Transición Energética Justa: desde el corazón del Putumayo

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Pares – Por: Centro de Pensamiento para la Transición Energética

A primera vista, la inmensidad verde del Putumayo parece inmutable. Los enormes árboles, y la omnipresencia de los ríos conforman un escenario al que uno se adapta rápidamente si sabe respirar con paciencia. Sin embargo, en medio de la espesura y los cantos de aves, se percibe un cambio silencioso que va más allá de lo puramente natural: la transición energética ha llegado hasta aquí. El proyecto “Descarbonización del Amazonas”, impulsado por la Fundación Paz y Reconciliación y Fundación TEJ, tiene un objetivo claro y ambicioso: llevar al territorio una lancha en cada municipio, equipada con paneles solares. Es una apuesta que, en palabras de los propios líderes comunitarios: “puede cambiar la forma en la que nos movemos y producimos”.

En Puerto Guzmán y Puerto Asís, dos de los municipios más emblemáticos del departamento, la expectativa es alta. Para muchos habitantes, esta iniciativa representa el primer paso hacia un modelo de desarrollo que no dependa tanto del diésel, ni de otras fuentes de energía que suelen impactar fuertemente la economía local y el ambiente. Y es que, históricamente, los ríos han funcionado como las arterias de la región, facilitando el transporte de personas y mercancías. No obstante, en los últimos años, esos mismos ríos han sido el escenario de diversos conflictos: desde disputas armadas entre grupos ilegales hasta choques económicos por el control de actividades extractivas. Hoy, en cambio, se abre una nueva posibilidad: sustituir las lanchas tradicionales por embarcaciones impulsadas por energía solar. Para unos, se trata de un experimento con cierto aire futurista; para otros, simplemente es una necesidad urgente.

La importancia de estos ríos es innegable: Puerto Asís depende de su conexión fluvial para consolidar su vocación turística, y la vereda Playa Rica —una de las beneficiarias del proyecto— ve en el turismo ecológico una ruta para diversificar sus ingresos y proteger el entorno.


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Tomada por: Centro de Pensamiento para la Transición Energética

Puerto Guzmán, por su parte, se perfila como un referente de educación ambiental y comunitaria gracias a la institución La Barrialosa, en la inspección de Gallinazo, donde niños, niñas, jóvenes y docentes aprenderán cómo funciona el sistema de paneles fotovoltaicos y de qué manera podrían transportarse desde la escuela hasta sus casas, mientras aportan a la mitigación del cambio climático.

Tomada por: Centro de Pensamiento para la Transición Energética

Lo más relevante no es solo la tecnología, sino la manera en que está llegando al territorio. La iniciativa incluye la llegada del proceso de formación de la Escuela TEJ a la Amazonía colombiana, un proceso en el que beneficiarios y beneficiarias de cada municipio participaran de talleres, capacitaciones y espacios de conversación colectiva sobre la Transición Energética Justa.


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No es la primera vez que en Colombia se habla de transición energética: el gobierno de Gustavo Petro ha buscado impulsar estrategias para dejar atrás, de manera gradual, la dependencia de los hidrocarburos. Sin embargo, llevarlo a la práctica en una zona con tensiones históricas y economías ilegales latentes, supone un reto inmenso.

El panorama tampoco es fácil desde el punto de vista ambiental. La deforestación acecha muchas zonas de la Amazonía, y organizaciones como la Fundación Paz y Reconciliación han alertado sobre el riesgo de que el territorio se convierta en un foco creciente de minería ilegal o monocultivo extensivo. En ese sentido, la llegada de proyectos de transición

energética no solo pretende innovar en el transporte fluvial: también busca cambiar la mirada sobre la relación que las comunidades tienen con su entorno, fortalecer su autonomía y, de paso, abrir un camino para que otras tecnologías limpias lleguen a las zonas rurales.

La transición energética, entendida como la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables, busca avanzar con el menor impacto posible en las comunidades. De ahí que la estrategia de capacitación y de participación ciudadana en Puerto Guzmán y Puerto Asís sea clave. No solo se trata de instalar lanchas con paneles solares y dejar que corran suertes por sí solas, sino de garantizar que los habitantes conozcan, se apropien y se conviertan en guardianes del proyecto.

Con cada sesión de formación, se vislumbra una nueva manera de acercarse al río: no como un mero corredor de movilidad y comercio, sino como un espacio de vida que puede coexistir con la tecnología limpia y la innovación social. Hasta hace muy poco, en muchos de estos municipios, hablar de paneles solares podía sonar a ciencia ficción. Hoy, esa ciencia ficción se va convirtiendo en realidad con los primeros pilotos de transporte sostenible, y la esperanza de la comunidad, que con curiosidad, empiezan a preguntar cómo es que un motor comienza a funcionar sin una sola gota de diésel.


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