
Por Enuar Cruz – Zona Informativo
En el sur del Putumayo, entre los ríos Piñuña Blanco y Putumayo, habita un pueblo que ha mantenido su forma de vida pese al paso del tiempo: los Siona (Ziobain). Son agricultores, pescadores y guardianes del bosque húmedo amazónico, donde la tierra y el agua aún marcan el ritmo de los días.
Viven entre Puerto Asís y Puerto Leguízamo, en resguardos como Buenavista y Santa Cruz de Piñuña Blanco, cuidando unas 13.127 hectáreas heredadas de sus mayores.
Allí, la chagra enseña tiempo y paciencia: yuca, maíz, piña; pesca cuando el río lo permite; artes de caña brava que recuerdan que todo tiene espíritu.
Su lengua Siona, del tronco tucano occidental, nombra el mundo con precisión: el río como camino, la selva como casa, la maloca como memoria.
Los taitas guían la visión con el yagé; los cabildos deciden en círculo, sin prisa, para que cada voz encuentre su lugar.
Según el DANE 2018, son aproximadamente 2.599 personas en Colombia: poca gente para tanta sabiduría, suficiente corazón para sostener el territorio.
Su mapa excede las fronteras: comparten sangre y caminos con familias Siona en Sucumbíos (Ecuador); el territorio es el corredor del Putumayo, sus afluentes y lagunas, donde cada sitio tiene dueño espiritual y regla de respeto.
Su cosmovisión es clara: “Somos del río y del monte; si el río se enferma, nosotros también.”
Por eso siguen nombrando plantas, rutas y sueños, para que el bosque recuerde sus propios latidos.
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