Aunque no es su hija de sangre, Édgar Ortiz, vendedor de helados y crispetas en Mocoa, completa ya más de un mes buscando a Andrea Chilito Joaquí, de 9 años, que desapareció luego de la avalancha que se registró en esa ciudad entre la noche del 31 de marzo y la madrugada del 1.° de abril.
Este padre de familia, de 50 años, aterrizó hace algunos días en Neiva (Huila) y lo primero que hizo fue visitar la unidad de pediatría del Hospital Hernando Moncaleano y la clínica Mediláser, centros de atención donde fueron remitidos los niños heridos luego de ocurrida la tragedia. Pero ni en Neiva ni en Pitalito le han dado razón de su pequeña, que cursaba quinto primaria en una institución educativa de la capital de Putumayo.
Él dejó a un lado la venta de helados y cada día lo dedica a averiguar por su pequeña en colegios, albergues, sedes del Bienestar Familiar, Bomberos, Cruz Roja, Defensa Civil, y hasta las emisoras y periódicos locales le han abierto puertas.
Rescatistas la sacaron con vida del barro y la llevaron a un albergue o a un hospital para curar sus heridas
“Nadie da razón de mi hija, pero tengo la corazonada de que la voy a encontrar viva, yo sé que ella está viva”, afirmó Édgar Ortiz, quien no vivió la tragedia, pues esos días los dedicó a vender helados en las calles del municipio de Villagarzón, que está cerca de Mocoa.
Sus esperanzas están vivas luego de que vecinos del barrio San Miguel, donde vivía la niña, le contaron que “rescatistas la sacaron con vida del barro y la llevaron a un albergue o a un hospital para curar sus heridas”.
Bertha Tulia Joaquí, madre de la niña, también fue arrastrada por la avalancha y días después fue encontrada muerta. Édgar ya sepultó a la que por muchos años fue su compañera sentimental, ahora mantiene la fe intacta para encontrar a la niña que quiso como a su hija.
Ortiz aclaró que no vivía con la niña ni con Bertha, pero pese a la separación mantenía comunicación constante con la pequeña, a la que vio por última vez unos días antes de la tragedia cuando ella lo visitó en Villagarzón.
“La torta y las gallinas para el sancocho del pasado 9 de abril, cuando cumpliría los 10 años, se quedaron listos, y ahora no sé qué ha pasado con ella”, dijo el padre.
Este hombre llegó a Neiva ilusionado luego de ver una fotografía de una niña con características físicas similares a las de su hija, “pero al hacer el reconocimiento visual no correspondía, pues la mía era más alta y de mayor contextura”.
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