La alianza entre médicos y mujeres para prevenir el cáncer de cuello uterino en Putumayo

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Imágenes del Hospital Universitario San Ignacio durante las jornadas de salud de mujeres en Putumayo.
Foto: Archivo Particular

ElEspectador – Un equipo de médicos del Hospital Universitario San Ignacio, en Bogotá, con apoyo de la organización Mujeres Tejedoras de Vida, llegó a Putumayo con una iniciativa innovadora para abordar la grave situación de cáncer de cuello uterino que se vive en el departamento. A través de pruebas de virus del papiloma humano y una técnica llamada “termo ablación” han atendido a más de 2.000 mujeres.

Hace un par de años, al Hospital Universitario San Ignacio ingresó una mujer por complicaciones en su salud. Mientras estuvo allí, Fátima Muriel, presidenta de la Alianza Mujeres Tejedoras de Vida, le contó a los directivos del hospital sobre la compleja situación que se vive en Putumayo por casos de cáncer de cuello uterino.

“En ese intercambio con los médicos les comenté que el departamento tenía un índice muy elevado de esta enfermedad, que muchas mujeres, algunas de ellas muy jóvenes, estaban muriendo porque no había buena atención en salud”, cuenta la lideresa a El Espectador.

El médico Raúl Murillo, director del Centro Javeriano de Oncología del Hospital Universitario San Ignacio, concuerda en que la situación es crítica. Putumayo, dice el doctor, es el segundo departamento de Colombia, después de La Guajira, con la mayor incidencia de cáncer de cuello uterino. Esta tasa es parecida a la que se observa en lugares de África, donde el panorama es más grave.


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El más reciente reporte del Instituto Nacional de Cancerología muestra que aproximadamente 23 de cada 100.000 mujeres en ese departamento tienen esta enfermedad, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su meta de eliminarla, ha propuesto una cifra de cuatro por cada 100.000.

Murillo ya había colaborado con la OMS y la Organización Panamericana de Salud (OPS) para mejorar la detección temprana del cáncer de cuello uterino, sobre todo en países de ingresos bajos y medios. Entonces, se le ocurrió que, debido a las inquietudes manifestadas por la lideresa, había un camino para sumar esfuerzos y ayudar a resolver ese desafío de salud. Junto con sus colegas del hospital y Mujeres Tejedoras de Visa, inició un proyecto que al día de hoy ha involucrado a más de 2.000 mujeres de Putumayo.

La auto-toma

Una citología sirve para detectar el cáncer de cuello uterino, entre otras enfermedades del aparato reproductor femenino. Es una prueba que, explica Murillo, puede resultar un poco incómoda para las mujeres, pero el gran reto que esconde es que presenta algunas barreras de acceso.

“Debemos pensar un poco en lo que pasa normalmente con la citología”, dice el doctor. “La mujer tiene que ir a tomarse la muestra, luego volver a recoger el resultado, pedir una cita con el médico para que lo lea y le dé una orden de ginecología”. Así sucesivamente, de acuerdo con Murillo, las usuarias pueden visitar hasta ocho veces los centros médicos para recibir un diagnóstico o tratamiento.


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Esto parece más sencillo para quienes viven en grandes ciudades, pero, en regiones como la Amazonia, la historia es totalmente diferente. Lo más evidente es este difícil acceso geográfico, pues a varios de los territorios amazónicos solo se puede ingresar por río, aunque también existen barreras de tipo cultural. “Hay muchas comunidades, particularmente poblaciones indígenas, en donde hacerse un examen ginecológico les resulta culturalmente muy difícil de aceptar”, dice el médico.

Es por ello que los especialistas han planteado una alternativa: la prueba de virus del papiloma humano (VPH) mediante auto-toma. Se trata de una prueba en la que la misma mujer se puede tomar la muestra al introducir en su vagina un dispositivo, similar a un hisopo, y girarlo durante algunos segundos. Según explica Murillo, las pruebas de VPH han demostrado tener mayor capacidad que la citología para detectar lesiones precancerosas en el cuello uterino y si estas lesiones se tratan a tiempo, es posible evitar que progresen hasta formar el cáncer.

Además, las pruebas específicas que utiliza el equipo del Hospital San Ignacio tienen una estabilidad de 15 días, se realizan en medio seco (no son líquidas) y pueden resistir una temperatura ambiente de hasta 35 °C, por lo que su almacenamiento y transporte resulta un poco más sencillo. De ese modo, el personal de salud quiso implementarlas en Putumayo. En 2023, al departamento llegaron los médicos, incluyendo a Murillo, y llevaron cientos de estos dispositivos para que las mujeres se realizaran la prueba de VPH por auto-toma.

Junto al hospital local de Puerto Asís, convocaron a las habitantes del municipio y asistieron 360 mujeres, muchas de las cuales jamás se habían hecho exámenes de este tipo. En esa jornada fue clave el apoyo de la alianza Mujeres Tejedoras de Vida, la cual se encargó de difundir la invitación a su red, que reúne 65 organizaciones de mujeres étnicas, campesinas, afrodescendientes y víctimas del conflicto armado.

“En la propuesta hicimos un mapeo y observamos que las mujeres que más problemas tenían eran las de Puerto Asís, donde ha habido una fuerte intervención petrolera y militarista. Luego, también se llevó la iniciativa a Mocoa, donde asistieron 600 mujeres, y contó con la colaboración de los médicos y de los espacios del hospital local”, cuenta la lideresa Muriel. “Nosotras, desde Tejedoras de Vida, movilizamos e inscribimos a nuestras organizaciones para que al menos 2.000 mujeres fueran atendidas y valoradas para el autocuidado de su salud”.

Murillo y su equipo también fueron a los cuatro municipios del Valle Sibundoy, donde la población es mayoritariamente indígena. El doctor cuenta que allí hubo una participación importante de indígenas inga y que la jornada recibió un gran apoyo de divulgación por parte de la gobernadora de esa comunidad.

Durante esa primera etapa lograron tamizar más de 1.800 mujeres de Putumayo. En 2024 se llevó a cabo una segunda fase, en la que, además, fueron a Puerto Leguízamo. En total, 2.113 mujeres se han visto beneficiadas por la iniciativa.

Las muestras de las mujeres de Putumayo fueron trasladadas al Hospital San Ignacio, donde los médicos las procesaron en su laboratorio para identificar quiénes tenían VPH de alto riesgo para cáncer. Murillo subraya que la prevalencia más baja que hallaron en el departamento fue de 19%, y la más alta de 27%. “Esto es prácticamente el doble de lo que hemos encontrado en sitios de Bogotá, lo cual indica que es una población que no ha estado muy tamizada y que tiene, sin duda, un riesgo mucho más grande”, dice el especialista.

Nuevas tecnologías

La iniciativa del Hospital San Ignacio no llegó hasta ahí. Dos semanas después de las tomas, los profesionales de salud volvieron a Putumayo para hacer una valoración ginecológica en quienes tuvieron un reporte positivo de la prueba de VPH y, de una vez, plantear soluciones a personas con lesiones precancerosas. “Tratamos de acortar todo ese recorrido y trámites que tienen que hacer las mujeres para tener una muestra y para lograr un tratamiento. No estamos ofreciendo lo mismo de siempre. Además, planteamos resolver el problema en una segunda visita de manera inmediata”, dice Murillo.

En Colombia, la mayoría de lesiones precancerosas se tratan con una pequeña cirugía conocida como conización, pues consiste en extraer una parte del cuello de la matriz en forma de cono. Hay distintos métodos para realizar este procedimiento; algunos casos requieren de un quirófano, otros no.

Murillo, en particular, se refiere a la técnica “ablativa”, que consiste en cauterizar las lesiones con el uso de nitrógeno líquido o CO2. Sin embargo, para ello son necesarios grandes tanques de gas, cuyo transporte es difícil, más aún si se trata de llegar a zonas remotas como las de la Amazonia.

Entonces, el personal del San Ignacio aplicó otra nueva tecnología en Putumayo. Como describe el doctor, usaron una herramienta que es del tamaño de una mano, tiene forma de pistola y funciona con calor para cauterizar las lesiones en las mujeres. Murillo y sus colegas ya habían hecho estudios sobre esta técnica llamada “termo ablación”. A través de una investigación publicada en el Journal of Global Oncology, en la cual participó Murillo, los científicos demostraron que la eficacia de este método es la misma que la de la crioterapia, es decir, cuando se utiliza el gas.

Murillo cuenta que siempre dedican una de sus jornadas a educar al personal de salud local sobre cómo funcionan todas estas técnicas y herramientas, “de manera que si quieren seguir implementándolas, lo puedan hacer”, resalta el doctor. “Hay mujeres que probablemente no van a volver, queremos evaluar y aprender de eso también, ajustar estrategias a futuro si logramos conseguir recursos para que se siga apoyando esta iniciativa”.


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