Irlanda y su cruzada por salvar el mono Churuco

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WCSDespués de liderar varios monitoreos en la zona rural de El Líbano, vereda de Orito (Putumayo), y sin que lo haya observado aún en estado silvestre, Irlanda Acosta comprobó lo que la ciencia ha venido advirtiendo desde hace varios años: que las poblaciones de Lagothrix lagotricha (nombre científico de este primate) son cada vez más escasas y tienen menos individuos. Sin embargo, y con la ayuda de otra decena de mujeres, ella sigue liderando un colectivo social que promueve la conservación de los pocos individuos de esta especie que todavía sobreviven.

Irlanda Acosta

Ya habían caminado varias horas dentro del bosque que rodea a la vereda El Líbano, en Orito (Putumayo), y tal vez estaban descansando o mirando las copas de los árboles (dosel), cuando Irlanda escuchó a lo lejos un sonido inusual, como un chillido penetrante.

Aguzó el oído y no oyó nada diferente, y por eso pensó que seguramente lo había imaginado.

Se conformó, y como otras veces, el ruido claro y habitual de la selva lo invadió todo de nuevo: los insectos, el correr de un río, tal vez el impacto del machete partiendo palos y abriendo camino. Entonces, tomó un poco de agua, dio diez o 20 pasos, pero aquel grito extraño brotó de nuevo, ahora cercano y claro. Y a este grito sobrevino otro, y tal vez otro más.


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—Ese es el churuco—, dijo alguien.

Por primera vez en muchos años, Irlanda sintió que estaba muy cerca, a minutos, de ver por primera vez en vida silvestre a este mono grande y fornido, de cola prensil y pelaje suave como el de un conejo.

Pero, al rato, el ruido se fue desvaneciendo. Media hora después ya no quedaba nada. Solo el canto siempre certero de las aves.

La caminata siguió, pero, con el paso de las horas, ella se convenció de que esta iba a ser una nueva jornada fallida en la búsqueda de su primate elegido. Y como le ha ocurrido ya varias veces, regresó a su casa cansada y con la ilusión agotada. Pero, jamás rendida.


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—Sabemos que el churuco ya no se ve como antes, como hace décadas. Pero queremos cuidar los pocos que aún sobreviven—, comenta

Irlanda nació en Puerto Asís, y se crió en El Líbano. Ha acumulado años de trasegar por algunos municipios de Nariño y Cauca, incluyendo a Pasto y Argelia, respectivamente. Recorridos que le han dado la experiencia y el carisma para ser la líder y ‘el alma’ del Colectivo de Mujeres para la Protección del Mono Chorongo (ese es otro de los nombres comunes que recibe la especie).

Creado en la región con el apoyo del Proyecto Vida Silvestre (PVS), y gracias al liderazgo de la Fundación Sambica, dicho colectivo incluye a Irlanda y a otras 11 personas. Todas ellas han aprendido detalles biológicos del Lagothrix lagotricha (nombre científico del mono) y, con frecuencia, transmiten a los habitantes de esta población, ubicada en el piedemonte andino amazónico putumayense, el valor que representa este enérgico y territorial mamífero para la biodiversidad local.

Irlanda usa una frase para justificar su empeño: —Si nosotros no somos los que finalmente nos ponemos a la tarea de cuidar lo que tenemos, nadie más nos ayudará a salvarlo—.

La cacería lo puso en jaque

Casualmente, recuerda que era a mitad de año, durante junio o julio, precisamente, cuando el churuco vivía su peor momento. En esta temporada los ejemplares habían comido lo suficiente y su peso era el ideal. Y por eso la gente salía de sus casas a buscarlos, con escopeta en mano.

Corrían las últimas décadas del siglo XX y la cacería era una tradición difícil de erradicar. Y se sustentaba en que el mono podía representar un plato de temporada, con un sabor exótico. Incluso, parte de su carne podía llevarse al comercio, lo que significaba algunos ingresos extra para los cazadores.

Y había un detalle adicional. Las hembras del choyo, como también llaman al churuco localmente, siempre han defendido intensamente a sus crías. Y cuando algunos de esos ejemplares juveniles sobrevivían a la persecución, eran capturados y vendidos como mascotas.

Entonces, solo fue hasta cuando la vereda se conectó adecuadamente con la zona urbana de Orito (a partir de ese momento hubo un mejor abastecimiento de alimentos y nacieron otras alternativas para obtener ingresos), que los habitantes olvidaron a ese primate como alternativa económica.

—Pero, aunque los ataques disminuyeron, al final murieron miles de churucos y su declive no tuvo reversa—, explica Irlanda. Por eso ha sido catalogado, por el Atlas de Biodiversidad de Colombia, como ‘En Peligro’ de extinción, y según la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) en la categoría ‘Vulnerable’.

Esto se agrava por el hecho de que, aunque es ágil y resuelto, y tiene además una cola prensil que usa como otra extremidad y lo ayuda a moverse con mucha agilidad, es un mamífero que no puede compensar la pérdida de individuos con abundantes crías, ya que tiene una reproducción lenta: las madres dan a luz a un solo bebé cada dos años.

Otro enemigo que ha contribuido con la reducción de sus poblaciones ha sido la destrucción de sus bosques (su hábitat principal), debido a la ampliación de la ganadería y la agricultura.

En 2022, recuerda Irlanda, se hizo un monitoreo con cámaras trampa. La Fundación Sambica y la Wildlife Conservation Society (WCS), en el marco del PVS, y con la ayuda de la comunidad, instalaron 10 de estos equipos en lo más alto de los árboles, con tal de fotografiarlos sin tener que molestarlos.

Sin embargo, fue visto un único ejemplar. De las 10 cámaras, solo 4 registraron especies, entre ellas, un roedor llamado Microsciurus, y un marsupial de la familia Didelphidae. También se obtuvo un registro del mono saki (Pithecia milleri), de un capuchino de frente blanca (Cebus albifrons) y un mono nocturno gritón (Aotus vociferans). Otro ejemplar detectado fue el mono ardilla de Humboldt (Saimiri cassiquiarensis).

La suerte no puede ser la estrategia

Irlanda insiste en que en las salidas que ha hecho para tratar de ver al churuco, se ha encontrado manadas de micos soldado, entre juveniles y adultos.

—Y también hemos visto micos ‘bebeleche’ y micos voladores. Sabemos entonces que nuestro trabajo no debe enfocarse únicamente en un solo primate, sino también en otros, que, al igual que el barrigudo (otro de los apodos del chorongo), también merecen atención—, manifiesta.

Por consiguiente, todo pareciera indicar que para ver al menos una familia de churucos, es necesario ir cada vez más lejos, es decir, llegar hasta el bosque primario (original). De hecho, Irlanda cuenta que algunos de los funcionarios de Parques Nacionales Naturales de Colombia, adscritos al Santuario de Flora Plantas Medicinales Orito Ingi – Ande, lo han visto durante algunas de sus expediciones en ese rincón natural.

— También hay que tener suerte, pero eso es otra prueba de su escasez; y no puede ser la única estrategia para detectarlo—, agrega.

Como parte de las actividades del Colectivo, y con el fin de mitigar esta situación, Irlanda dice que han construido un vivero para la propagación de plantas nativas, de árboles frutales y maderables, que se usarán para restaurar porciones de bosque.

—Son árboles que nosotras nunca veremos cuando alcancen la madurez, pero que les quedarán a las próximas generaciones. Tenemos casi dos mil, entre guarangos rojos, guarangos orejones y granadillos—.

WCS los ha llevado a las fincas, para contribuir con la restauración de porciones de vegetación en mal estado. Una vez ese trabajo termine, la idea es seguir sembrando y entregando plantas a quienes las necesiten. Es una manera de seguir ayudando a los monos, que dispersan semillas en el bosque para que su hogar nunca desaparezca. Últimamente, también han entregado plantas a colegios de la región.

Esta mujer, hoy madre de cuatro hijos, reconoce que, al margen de los avistamientos frustrados, el Colectivo de Mujeres para la Protección del Mono Chorongo le ha ayudado con su formación en temas ambientales, pero, también, se ha convertido en un oasis personal.

Salir a caminar al bosque, confiesa, le ha ayudado a tomar decisiones. En el campo se olvida de sus problemas por un tiempo, así tenga que recogerlos de nuevo, cuando llega a su casa. La vida en medio de la naturaleza, y teniendo contacto con ella, le ofrece una perspectiva diferente.

—Y es por eso que pienso algo; así nunca vea al churuco, saber que contribuí para lograr su protección me satisface. Y creo que cualquier esfuerzo en ese sentido, sea cual sea el resultado en unos años, habrá valido la pena—.

*El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, Fondo Acción y WCS Colombia, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).


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