Hechos dolorosos como el fallecimiento o accidente de un familiar, además de tener la capacidad para inducirnos a reflexionar sobre temas diversos de nuestra vida personal, familiar y social, también deberían tener la capacidad para solidarizarnos superando cualquier diferencia o contrariedad, pero, contrario a lo que se piensa, parece que se constituyen en exacerbadores o atizadores de odios y de resentimientos.
Por estos días, varias familias de la ciudad de Mocoa se han visto afectadas por hechos dolorosos que han tenido el poder de unirlos y solidarizarlos, tal es el caso de la familia Vitery, Narváez, Rosero y Chamorro que de manera ejemplar, primero ante el sentido fallecimiento de doña María Rosero de Narváez, posteriormente de don Carlos Chamorro y el pasado domingo 16 de septiembre en torno al fallecimiento de doña María Delia Vitery Rosero, madre de Fernando Vitery, hombre público de reconocida reputación municipal y departamental.
Llama la atención observar las frondosas ramas de esos árboles genealógicos que proceden de colonos que un día llegaron a ésta tierra para construir región.Su aporte incalculable se ha enriquecido con el tiempo y de humildes colonos, hoy se cuenta con un nutrido grupo de profesionales, técnicos y tecnólogos que prestan sus servicios a la institucionalidad y a la sociedad mocoana y putumayense.
Pero así como llama la atención la unidad y la solidaridad ejemplarizante de éstas familias, también llama la atención la ausencia y la ingratitud de aquellos que se han beneficiado con el trabajo político, administrativo, social y comunitario de los miembros de ésta familia, olvidando que la muerte es cuestión de tiempo, que unos parten adelante y otros atrás, que hoy por mí y mañana por ti y que es en momentos difíciles como éstos donde se aquilata el verdadero liderazgo.
Paz en la tumba de doña María Delia Vitery Rosero.
Jaime Armando Erazo Villota Miembro del Colegio Nacional de Periodistas Mocoa, 17 de septiembre de 2012