya sea pareja, hijos, padres, amig@s, abuelos o abuelas.
Bajo esta condiciones nuestra evaluación en primer plano es que responsablemente debemos asumir la realidad de la situación, asimilar las situación en familia, para que podamos actuar si nos quedamos o salimos del eminente o posible peligro, de una y otra forma esta decisión final debe convocarnos a asociarnos y elegir un líder honesto con la vida que oriente el mejor camino, donde el dialogo y el saber escuchar sean valores primordiales de nuestra lucha.
En estos casos en al superación de la incertidumbre o el miedo aun colectivo, es necesario de iniciar a entender la dinámica de la naturaleza, es sabido en nuestro caso que estas avalanchas se repiten cada 50 años y como el riesgo es eminente, este lapso de tiempo puede ser superado en tiempos más cortos, por lo tanto es necesario de manera inmediata tener alertas tempranas y sitios de evacuación identificados y los que estén en mayores peligros atender a las autoridades ya que son las que deben responder de manera inmediata y con certeza la reubicación podría ser la mejor opción.
Entonces para superar el arraigo y la pobreza de la comunidad que ocupan lugares en peligro, debe darse una reubicación en mejores condiciones en la que se encuentra la familia o persona, si se tenía una casita, desde luego hay que proporcionarle una casona agradable y que se sobreponga al mismo arraigo, respetando condiciones y tradiciones, bajo la esencia de establecer a su alrededor sentimientos comunes, bajo el amparo de garantizar sus derechos fundamentales individuales y colectivos, para adaptarnos a un nuevo desafío de vida, especialmente pensando positivamente que a Mocoa lo sacaremos adelante.