Ratifican acuerdos para cuidar especies del Piedemonte Amazónico

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WCSEn la vereda El Líbano, del municipio de Orito, en Putumayo, ya son 28 las familias que renovaron sus acuerdos de conservación y otras 6 que se han unido por primera vez a esta estrategia, en la que destinan una parte de sus fincas a la preservación y, con esto, cuidan ecosistemas y restauran el hábitat natural de felinos, primates, y especies de flora. A cambio, reciben asesoría para mejorar el trabajo en sus fincas.

Por Javier Silva

—Afuera hay como un gato grande—dijo la hija de Viviana Sierra.

Lo vio muy cerca, cuando caminaba a unos metros de su finca, situada en la vereda El Líbano, de Orito (Putumayo).


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Regresó de afán a su vivienda medio sorprendida y buscando refugio, y diciendo que con razón el perro no estaba ladrando por ladrar, ni estaba alterado porque algún desconocido había llegado sin permiso. Y contó que aquel animal —o lo que hubiera sido— la ahuyentó con un gruñido.

Eran las 6:30 de la tarde de un día de marzo pasado, cuando en la región había alboroto y entusiasmo por la tradicional recolección de la cosecha de chontaduro. Solo hasta ese momento, en medio de una noche fresca, despejada y sin luna, Viviana comenzó a repasar lo sucedido y pudo atar los cabos sueltos de una historia que comenzó semanas antes, cuando algunos animales de su predio, llamado El Mirador, desaparecieron sin dejar rastro.

Ahora lo cuenta a manera de desahogo y como haciendo un resumen: dice que aquel “tigre”—así llama ella al jaguar, conocido científicamente como Panthera onca— vio que muchas de las aves de la finca andaban sueltas, que a lo mejor el animal estaba hambriento y por eso aprovechó el desorden para cazar y comer sin parar durante días.

Con el paso de las horas, hizo el balance final de la presencia intermitente del felino en su predio: unas cinco gallinas y al menos 10 pollos blancos murieron.


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—Hay que reconocerlo: los humanos le hemos tumbado el bosque; es natural que ahora él se acerque a nosotros—, dice.

Con esta frase queda claro que ya no hay rencor. Tampoco ánimos de venganza. Más bien, ella y su esposo, Gustavo Revelo, diseñaron un plan: 5 de las 10 hectáreas de su finca las destinaron a la preservación, para aportar a la restauración del hábitat natural, con tal de que al menos una parte de los animales de la región transiten tranquilos, encuentren comida y no tengan que buscar ese alimento en sitios habitados por humanos.

Como contrapartida, la familia Revelo Sierra recibió la ayuda necesaria para comenzar a construir, en los próximos días, un cerramiento que mantenga seguros a los animales domésticos —estas obras se denominan ‘implementaciones’—, evitar que se muevan por cualquier parte y se transformen en presas. 

En pocas palabras, firmaron lo que se conoce como un acuerdo de conservación, en favor de la fauna silvestre, sin que esto vaya a implicar un descuido en su producción agrícola, concentrada en cultivos de yuca, maíz y plátano.

Por una ganadería responsable

En este sector del piedemonte amazónico, y desde que el Proyecto Vida Silvestre (PVS) hace presencia en la zona, se han firmado 56 acuerdos de este tipo con familias locales, que son, además, estrictamente voluntarios.

Hoy, de ese total, están vigentes y renovados 34 acuerdos —se extenderán hasta el año 2027—, de los cuales 6 se refieren a familias que, muy recientemente, decidieron sumarse por primera vez a esta estrategia.

Entre todas ellas, resguardan 454 hectáreas de terrenos, donde además del jaguar, pueden habitar tigrillos, monos churucos, pecaríes y árboles maderables.

Acuerdos similares se han ejecutado en los Llanos Orientales y el Magdalena Medio. Se calcula que, en total, en los últimos 10 años de ejecución, el PVS ha firmado, al menos, 187 acuerdos con propietarios de predios, de los cuales 140 se mantienen vigentes. Y se han resguardado
34.346 hectáreas de terrenos por medio de ellos.

Son multipropósito

Los acuerdos en Putumayo no solo están respaldados por WCS Colombia, que lidera técnicamente la ejecución del PVS. Se han sumado a esta labor todas las organizaciones ejecutoras del Proyecto en la zona, como la Fundación Sambica, el Comité de Ganaderos de Puerto Asís (Coganasis) y la Asociación Alas Putumayo.

—En general, los acuerdos para este sector son multipropósito, es decir, están dirigidos a proteger diferentes frentes, en una región que, a diferencia de otras en el país, tiene aún muchas áreas conservadas—explica Mauricio Correa, biólogo de WCS—.

Precisamente, frente a lo que cuenta Mauricio, hay algunos acuerdos que, como el firmado por Viviana, están enfocados a la protección del hábitat de ciertas especies.

Pero hay otros que tienen objetivos diferentes, como buscar que la finca —o parte de ella— logre ser registrada como Reserva Natural de la Sociedad Civil. O que se resguarden zonas de bosque con la intención de restaurar sitios degradados.

Para esto último, Mauricio Correa comenta que dos grupos de la zona, el Colectivo Gallito de Roca y el Colectivo de Mujeres para la Protección del Mono Chorongo, liderado por hombres y mujeres de El Líbano, han aportado plantas nativas reproducidas en viveros, que se han sembrado en al menos 20 fincas, con el aval de sus dueños, todas ellas involucradas en los acuerdos.

A propósito, y debido a esto, en áreas estratégicas ya crecen 1194 barbascos (Minguartia guianensis), especie de árbol nativo que ha sufrido la tala continua de sus ejemplares.

Jesús Erira, tecnólogo forestal del PVS, dice que en la región explotaron esa planta para usarla como material para la construcción. Pero solo hasta ahora los habitantes se preocuparon por sembrarlo, con el fin de reponer los cientos de ejemplares que fueron talados.

Por una mayor productividad

En otro tipo de acuerdos, hay familias que destinan áreas del predio para la preservación ambiental, y reciben a cambio incentivos asociados a mejorar sus sistemas agrícolas; con esto aumentan la rentabilidad de cultivos como el cacao y el café. Adicionalmente, obtienen apoyo para mejorar la infraestructura productiva, como marquesinas solares y beneficiaderos para el manejo del grano.

Otros finqueros se concentran en lograr, con la asesoría del PVS, una ganadería más sostenible. Y para lograrlo, el plan es desarrollar procesos silvopastoriles que incluyan áreas reforestadas que sumen sombra y sostengan las reservas de agua; también, destinar espacios con bancos de forraje que aporten a la dieta del ganado; y, finalmente, sembrar y consolidar cercas vivas que consoliden una diversidad adecuada de especies.

Todo esto, en definitiva, le apuesta a un desarrollo ganadero intensivo que evite el crecimiento de los hatos, la tala asociada y la sobrecarga y compactación de los suelos.

Otros compromisos que adquieren quienes firman los acuerdos son, por ejemplo, hacer monitoreos de fauna, controlar la llegada de especies invasoras y evitar el uso de agroquímicos, la contaminación de las fuentes hídricas y la cacería.

Viviana cuenta que hace años, cuando ella llegó a El Líbano, procedente de Pitalito, en el Huila, la captura de animales era muy usual.

—Últimamente hemos entendido la razón por la que eso estaba mal. Y si tenemos un problema con alguno de ellos, antes que sacar la escopeta buscamos ayuda y consejos de quienes saben del tema.  Porque nuestra intención es cuidar y, sobre todas las cosas, seguir aprendiendo—.

*El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, Fondo Acción y WCS Colombia, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).


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