Por : John Montilla
Los estudiantes de un colegio en Sincelejo aprovechan la clase para preguntarle al profesor como se dice: “¿muéranse o “mueransen ?” El profesor responde: “¡muéranse! ” Al instante todos sus estudiantes se tiran al suelo, otros bajaron sus cabezas haciéndose los muertos e incluso uno de ellos se estrella contra el tablero y cae.
¿Qué decir ante este tipo de eventos?, en primer lugar el rector de la institución afirmó que “esto obedece a un caso de matoneo, porque se produce violencia dentro del aula de clase.” De ahí que a los estudiantes implicados se hayan hecho merecedores de unas sanciones, entre ellas deben realizar y publicar videos de buenas conductas.
Ahora, abordo el tema desde mi punto de vista; en primer lugar, propongo una diferencia entre una broma, y una burla; en una broma nos divertimos todos, todos gozamos; mientras que en una burla, unos se divierten a costa de alguien, es decir se pierde el respeto y entramos en el terreno de la ofensa y en el campo educativo es una línea que debe estar siempre bien demarcada,
En mi experiencia, puedo anotar que dependiendo de un grupo o curso en particular, sería muy fácil clasificar si se trató de una broma para pasar un rato “diferente” o una burla contra uno, me explico, si tal acción es ejecutada por un grupo del cual se tiene buenas referencias de trabajo académico, disciplina, creatividad y respeto, entonces uno dice, listo lo hicieron porque les nació, se gozaron el instante; el evento se hace y luego queda como una anécdota divertida del proceso escolar, fin del hecho.
Pero, está la otra cara de la moneda, si tal acción viene de un grupo cuyas referencias disciplinarias y académicas no son las deseables, entonces, fácilmente se podría deducir que las intenciones no son del todo muy sanas, y entonces sí que hay que entrar a tomar los correctivos necesarios para que la convivencia escolar se mantenga dentro de unos parámetros normales de tolerancia mínima con los demás. Ya que en determinados casos puede ser el punto de partida para posteriores acciones que paulatinamente pueden ir subiendo de nivel y que pueden acarrear grandes inconvenientes en el trabajo escolar, la diferencia con el párrafo anterior es: este es el capítulo inicial, aún no se ha acabado la historia.
Puedo citar algunos ejemplos locales: a cierto colega durante su clase, los estudiantes se pusieron de acuerdo para hacerse los dormidos en sus pupitres, la acción dura lo que demora la toma de una foto, el resultado: el profesor en primer plano en frente del tablero hablando a un grupo de estudiantes dormidos; y listo, la imagen a las redes sociales, luego vienen todo tipo de comentarios que no dejan bien plantado al docente.
Igualmente, cito el episodio de otro compañero que en clase se sentó en su escritorio a revisar unos trabajos escolares, en cierto momento llega una estudiante por la espalda y le da un abrazo no bien intencionado, porque al frente ya se había ubicado una compañerita con la cámara lista para atrapar la imagen, el resultado: una foto completamente fuera de contexto que lo puede poner en problemas.
Recuerdo mis clases de literatura en la universidad, había una estudiante invidente, que usaba una grabadora para registrar todas las clases; y cuando nuestro maestro se iba a despachar con uno de sus memorables discursos socio-políticos, donde no dejaba títere con cabeza, y en los cuales no solía cuidarse mucho del vocabulario a usar; antes de empezar le decía: “Apague el aparato un momento mamita que con ese me puede hacer joder.”
Y eso creo que es lo que pasa en la actualidad; con los “juguetes tecnológicos” en manos de los estudiantes, el quehacer académico con sus altibajos cotidianos se salió del aula de clase, y se volvió universal, el problema es que parece que se le da mayor relevancia y reproducción a las cosas triviales e insignificantes, y se está dejando de lado la esencia del proceso educativo que es la buena formación personal y la excelencia académica.
John MontillaLic. en Lenguas Modernas