Por : Silvio López
Mientras en Mocoa, Putumayo, se realizaba una exposición de obras de niños y niñas, miles de sonrisas y colores salían de la Casa de Barro, palabras vienen y palabras van, besos aquí y besos allá, holas que vienen y holas que van, el vino por aquí y el vino por allá, una nota en una esquina y otra en la otra esquina, para derramar un silencio puro lisonjero de unos ojos dulces y esquivos que siembran una avalancha de mil pensamientos, una avalancha de pétalos que desaparecen en la noche fría de un viernes pasajero, de un viernes callejero, un viernes mágico en donde titila el pensamiento de los sueños dorados, que desaparecen con un brindis de un alma de una maravillosa diosa perdida en los arroyuelos encantados del sin fin de las selvasvírgenes del Amazonas indomable.
Después de este encantador episodio artístico, la barulla de la bulla nace en la calle oscura de la Casa de Barro, sin antes escuchar que alguien mencionaba una avalancha y pare de contar, hasta que un niño le pregunta a su padre ¿papi que es una Avalancha? Y el responde sin afirmación una explicación técnica básica y el niño concluyeentonces puede entrar por la puerta y se sonríe y al instante se observa que en la calle corren una avalancha de motos, y carros como si estuvieran compitiendo, todos en dirección al parque principal, de seguro se dirigían para la loma, cada vez era más las personas que pasaban sin control, parece que hubo accidentes en diferentes puntos de Mocoa, y en algunos momento la cogestión vehicular fue alarmante.
Bajo estas circunstancias improvisadas llega el Pánico a la casa de Barro, uno salimos a observar que estaba pasando realmente, entramos e informamos al público y todos quedaron desconcertados de la situación adversa y algunos salieron a buscar los suyos, como un amigo se fue a poner el gato en el techo y le dice si viene la avalancha súbete al campanario de la iglesia, otros lloraban de la angustia y cada vez el corazón corría en el desespero de que la avalancha nocturna tocara sin pleno aviso. Entre a la casa y gritaba evacuación una avalancha viene e inmediatamente los huéspedes desconcertados no sabían para dónde ir, corran al parque por donde va la gente, como se dice por dónde va Vicente va la gente.
En estas circunstancias en esta noche sucedieron muchas cosas, entre ellas una trampa mortal estaba en camino la “Avalancha” pero realmente nadie sabíamos para dónde coger, unos decían que el rio Mocoa era que se iba a llevar al Sanagustín y al Patolandia, otros de la Taruca y otros el Sangoyaco. Desde luego confirmado, era el Sangoyaco “el Rio del Lodo”, para los que no lo conocen este atraviesa por el centro de la ciudad de Mocoa, para mí era evidente por que hace muy poco tiempo alerte a las autoridades sobre este rio que bajaba muy mermado su cauce y de color lechosa sus aguas, también hice un recorrido hace aproximadamente un año y evidenciamos con mi amigo Leonel Morales sobre un posible evidente derrumbe de gran tamaño, tomamos fotografías y las publicamos por las redes como Facebook y por este medio mismo las autoridades manifestaron que harían un recorrido y de seguro así fue.
Lo que es cierto que no hubo tal avalancha, perdimos el tiempo, la novelas, los besos dulces de la noche fría, el programa de la Casa de Barro, donde la Maestra Rocío Martínez Guerrerocontinúo plácidamente su trabajo. Casi me atropellan, unos incrédulos decían eso no pasa nada, por aquí por el Centro no pasa nada estamos seguros, los que viven cerca del rio es el problema manifestaban la muchedumbre desenfrenada del pánico. Mi padre decía tranquilos que yo ya rece la oración (Salmo 91), no se preocupen. Después de dar la alarma a la familia y a los inquilinos, salve mi ensayo del “El Yagé y el Vínculo con los derechos Humanos” que risa, uno en esas, es difícil de creer los otros salvando a su mascotas y desde luego listo con mi cámara y mi linterna para la tragedia, que locura lo que aunó como ser humano se le ocurre, en fin el mundo se iba acabar para Mocoa.
Esto gracias a un chisme y a la desorganización institucional, se rego la bola como el fuego, unos dicen que fue la policía la que alerto los barrios del Occidente de Mocoa y luego ellos mismos pasaron por la casa de Barro informando que realmente era una falsa alarma. En estas condiciones observamos que el comité de emergencia para Mocoa y sus grupos de socorro, médico y de seguridad no están preparados desde ningún vértice. Solo estábamos esperando que pase la cruda avalancha y eso fuera todo. Una incertidumbre que maduro por más de dos horas de pánico, hasta los enfermos del hospital empezaban a desfilar por las calles, otros dicen que algunos presos se volaron, ni tonto que fuera, el director tenía que dar la orden de abrir las puertas, no quedaba más en estas circunstancias, desde luego salvar las vidas de los internos, vidas que la sociedad le había encargado en custodia al Estado.
Finalmente de esta experiencia se puede concluir que Mocoa no está preparada para un desastre de esta magnitud, ciertamente se hace necesario y urgente establecer un plan de emergencia donde se incluya a toda la sociedad de Mocoa y no que todos corran a ubicarse a una trampa mortal, generada por el pánico y todos caminan en un sólo ritmo, repito para donde va Vicente, para dónde va la gente…en este escenario es deber del comité de emergencia tenga la voluntad y la capacidad de reunirse a mas tardar en 15 minutos en un lugar específico y eso es responsabilidad de nuestros gobernantes gestionar este propósito. Como es posible que haya tardado el pánico más de dos horas en la comunidad de Mocoa, eso es sumamente grave, la comunidad se merece una explicación del alcalde y el gobernador, desde luego este trabajo requiere responsabilidad y compromiso para salvar miles de vidas. Si en estas condiciones se hubiere tratado de un simulacro talvez no hubiere salido tan bien, a pesar de las adversidades, ya que en su mayoría de personas el caso fue tratado con su máxima seriedad, desde el mismo instante cuando uno les gritaba solidariamente ¡avalancha!, ¡avalancha!, ¡avalancha!. La próxima vez, talvez a otro pastorcito mentiroso no le creamos y no estemos para contarlo. Por ahora Dios y la Pachama nos ha bendecido, mañana domingo la vida continua y les cuento que me da gusto vivir en Mocoa, especialmente volvernos ver, decirles buenos días, buenas tardes y buenas noches. Si desean ser parte de otra historia de estas, sólo debes estar en la Casa de Barro, te esperamos, entrada gratis y la salida también.