Mujeres que cultivan futuro con el Cacao en Putumayo

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Los cultivos de cacao liderado por mujeres son una fuente de sustento y un camino hacia la autonomía y el desarrollo comunitario. Superando numerosos desafíos, se han convertido en pilares de sus familias y comunidades, demostrando que con esfuerzo y dedicación es posible transformar la realidad de un territorio. Esta es la historia de sus luchas, sueños y su invaluable contribución al cultivo del cacao en Putumayo.

El enfoque diferencial y de género ha sido uno de los factores transversales a tener en cuenta en el proceso de producción del cacao con el programa Rutas PDET, que cuenta con la financiación del Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea, y ejecutada por la Red Nacional de Agencia de Desarrollo Local de Colombia – Red Adelco, ICCO Conexión, la Alianza de Bioversity International y el CIAT.

Gladis Gilma Rosero

Gladis Gilma Rosero es una de estas mujeres que, con su esfuerzo diario, está transformando la tierra y el futuro de su familia. Es miembro de la Asociación de Productores de Cacao de Villagarzón – ASOPROCAVIP. En 2015, inició sembrando cacao a pesar de los comentarios que la invitaban a desistir y optar por cultivos ilícitos. Su templanza y la esperanza de un futuro tranquilo la animaron a continuar. Hoy cuenta con dos hectáreas de cacao y sueña con que sus nietos estudien una carrera relacionada con el campo: «Que ellos mismos se hagan cargo del cultivo, que ellos sean los que muevan este negocio y me ayuden a generar ingresos», dice Gladis.


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Ella ha participado en diferentes encuentros, capacitaciones y asistencia técnica en buenas prácticas ambientales con el programa Rutas PDET para certificar su producción como cacao orgánico. Gladis siente que este trabajo no es difícil a pesar de sus limitaciones físicas o su edad y es símbolo de unión en la familia: «Tener cacao en la finca es una oportunidad para involucrar a toda mi familia; a través de mingas, mi hija y nietos me ayudan en la cosecha». Está convencida de que, gracias a la organización de productores de cacao en el municipio de Villagarzón, se han logrado traer muchos proyectos que los benefician y aumentan la oferta y demanda en la región: «Al principio, era poco el comercio, pero desde que se creó la asociación, tenemos una venta asegurada», asegura.

El cultivo del cacao en Putumayo no solo representa una fuente de ingresos, sino también una alternativa frente a la violencia y el conflicto que han marcado la región. Para muchas de estas mujeres, dedicarse a la agricultura ha sido una forma de alejarse de las economías ilícitas y construir un futuro más seguro y estable para sus hijos.

Gladis Castro

En la vereda San José de la Montaña, del municipio de Puerto Guzmán, vive Gladis Castro, una mujer que lidera el cultivo de cacao en su hogar. Ella y su esposo sustituyeron los cultivos ilícitos por cacao en 2018: «Comenzamos a cultivar cacao porque una amiga lo recomendó. Antes sembrábamos yuca, plátano y coca. Pensábamos que era sembrar y listo, pero luego empezaron a venir los técnicos y desde entonces hemos aprendido a podar y sobre buenas prácticas ambientales», dice Gladis, quien es parte de la Asociación Agropecuaria Musu Pakarii.

Gladis y su esposo aseguran que lo más difícil ha sido aprender a combatir las diferentes enfermedades sin usar químicos. Tradicionalmente, hacían uso de ellos y ahora utilizan fertilizantes y fungicidas orgánicos; además, apuestan por un cultivo agroforestal sembrando árboles maderables para generar sombra y contribuir significativamente al ambiente. La unión es el pilar fundamental para la familia de Gladis, y «la participación de las mujeres es halagadora, agradable, pues los cultivos llevan ese amor y esa pasión por el trabajo que tenemos las mujeres», afirma.


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Con el programa Rutas PDET, en los municipios de Puerto Guzmán, Mocoa, Villagarzón y Orito se han suscrito acuerdos de financiación a terceros (AFT) para la entrega de activos productivos que dan un primer impulso al proceso de intervención a nivel de Unidades de Producción Agrícola (UPA), con la entrega de insumos, maquinaría y herramientas, asimismo, los productores han hecho parte de procesos de capacitación y asistencia técnica, donde el enfoque diferencial y de género ha sido uno de los factores transversales a tener en cuenta en el proceso de producción del cacao.

Carmen Zuin

Entre las montañas del municipio de Mocoa, en la vereda Alto Afán, Carmen Zuin, presidenta de la Junta de Acción Comunal, tiene un cultivo de cacao y un centro ecoturístico donde vive con su esposo y su hijo, y prepara alimentos tradicionales de Putumayo. Carmen cuenta que hace aproximadamente 10 años empezaron a sembrar cacao sin ningún acompañamiento y recuerda que el resultado no fue el esperado, porque muchas plántulas no resistieron, no cargaban o eran susceptibles a muchas enfermedades. Sin embargo, no renunciaron. También recuerda aquellos días cuando los intermediarios pagaban muy poco por el cacao y, gracias a la Asociación a la cual pertenece, hoy es más valorado pues se vende directamente a la Compañía Nacional de Chocolates.

Carmen se refiere al cacaocultor como la persona que le da valor al cultivo y tiene sentido de pertenencia por el territorio: «El cacao ha hecho parte de nuestras vidas como una solución tanto en lo económico como en lo social. El cacao le cambia a uno totalmente la vida».También asegura que las capacitaciones sobre equidad de género que reciben con el programa Rutas PDET han hecho que las mujeres se empoderen y sean parte de la toma de decisiones que beneficien a todo el hogar: «Al principio, a algunos nos daba hasta miedo hablar, otros no participaban. Nosotras también somos parte de sacar adelante nuestra empresa familiar, la mujer es la que lleva la batuta».

Las mujeres en la ruralidad dedican cada día el triple de tiempo que los hombres al cuidado y al trabajo doméstico no remunerado, asegura la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en un informe de 2020. Esa situación empeora por la falta de herramientas y servicios públicos como estufas, agua y transporte. Las mujeres rurales están expuestas a discriminación de diferente índole, pues tienen menos acceso a tierras, créditos, asistencia técnica y recursos productivos.

Las historias de estas mujeres cacaoteras son un testimonio del poder transformador del trabajo colectivo y de la resiliencia. A través de su dedicación, están no solo cultivando cacao, sino también sembrando las semillas de un futuro mejor para Putumayo y sus habitantes, con el apoyo del programa Rutas PDET, financiado por el Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea, y ejecutado por la Red Nacional de Agencia de Desarrollo Local de Colombia – Red Adelco, ICCO Conexión, la Alianza de Bioversity International y el CIAT.


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