Eje21 – La razón principal es que la transmisión generacional se ha visto interrumpida; solo el 31 % de la población estudiada asegura haber aprendido el murui como lengua materna, una situación que amenaza con la pérdida de los saberes ancestrales de dicha población.
Bogotá, 28 de julio de 2023. El pueblo murui es una etnia indígena que habita especialmente en la Amazonia colombiana: Amazonas, Putumayo y Caquetá. Los últimos datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) indican que en 2021 había 12.029 personas que se autorreconocían como murui, de las cuales 3.054 se encontraban en Puerto Leguízamo (Putumayo).
A pesar de que hablan cuatro dialectos diferentes: bue, nipode, mika y minika, esta comunidades conservan formas culturales y sociales semejantes. Sin embargo, además de las tradiciones comparten el riesgo de perder sus saberes ancestrales a causa de la progresiva desaparición de su lengua indígena.
La filóloga Lorena Ruiz Valderrama, magíster en Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, estudió la comunidad tukunare, lagarto cocha, jiri-jiri y samaritana a fin de evaluar la vitalidad de la lengua según los factores establecidos por la Unesco, y además realizar una caracterización demográfica.
Uno de sus resultados más significativos es que los ámbitos de uso de la lengua están en estado decreciente, es decir en grado 3 según lo establecido por la Unesco, lo que significa que la lengua indígena pierde terreno ya que su uso se ha limitado a festividades y ceremonias tradicionales, es decir que su papel está reducido dentro de los espacios familiares y comunitarios.
Los 6 criterios establecidos por la Unesco para evaluar el grado de vitalidad de una lengua son: (i) transmisión intergeneracional, (ii) número absoluto de hablantes, (iii) proporción de hablantes respecto a la población total, (iv) cambios en los ámbitos de uso de la lengua, (v) respuesta a los nuevos ámbitos y medios, y (vi) materiales para la enseñanza de la lengua y la alfabetización.
Con respecto a estos criterios, la proporción de la lengua murui es reducida respecto a la población total estudiada, ya que solo el 31 % la aprendió como lengua materna.
Para llegar a los resultados, la investigadora aplicó una encuesta sociolingüística –compuesta por 54 preguntas dividida en seis secciones– a 94 personas de las cuatro comunidades. Así determinó que la edad promedio de los encuestados que afirman hablar una lengua indígena es de 51 años, mientras que la edad de quienes niegan hablarla es de 37 años, siendo los adultos mayores quienes más se encargan de conservarla.
Además, muestra que el 69 % de los hablantes de lengua indígena de las cuatro comunidades afirman que aprendieron el español como lengua materna y la murui como segunda lengua, una situación que también hace que se presenten dos tipos de bilingüismo individual: el activo y el pasivo.
“El bilingüismo activo se presenta cuando una persona puede hablar y entender ambas lenguas: el español y la lengua indígena. El pasivo, por el contrario, sucede cuando las personas pueden entender la segunda lengua pero tienen dificultades para reproducirla, es decir que no la hablan, siendo este último caso el que más se reportó en la encuesta”, expresa la investigadora.
“Uno de los factores que han llevado a la interrupción de la transmisión generacional de la lengua obedece al crecimiento poblacional de Puerto Leguízamo, con lo que el español empieza a ganar participación, especialmente en el casco urbano. También se da como una respuesta a las transformaciones de los espacios: la lengua indígena no se utiliza en lugares de trabajo ni en medios de comunicación, incluidas las redes sociales digitales”, señala la experta.
Proteger la lengua indígena es proteger la naturaleza
La filóloga considera que el hecho de que se pierda una lengua indígena es un problema que va más allá de las comunidades. Con su pérdida también desaparece el entendimiento de los pueblos indígenas sobre la naturaleza.
“Es una especie de sabiduría encriptada, hay cosas que solo pueden nombrar en su lengua y eso implica que ese conocimiento se perdería. Es una afectación que va más allá de lo cultural, es un impacto a la naturaleza. Los indígenas son los guardianes del Amazonas”, amplía.
Por eso resalta que las cuatro comunidades que estudió tienen estrategias para conservar y transmitir su lengua, y son conscientes del riesgo que existe de su desaparición con el tiempo. Por ejemplo, existe una adquisición tardía de la lengua que obedece a la voluntad de los habitantes de recuperar una sabiduría ancestral y un grado de consciencia sobre su cultura.
“Pero es necesario el apoyo del Estado para estos espacios y un trabajo conjunto con los profesores locales; aunque ellos han hecho trabajos para enseñar la lengua a los más pequeños, no hay recursos suficientes y eso impide que los procesos continúen”, concluye.