
Cocreadores : Jimena A. Mutumbajoy Suárez / María Rosario Chicunque Chindoy / Edilma Prada Céspedes
La mamita María Luz Beri Piaguaje enseña a niñas y niños sobre la importancia de las plantas para la siembra de agua. Todo lo que sabe lo aprendió de sus abuelos en el pueblo Zio Bain (Siona), en el Resguardo de Buenavista, y ahora lo comparte con el grupo del semillero “Raíces Ancestrales” de Asomi y en la comunidad de Jai Ziaya Bain, donde vive actualmente, cerca del río Mocoa.
Sembrar agua con plantas y árboles para proteger los ríos es el mensaje que, con dulzura y amor, transmite la mamita María Luz Beri Piaguaje, del pueblo Zio Bain, a 18 nietas y bisnietas del semillero Raíces Ancestrales de la Asociación de Mujeres Indígenas Sabedoras de la Medicina Ancestral “La Chagra de la Vida” (Asomi). Con sus palabras busca cuidar el territorio, el agua y fortalecer el diálogo intergeneracional.
A sus 66 años, la mamita Luz Beri comparte con frecuencia en los espacios de intercambio de conocimientos tradicionales organizados por Asomi. Allí, por ejemplo, habla de cómo las plantas producen agua y son protectoras de ríos, caños y quebradas.
“Nosotros sembramos el chiparo y las guaduas que ayudan a cuidar el río”, explica, “para que no haya derrumbes ni cosas parecidas, sino para que el agua esté conforme como se encuentra”.

La mamita salvaguarda la sabiduría de su pueblo Zio Bain (Siona), del Resguardo de Buenavista, ubicado en el municipio de Puerto Asís, donde el río Gantëya (Putumayo en idioma mai coca) une Colombia y Ecuador. Allí, aprendió de sus abuelos que cada planta tiene un espíritu. Hace varios años, dejó su comunidad y se trasladó al Cabildo Jai Ziaya Bain, en la vereda Nueva Esperanza, del municipio de Mocoa, donde ahora vive y comparte con otros pueblos indígenas, como los Yanaconas.

En Jai Ziaya Bain, la mamita protege los ríos Mocoa y Aguas Claras de la contaminación, ofreciendo consejos y compartiendo su espiritualidad. Ella observa con tristeza cómo al río Mocoa se le arrojan basuras, tarros y aguas negras. “Eso no debemos de hacer nosotros”, dice, “para tener aguas limpias, para podernos bañar, poderlas consumir, para nosotros dejarle ese legado a nuestros hijos”.
Es por eso que la mamita Luz Beri enseña y concientiza a las nuevas generaciones sobre el cuidado de la Madre Tierra. “Yo quisiera que ellos continúen cuidando el agua, porque es vida para nosotros. Por ella vivimos, de ella consumimos el agua para la cocina, para bañarnos, para los pescaditos, la cacería. El agua es todo para la vida”.

La mamita hace parte de Asomi desde 2010 y, siempre que llega a los espacios de palabra, se le ve sonriente y muy activa entre las plantas que crecen y preservan en la reserva Mamakunapa.
Cuando visita a Asomi, en varios espacios alrededor del fuego, mamita Luz Beri comparte sus experiencias e historias de vida, narrando las memorias de su infancia. Por ejemplo, recuerda el relato de la boa y la conexión espiritual con sus abuelos. «
“Lo que he escuchado de mis abuelitos es que ellos cuidaban los ríos y los animales que consumían, como los pescaditos, las charapas y el caimán, para que no sean contaminados, por ejemplo, con aceite, petróleo, o esas cosas”, cuenta.
También dice que sus abuelos tomaban su medicina, rezaban y hacían oraciones para conectarse con el espíritu de la boa, cuando sentían que alguien extraño, de fuera de la comunidad, llegaba. Entonces, ellos la hacían bramar [aludiendo al sonido que emite el animal], y la boa era la que corría a la gente para que no molestaran las lagunas ni los ríos. Según relata, los abuelos se concentraban en su medicina y hablaban con la gente del agua: “con los abuelitos que viven debajo del agua, o sea, los dueños, y ellos ayudaban a cuidar”.
Mamita Luz Beri también recuerda que su madre le cantaba al agua en su lengua mai coca. “Ella cantaba cuando se iba a lavar su ropa al río, pidiéndole a Dios que hay que cuidar mucho el río”. Con cariño, les recuerda a niñas y niños del semillero la importancia de aprender sus lenguas maternas, y les cuenta cómo la medicina del yagé le enseñó a hablar el idioma de su pueblo.

Mientras camina por Asomi, a su paso siempre irradia alegría y fuerza, compartiendo generosamente sus consejos y abrazos. “Yo siempre oro por ustedes, para que todo fluya bonito”, dice.

