Dicen que “al toro no lo capan dos veces”, pero esta máxima parece no aplicar en el contexto putumayense. Las pirámides, que tanta desolación y pobreza generaron en Mocoa y el departamento, están de vuelta.
Algunos avivatos que se las dan de “financistas” y “corredores de bolsa” están engañando a quienes creen que la plata cae del cielo y que no es necesario trabajar para conseguirla. Ojo, caer en sus redes nuevamente no es un acto de inocencia, sino de conchudez.
El DMG y DRFE, entre otras muchas, solo dejaron pobreza y desolación en el departamento y el país entero. Hace más de una década vivo en Bogotá y era triste volver a casa y encontrarse con un ambiente malsano, donde el dinero fácil había acabado con el requisito básico de una economía próspera: un modelo basado en el trabajo de su gente.
Cuando se cayeron las pirámides se acusó al sistema financiero de no tener figuras de ahorro atractivas que incentiven a las personas a tener sus recursos en las entidades vigiladas. Eso es cierto. Lo más atractivo es el famoso CDT que renta tan solo el 0,4% mensual. Quien abre uno de estos productos con un millón de pesos, recibe 4 mil pesos al mes por intereses.
Pero el CDT no es la única opción, también existe la renta variable. Es decir, el mercado accionario, que aunque tengan más riesgo, su rentabilidad en algunos casos es superior. Sin embargo, una rentabilidad promedio en cualquier negocio legal, con una entidad vigilada, en raras ocasiones supera el 12% efectivo anual.
Eso resulta irrisorio frente a lo que ofrecen las pirámides: un crecimiento de hasta el 36% mensual. Pero esos pesos de más no justifican hacer parte de un juego criminal. Lo que se conoce de estas redes cuando se derrumban es que con el dinero de gente honesta se estaba lavando activos, financiando el narcotráfico y evadiendo impuestos.
Estafas las hay en todos los estratos y no se salvan ni las entidades vigiladas. Interbolsa, una de las comisionistas de bolsa más respetables del país con el 30% del mercado accionario enfrenta ahora investigaciones de tipo penal que de a pocos van develando algunos delitos en los que pudieron haber incurrido sus directivos.
Por eso, cuando se trata de inversiones, lo mejor es trabajar con entidades vigiladas por la Superfinanciera. Sin embargo, existen dos reglas de oro que debe tener en cuenta: diversificar el riesgo, es decir, no poner todos los huevos en una sola canasta. Y la segunda, y más importante: sospeche de rentabilidades exorbitantes. Pues como dice el refrán: de eso tan bueno no dan tanto.
Estimados coterráneos: la riqueza se construye con el trabajo bien hecho, disciplina, y amor por lo que se hace, y no con inversiones milagrosas que rentan como si la plata se reprodujese de la noche a la mañana. Es hora de abrir los ojos y no dejarse pintar pajaritos en el aire.
—Ricardo Solarte Ojeda
Director Creativo Antorcha, Cifras y Comunicación SAS
Periodista especializado en Economía y Negocios
Con especialización en Gerencia de Mercadeo Universidad EAN