El hundimiento del proyecto de Ley que pretendía implementar el matrimonio para las parejas del mismo sexo en el Congreso de la República es una es una muestra más del pensamiento retardatario de las mayorías en el Congreso.
Los argumentos con los que se hundió la iniciativa fueron los mismos con los que se negaban los derechos a las mujeres para que pudieran elegir y ser elegidas; y los mismos con los que algunos senadores norteamericanos le daban largas al abominable delito de la esclavitud. En esencia: pensar que son seres distintos que requieren otro trato.
No quiero decir con esto que quienes estén en contra del matrimonio igualitario también apoyen la esclavitud o le nieguen derechos civiles a las mujeres. Me refiero específicamente a los planteamientos de los legisladores que votaron en contra del proyecto. Porque vi algunos apartes del debate que se trasmitió por televisión.
El senador Juan Manuel Galán hizo una buena exposición acerca de los mitos que se tejen alrededor de los homosexuales, recuerdo estos:
1. Que siempre están pensando en sexo y eso los convierte en unos promiscuos abominables. Falso, no piensan en sexo más que cualquier otro mortal. Pues como cualquier otro parroquiano tienen otras tareas que atender como su trabajo, amigos, y familia.
2. Que los niños al lado de ellos corren peligro. Falso, existen homosexuales que son muy buenos padres, hermanos y amigos. Así como existen heterosexuales muy buenos padres y otros muy peligrosos para los menores. Su proclividad a cometer abuso contra los niños no la determina su preferencia sexual.
3. Que los homosexuales son minoría. Falso, las minorías, entendidas como tal, no pondrían senadores de la República como sucede en Estados Unidos. Ni como pasa en Colombia con movimientos que eligen concejales en Bogotá como el Polo de Rosa.
Estos son algunos de los mitos expuestos por el representante Galán, al que yo le sumaria uno: pensar en la comunidad homosexual como algo que está alejado de los demás y que se concentra en unos terrenos específicos. Falso.
Los noticieros de televisión nos han vendido la imagen de una comunidad gay como dos hombres o dos mujeres besándose en plena plaza de Bolívar y agitando una bandera multicolor. Esa, a la que le llaman “comunidad” forma parte de la vida cotidiana de los heterosexuales: son nuestros padres, hermanos, primos, amigos y compañeros de trabajo.
Así que no sigamos «haciéndole el feo» a nuestros seres queridos, discriminándolos como hasta ahora. El discurso de Martha Cuellar, madre de un hijo gay que fue hasta el Congreso a defender los derechos de su muchacho, bien resume el error en el que se ha centrado la discusión: “pensar que la dignidad de una persona está pegada a sus genitales”.
Y creo que más temprano que tarde habrá matrimonio igualitario en Colombia porque cada vez personas más jóvenes llegan a la política. Libres de cargas ideológicas de partidos tradicionales que se quedaron anquilosadas en el siglo pasado, y que no han sido capaces de adaptarse a las necesidades de una sociedad cambiante.
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Ricardo Solarte Ojeda
Director Creativo Antorcha, Cifras y Comunicación SAS
Periodista especializado en Economía y Negocios
Con especialización en Gerencia de Mercadeo Universidad EAN