Se conoce la razón por la que familia que iba en el carro arrastrado por una creciente súbita en Silvania, Cundinamarca, estaba viajando

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A la izquierda, Teresa Escandón (desaparecida). A la derecha, Segundo Villota (fallecido) y Ana Lucía Villota (desaparecida). Foto: Suministrada a EL TIEMPO

ElTiempo – Sus familiares no son oriundos de Silvania o Cundinamarca. Estaban viajando a Bogotá cuando la quebrada creció por las lluvias.

Sin dudas, la familia Villota Escandón es la mayor afectada que quedó de la creciente súbita que hubo en Silvania, Cundinamarca. Cinco de sus integrantes fueron arrastrados por la corriente en medio de las torrenciales lluvias que cayeron por cuatro horas del lunes 17 de noviembre, cuando terminaba el puente festivo y ellos se disponían a volver a Bogotá contra todo pronóstico.

Sara Valentina, de 25 años, fue la única integrante que logró salir a tiempo del carro. Segundo Miguel Villota (69 años) fue encontrado sin vida. La búsqueda de las autoridades y de los integrantes de la familia que fueron hasta Silvania se centra en encontrar a Ana Lucía Villota Escandón (45 años), Teresa Escandón (65 años) y Manuela Sofía Villota Escandón (16 años).

EL TIEMPO habló con Miguel Villota Escandón, uno de los hijos de don Segundo y doña Teresa, y reveló que su familia no es oriunda de Cundinamarca, sino de Mocoa, Putumayo. De hecho, él llegó en la mañana de este 18 de noviembre para colaborar con la búsqueda y dar con el paradero de su mamá, su hermana y su sobrina.


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Ninguna autoridad o titular en los medios habla de otra pérdida que sufren en silencio los miembros restantes de la familia. Se trata de Fito, el perro de Teresa y “su adoración”. Durante la jornada, Miguel encontró a la mascota inerte.

La razón del viaje de la familia hacia Silvania: venían de una finca

Los Villota Escandón tienen una finca en Cumaca, vereda de Silvania. Se llama “El Refugio”. El predio se erige sobre la zona rural como un homenaje físico que viene del alma y el corazón para Sara, otra hija de Teresa y Segundo que falleció por cáncer en septiembre del año pasado. Ella era una persona muy dedicada a los animales y cuidaba perros. De por sí, sus padres les inculcaron a todos los hijos amor y respeto por la vida de estos seres.

Cuando murió, los demás decidieron seguir con su legado de darle un hogar a los caninos. Así fue como nació El Refugio. La familia procuraba ir cada fin de semana que pudieran para verificar el estado de los animales: “Este fin de semana, como muchos otros, fueron al refugio a ver cómo estaban los animalitos, a lavarle los caniles (…) y pasó lo que pasó”.

Precisamente, este puente del 15 al 17 de noviembre fue la oportunidad perfecta para ir a Cumaca. El plan era volver en la noche, porque Segundo tenía un compromiso en su trabajo y no quería faltar a pesar de las condiciones climáticas. Hasta que llegaron al puente por donde pasaba la quebrada El Hato y lo vieron colmado. Ahí plantearon cambiar de planes y devolverse.


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El relato del momento de la creciente súbita

Según el relato de Sara Valentina, replicado por Miguel para esta entrevista, doña Teresa tuvo un mal presentimiento cuando vio el agua fluyendo sobre la estructura, pero Segundo estaba determinado en pasar, a pesar de las advertencias. Así fue como el vehículo quedó atrapado entre la corriente.

La fuerza del agua fue tal que explotó uno de los vidrios del carro y la joven Sara salió expulsada del vehículo. Segundo, al parecer, logró quitarse el cinturón, pero apareció sin vida. Ella fue llevada a un centro asistencial de Silvania y fue dada de alta. No quiso estar más allí y le pidió a sus familiares que la llevaran a Bogotá.

Miguel recuerda entre lágrimas y amor a las tres mujeres que hoy, a la hora de publicar este artículo, siguen sin aparecer. Habla de su madre, su hermana y su sobrina en pasado, pero su voz es firme al pedirle a las autoridades que, por favor, no cesen su búsqueda.

De Teresa, su mamá, recuerda el inmenso amor y la entrega tan dedicada que tenía con su familia: esposo, nietos, hijos y hasta su perro. “Era de esas mamás que aguantaban todo, y ahí estaba siempre detrás de su marido”, cuenta Miguel. Ana Lucía, con sus 45 años, era directora del Centro Zonal Tunjuelito del ICBF.

Manuela, de apenas 16 años, era la niña de los ojos de su abuelo Segundo. “Uno le decía a ‘Manuelita, díganle a mi papá que no haga esto, que haga esto, que vaya al médico, que no se vaya tan tarde’”, cuenta Miguel.

La pérdida de los padres de la familia deja a cuatro hijos restantes con vida. Miguel y otro hermano suyo llegaron al departamento específicamente para participar de las búsquedas. Él está convencido firmemente de que su mamá sigue dentro del carro porque, al parecer, nunca se quitó el cinturón.

Después de esta tragedia familiar, Miguel sostiene que continuarán con el legado de su hermana Sara. El Refugio seguirá en pie, al igual que el amor por una causa genuina de darle hogar a perros. Es algo de orgullo porque, para él, «es lo que demuestra lo que ha sido, es y será su familia». Además, allí reposan las cenizas de Sara y ahora también el cuerpo de Fito.

“Es la consecuencia de cumplir ese legado y, pese a eso, vamos a seguir con él”, insiste Miguel después de la primera jornada de búsqueda.


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