

ElTiempo – El programa de EE. UU. inició en 2022 y su objetivo fue impulsar el turismo sostenible en el Pacífico, el Guaviare y el Putumayo. Informe.
Este 27 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Turismo, instaurado en 1980 por la Organización Mundial del Turismo (OMT) de las Naciones Unidas. A nivel global, la industria mantiene una tendencia positiva: ONU Turismo reportó que más de 300 millones de turistas realizaron viajes internacionales en el primer trimestre de 2025, un 5 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior.
En Colombia, el fortalecimiento del sector ha sido evidente en los últimos años. En julio de 2025, el país recibió 444.851 visitantes extranjeros no residentes, lo que representó un aumento del 21 por ciento frente a junio. Este resultado convirtió a ese mes en el de mayor ingreso de turistas internacionales en lo corrido del año.
Cada vez más regiones, incluso aquellas menos populares dentro de la comunidad viajera, están apostando por experiencias auténticas, locales y responsables, tanto con las comunidades como con el medio ambiente. Sin embargo, el turismo interno muestra un comportamiento similar al de 2024, con alrededor de 1,6 millones de viajeros, según explicó Paula Cortés Calle, presidenta ejecutiva de Anato.
Los datos de la más reciente Encuesta de Gasto Interno en Turismo (EGIT) reflejan esta tendencia. En 2024, en las 24 ciudades y áreas metropolitanas analizadas, solo el 11,3 por ciento de las personas de 10 años y más realizó turismo interno y/o excursionismo. La principal razón para no viajar fue la falta de tiempo, con una variación de 13,2 por ciento, seguida de factores económicos, que superaron el 12 por ciento, un aspecto determinante al momento de decidir emprender un viaje.
Y aunque muchos viajeros se aventuran a descubrir nuevas regiones, para numerosos destinos sigue siendo difícil consolidar sus apuestas turísticas sin los recursos necesarios, el apoyo estatal o la cooperación internacional.

El impacto del cierre de Destino Naturaleza
En noviembre de 2022 comenzó a operar en Colombia el programa Destino Naturaleza, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). Su propósito era promover regiones como el Pacífico colombiano, el Guaviare o el Putumayo a través de iniciativas turísticas sostenibles y responsables con las comunidades.
Sin embargo, tras el anuncio en marzo de un recorte superior al 90 por ciento de los programas de Usaid (comunicado por Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos), esta iniciativa dejó de funcionar en el país. La decisión generó preocupación tanto en las ONG como en las propuestas comunitarias que dependían de esos recursos para consolidar sus proyectos.
Algunas de las organizaciones que trabajaron con Usaid estuvieron en Ladrilleros (Buenaventura), Guaviare y Guapi. En este último, por ejemplo, Guapi Tours, liderada por Robinson Caicedo en el Pacífico caucano, concentra sus esfuerzos en el trabajo comunitario para resaltar su cultura, música y naturaleza.
“En nuestra comunidad, el turismo ha nacido como un sueño colectivo de mostrar lo que somos: nuestras playas, manglares, música, gastronomía, hospitalidad y todo ese patrimonio cultural y natural que tenemos”, afirma. Su mayor motivación, explica, ha sido generar oportunidades económicas para su territorio sin que las personas pierdan sus raíces ni su esencia.
Para Caicedo, resulta valioso que un territorio históricamente marcado por el “olvido y la violencia” sea hoy reconocido como un destino de paz. “Esto significa que se nos puede ver desde la esperanza, desde la capacidad de transformar realidades a través de la cultura. Es también contar que aquí no solo hay dolor, sino también vida, resistencia y mucho futuro”, agrega.
Retos que persisten en los territorios
Caicedo reconoce que, aunque ven en el turismo un agente transformador, no lo consideran la solución definitiva para la comunidad. Desde el inicio, tuvieron claro que era necesario pensar de manera colectiva y en beneficio de quienes prestan los servicios.
En cuanto a los retos, tanto Caicedo como Yesid López Murillo, representante legal del Consejo Comunitario de la Comunidad Negra de Ladrilleros y propietario de Mangle House (revisar); y César Redondo, guía profesional de turismo de naturaleza en el Guaviare, coinciden en que uno de los más complejos es superar el estigma heredado de la violencia que afectó al Guaviare, Pacífico y Cauca.

“Antes de los acuerdos de paz, la gente no conocía el Guaviare. No venían por miedo, pero después se generó una percepción de seguridad, lo que hizo que más colombianos y extranjeros llegaran al territorio. Acá es muy seguro, pero actualmente la percepción de inseguridad nos afecta”, afirma Redondo.
Caicedo, por su parte, asegura que tras el cierre de Usaid se percibe un vacío que también representa un reto: mantener vivo su proyecto y su legado. Otros desafíos clave son la infraestructura y la conectividad aérea. “Requerimos un apoyo en el acceso al destino con otras alternativas para los viajes”, señala López Murillo.
Este último explica que el impacto de Destino Naturaleza tuvo dos caras. Por un lado, fue positivo, pues impulsó la juntanza comunitaria y permitió definir valores de conservación para que los operadores turísticos trabajaran de manera sostenible. “Aunque el proyecto no duró mucho, tuvimos la oportunidad de mirar cómo funcionaban mejor las cosas y, de forma comunitaria, empezamos a trabajar en aspectos muy puntuales, como la conservación del manglar o la creación de iniciativas de ecoturismo sostenible”, asegura.
No obstante, también hubo una cara difícil. Según López Murillo, la llegada de este proyecto generó expectativas que, tras su cierre, quedaron truncadas. “El objetivo era mejorar la calidad de vida y mitigar la violencia y la desigualdad que tenemos. Pero todos esos proyectos quedaron en el aire. Había varias iniciativas que dependían de esos recursos; una de ellas era un proyecto de articulación entre prestadores de servicio para el avistamiento de ballenas. Este quedó en el aire y los problemas se agudizaron”, confiesa.
A pesar de estas dificultades, López Murillo enfatiza que las comunidades siguen con la “mano levantada”, demostrando que hacen todo lo posible por fortalecer el sector. Sin embargo, aún falta presencia estatal para brindar capacitación técnica y financiera, de modo que los emprendimientos locales puedan mejorar la calidad de sus experiencias ecoturísticas.
“Tenemos toda la disposición de organizarnos y de cooperar para mejorar nuestra calidad de vida y, a la vez, mitigar brechas estructurales que siguen sin resolverse, como el acceso a una buena educación, no solo formal, sino también ambiental y de manejo de residuos”, agrega.
En esa misma línea, Redondo asegura que ha faltado apoyo estatal en materia turística. Aunque en ocasiones han recibido respaldo de algunas organizaciones, considera que la presencia sigue siendo insuficiente
Para Laura Durana, presidenta de la Asociación Colombiana de Turismo Responsable (Acotur), el programa Destino Naturaleza no solo fortaleció la sostenibilidad del sector, sino también al gremio, al aumentar su capacidad de operación y permitir la vinculación de alrededor de 1.400 organizaciones.
Con este trabajo, se abrió la puerta a destinos emergentes que antes no eran tan explorados, como San José del Guaviare, Puerto Asís en Putumayo o Tumaco en Nariño. Sin embargo, el proyecto se cerró justo en la fase de comercialización y difusión, cuando se buscaban aliados para llevar visitantes a estos territorios. “Ahora, ni Acotur ni los beneficiarios tienen cómo solventar ese esfuerzo”, advierte.

Procesos que siguen creciendo
No todo es negativo. Caicedo, por ejemplo, destaca que programas como Destino Naturaleza les permitieron articularse con instituciones en torno al turismo comunitario y avanzar en el posicionamiento del destino en ruedas de negocio y ferias especializadas.
Aunque no todos los proyectos se concretaron, asegura que esta iniciaitva fue “un motivador para que nosotros sigamos creciendo y podamos sacar adelante nuestras ideas”. Para las comunidades, este programa fue como una semilla que aún sostiene sus procesos locales.
“Destino Naturaleza nos dejó un gran mensaje: el turismo funciona desde la unidad y la convicción de saber lo que se quiere. Cuando coincidimos en esos propósitos, esfuerzos y buenas intenciones, los proyectos salen adelante”, afirma Caicedo.
El turismo sigue siendo una oportunidad para las comunidades, y la clave está en fomentar iniciativas de guianza y apoyo que les den las herramientas necesarias para consolidar el sector. “En Ladrilleros tenemos más de 1.000 familias que vivimos del turismo. Gracias a esto hemos edificado nuestras casas, hemos estudiado y nuestros hijos también”, señala López Murillo. Una de las iniciativas que continuó tras el cierre del programa fue Guardianes del Manglar, un grupo ecológico comunitario dedicado a proteger este ecosistema.
Redondo, por su parte, subraya que el turismo ha funcionado como motor de conservación y desarrollo comunitario, además de generar empleos directos e indirectos y fortalecer el arraigo de la población. También recuerda que, más allá de Destino Naturaleza, han contado con el apoyo de organizaciones como WWF, con su proyecto Corredor del Jaguar, y la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.
Durana añade ejemplos como Tumaco, donde el cacao, la pesca y la piangua han abierto oportunidades para las comunidades. “El turismo responsable es el que reconoce y paga bien el trabajo local, genera empleo y compensa su impacto con acciones como la reforestación o la siembra de corales”, asegura.
Desde Acotur, dice, continúan fortaleciendo operadores, especialmente en destinos emergentes con los que trabajaron junto a Destino Naturaleza, y confiesa que les gustaría promover aún más esas ofertas para atraer visitantes. Además, menciona que están cerrando un programa de cooperación con Suiza y que, junto a Fontur, han apoyado el fortalecimiento de la oferta en territorios como el Chocó.
Ladrilleros y Guapi, con sus manglares, ballenas y cascadas; el Guaviare, con su arte rupestre, ríos de colores y comunidades indígenas; y muchas otras regiones del país tienen un gran potencial para consolidarse como destinos fuertes y sostenibles.

Como lo expresó Zurab Pololikashvili, secretario general de ONU Turismo: “Se trata de invertir en educación y aptitudes, especialmente para las mujeres, la juventud y las comunidades marginadas; apoyar a las microempresas y pequeñas y medianas empresas; e impulsar la acción climática reduciendo las emisiones del sector turístico, conservando la biodiversidad y protegiendo los ecosistemas frágiles”.
