

Un relato de cómo el apoyo institucional impulsa sueños, reconstruye vidas y fortalece comunidades vulnerables transformando realidades.
La madrugada del 31 de marzo al 1 de abril de 2017 la avalancha que arrasó con Mocoa trajo para María Fabiola Vanegas uno de los momentos más duros de su vida. “La naturaleza nos volvió a mostrar su fuerza”, dice con tristeza, recordando aquella noche trágica en la que más de 400 personas perdieron la vida. Fabiola vivía en el barrio San Miguel, uno de los más golpeados por la emergencia. Salió con vida, pero con el alma herida. Perdió su hogar, sus cosas, y por un momento, también la esperanza.
Hacía 12 años había dejado Caquetá, su tierra natal, para asentarse en Mocoa, Putumayo, a donde llegó con su esposo y sus dos hijos para construir nuevos horizontes. Pero cuando algún avance había logrado los sorprendió la avalancha.
No se rindió. En su búsqueda de apoyos ante el desastre, encontró el acompañamiento de un líder comunitario del barrio Villa Rosa 1, donde logró establecerse tras la tragedia. A través de él supo de Familias en su Tierra (FEST), el programa de Prosperidad Social destinado a víctimas del conflicto.
Ante la expectativa de las ayudas del programa comenzó a soñar con algo propio, algo que pudiera sostener a su familia. De ahí surgió la iniciativa de una tienda. Su sueño se hizo realidad; y con el apoyo de la entidad, pudo iniciar el emprendimiento que hoy sigue siendo el corazón de su hogar.
Se supo de su historia porque hace poco llegó a la sede regional de la entidad en Mocoa a preguntar si había sido seleccionada en la convocatoria de Economía Popular para el Cambio. En medio de la conversación con uno de los funcionarios, Fabiola recordó que había sido beneficiaria del programa FEST, hace unos ocho años, y compartió su relato de valor y resiliencia.
“Todavía la tengo. No la he dejado caer”, dice con orgullo refiriéndose a su negocio. En su tienda ofrece productos para el hogar, galletas, verduras, productos de aseo y lo que pueda servirle al vecino. Es un punto de encuentro y de confianza en la comunidad. Su tienda es, más que un negocio, el símbolo de la capacidad de lucha de su familia.
Uno de sus hijos estudia en el Instituto Tecnológico del Putumayo; el otro presta servicio en el Ejército Nacional. Ella y su esposo siguen trabajan día a día, cuidando la tienda y cuidándose entre ellos. En su casa de cemento, sencilla pero llena de vida, Fabiola también cultiva su jardín. Sábila, espinaca, cebolla peruana, limoncillo y orégano adornan la entrada, recordándole que siempre hay espacio para sembrar, crecer y volver a empezar.
Aunque no pudo estar en la convocatoria de Economía Popular para el Cambio, Fabiola no pierde el ánimo. “Esta tienda es nuestro sustento. Si no fuera por esa ayuda que recibí, no habría podido empezar”, afirma. Hoy sigue adelante, agradecida con la vida y con la entidad que, en su momento más difícil, le tendió la mano.
En la implementación de soluciones duraderas para las víctimas del conflicto armado, más de 3 millones de víctimas de desplazamiento forzado participan de las acciones que desarrolla Prosperidad Social para construir justicia social, a través de programas transferencias monetarias y de atención integral para el desarrollo productivo y la seguridad alimentaria. En 2024, esa atención recibió una inversión de más de 1,4 billones de pesos.
El mayor número de población víctima atendida por la entidad está vinculada a Renta Ciudadana: 1,8 millones de víctimas recibieron el año pasado acompañamiento de este programa, que está en el centro del sistema de transferencias creado por el Plan Nacional de Desarrollo Colombia Potencia Mundial de la Vida. Los otros programas de transferencias también tuvieron población víctima priorizada: Colombia Mayor, 382.356 personas; Devolución del IVA, 786.782; y Renta Joven, 83.434.
Aunque esa es la mayor parte del volumen de la inversión, otros programas, concentrados en la intervención integral como Familias en su Tierra e Iraca, (enfocado a comunidades étnicas), han sido fundamentales para lo que la entidad aporta a la reparación y para el camino de transformación hacia las soluciones duraderas.
En 2024 Familias en su Tierra destinó 3.759 millones para acompañar a 34.385 hogares víctima de desplazamiento en su camino hacia la integración social y comunitaria, el acceso a alimentos para autoconsumo, el mejoramiento de las condiciones de habitabilidad y la generación o fortalecimiento de proyectos productivos.
En cuanto a Iraca, la entidad invirtió otros 35.424 millones de pesos en apoyo a hogares víctima que participaron, ofreciéndoles atención teniendo en cuenta las características de la población y del territorio para contribuir a la transformación de las condiciones de exclusión y vulnerabilidad de las comunidades étnicas en riesgo de desaparición.
